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Espérame

Espérame
Música cristiana


Por: Rodolfo Caballero | Fuente: Buenas Noticias




El cristiano vive un mensaje que siente necesidad de dar a conocer. No se trata del estribillo de una vieja canción que extraña un cristianismo añejo y anacrónico, ni de una hipótesis con escasa perspectiva de realización. Ellos poseen de verdad un estilo de vida atractivo; y hasta envidiable por el resto de nuestra sociedad contemporánea.

Las cifras son más que elocuentes. Por ejemplo, cuando hablamos de música rock, campo en el que se pensaría que los valores cristianos no llevarían la voz cantante en medio de la competencia.

He aquí que, en Estados Unidos, durante 2002, los grupos de “Rock” cristiano han aumentado sus ventas en un 13%, a diferencia de los demás conjuntos musicales laicos del mismo género.

Ahora los grupos cristianos, “Underoath” y “Chevelle”, entre otros, han llevado a cabo lo que se denomina “crossover”. Es decir, se han lanzado a interpretar sus canciones en los típicos lugares de música y metal como el Shelter Club en Detroit, saliendo de los típicos conciertos organizados en parroquias, reuniones juveniles y festivales cristianos.

Y no es que se la pasen predicando la conversión con la Biblia en la mano y presagiando calamidades apocalípticas. Ellos están convencidos de que su testimonio es en sí el portavoz de un cristianismo auténtico: no beben, no fuman, no promueven el sexo desmedido y fuera del matrimonio. Con todo, saben que al hacer el “crossover” se convierten instantáneamente en misioneros.

Tengo en la chistera otro ejemplo: Rebecca St. James. Es una conocida cantante de rock cristiano y ganadora de varios premios Grammy. En una entrevista concedida a la revista canadiense “The Interim”, afirmó que se ha comprometido a vivir en castidad hasta el matrimonio.

St. James no tiene pelos en la lengua. Durante sus conciertos habla con toda naturalidad de la belleza de la castidad. Sobre el mismo tema, ha escrito una canción titulada "Wait for Me" -"Espérame"-.

En la citada entrevista, dijo: «Donde sea que voy, siempre recibo una tremenda reacción favorable a todo este mensaje referido a la pureza sexual, incluso cuando lo he compartido en Europa, en lugares donde creerías que no sería tan reactivo».

Al parecer, cristianismo y modernidad son compatibles entre sí. Se puede aceptar uno sin tener que abdicar del otro. Pueden vivir en la misma casa sin ningún problema, del mismo modo que se puede llevar un crucifijo al pecho y cargar un teléfono móvil.

El secreto de este feliz consorcio se encuentra en la sinceridad con que cada uno viva su fe.


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