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El “tonto” Totti

El “tonto” Totti
La vida de cada uno es irrepetible.


Por: Marco Antonio Batta | Fuente: Buenas Noticias



Muchas veces se da una etiqueta negativa a personajes públicos: el presidente del propio país, el rey, un artista, etc. Esto le sucede también al futbolista italiano, Francesco Totti, capitán del “Roma” y titular de la Selección Italiana. A él le ha tocado llevar la etiqueta, por cierto poco envidiable, de “tonto”.

Sus cualidades futbolísticas son muy grandes, pero no así su capacidad de expresión. Siempre que concede entrevistas, habla con el típico acento romano, llamado despectivamente “romanacho”. Hablar en romanacho y ser inculto es prácticamente lo mismo. De aquí su fama. Como es obvio, lo anterior da pie a innumerables chistes “alabando” el coeficiente intelectual del jugador. Por ejemplo: La radio anuncia la trágica noticia de que se ha quemado la biblioteca de Totti. La biblioteca constaba de dos libros. Y Totti se lamenta: «¡Qué pena, aún no terminaba de colorear el segundo!». O también Totti dice a uno de sus amigos: «Ayer vi un libro que se llama Cómo solucionar el 50% de sus problemas». «¿Y lo compraste?» «Sí, me compré dos».

Como era de esperar, un día estos chistes se los contaron al mismo Totti y entonces tuvo una idea interesante: los coleccionó y publicó un libro titulado: “Los chistes de Totti”. Y, además, para confirmar su colaboración, el libro tiene el subtítulo: “Reunidos por mí” y después la firma manuscrita. Los fondos recabados por la venta del libro se usarán para proyectos a favor de la infancia.

Francesco Totti es un personaje controvertido y, como todos los seres de este mundo, también tiene sus defectos. Pero aquí nos interesa resaltar lo positivo y en el hecho antes mencionado lo hay, y mucho. Además de la intención altruista cabe destacar otras dos cosas: la chispa para sacar bien del mal y la sencillez para convivir con los propios defectos. Quizás esto último es lo más difícil.

Hay personas que mueven mar y tierra con tal de no aceptar sus defectos, no sólo ante los demás sino, sobre todo, ante sí mismas: su temperamento, su mayor o menor inteligencia, sus cualidades deportivas, etc; otras tampoco aceptan sus defectos físicos: color de la piel, forma de la nariz, estatura, etc. Viven en una continua angustia tratando de huir de sí mismas. En cambio, cuando alguien se acepta a sí mismo con sencillez, desaparece esa tensión y se revela, en cambio, su irrepetible originalidad, aquel “algo” que sólo ella posee y que la hace especial. No hay dos seres humanos iguales.

Una última palabra. Es importante saber distinguir entre “realismo” y “conformismo”. Lo primero es aceptar la realidad tal como se presenta. Por ejemplo, si soy bajo de estatura, no lo puedo cambiar. El conformismo, en cambio, es no querer superarse a pesar de contar con las cualidades para ello: hay personas muy inteligentes que no son capaces de terminar una carrera universitaria. En otras palabras, son personas mediocres.

Afrontar la vida con realismo, aceptando con sencillez nuestras propias limitaciones, da una gran serenidad interior. Es vivir en la verdad. Entonces tendremos tiempo para cosas más importantes.


Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

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