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Haz el bien mirando a quién

Haz el bien mirando a quién
Él se interesa por ti y quiere mostrar su interés por la otra persona a través de ti.


Por: Rodolfo Loredo, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org




Las campanas anunciaban las ocho de la tarde cuando cruzaba el umbral de la puerta principal del templo. Según me habían dicho, los responsables de los grupos juveniles de la parroquia se reunían a esa hora. No había nadie en el lugar que me habían indicado.

Sin embargo en una banca cercana a la puerta principal estaba una mujer joven, llorando, con la mirada perdida posiblemente en su dolor. No le puse mucha atención y salí de nuevo al atrio de la iglesia. Me encontré con tres chicas que estaban esperando a que llegaran los demás jóvenes para poder comenzar la reunión.

Mientras conversaba con ellas algo me decía que tenía que volver al interior de la iglesia, que tenía que acercarme a esa pobre mujer, que tenía que hablar con ella. Desanduve mi camino. Justo cuando iba entrando, la mujer se ponía de pie, tomaba su bolso y se disponía a salir de la iglesia.

Me acerqué a ella y le invité a sentarse de nuevo. Accedió. Al sentarnos, le obsequié un crucifijo con la bendición del Papa. Me dijo que justo cuando ella le estaba pidiendo a Dios que le ayudara, fue cuando crucé la puerta de la iglesia. No se había atrevido a llamarme y vio cómo salía al atrio. Cuando se disponía a irse, yo volví a entrar.

No hablamos mucho. Sólo me dijo que pasaba por un momento difícil. Le dije algunas palabras que no recuerdo y le prometí mis oraciones. Meses después, recibí un e-mail de ella diciéndome que la situación se había solucionado y me agradecía mis oraciones y lo que le había dicho aquel día que nos encontramos.

El Espíritu Santo actúa. Se mete en nuestras vidas para llenarlas de luz. ¡Qué importante es ser dóciles a sus inspiraciones! Las oportunidades para abrazar, consolar, animar, hacer sentir a una persona amada son oportunidades para corresponder al amor de Dios, que se hace presente en el necesitado, en el que sufre moral o físicamente.

Las almas que se han consagrado a Dios debemos ser las primeras -pero no las únicas- en aprovechar estas oportunidades de amarle en el prójimo. De manera especial, cuando el prójimo es un desconocido o un conocido que te es antipático.

«Haz el bien sin mirar a quien», dice la sabiduría popular. «Haz el bien mirando a tu prójimo por amor a Dios», dice la sabiduría divina. Dios ama personalmente a todos y cada uno de nosotros. Cuando quiere ayudar a alguien en su vida no cierra los ojos, no «hace el bien sin mirar a quién».

Si te inspira a ti a que entres en la vida de otra persona -conocida desconocida, amiga, enemiga o neutra con respecto a ti- Él sabe a quién se lo pide y para quién. Él se interesa por ti y quiere mostrar su interés por la otra persona a través de ti, del interés que muestres por ese prójimo en concreto.

La próxima vez que el Espíritu Santo quiera llegar a alguien a través de ti, déjalo actuar, no temas y haz el bien… mirando a quién.



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