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Juan Pablo II Magno: la auténtica figura detrás del libro

Juan Pablo II Magno: la auténtica figura detrás del libro
Tal vez en el futuro, por la magnitud de su vida y acción, el mundo le conozca como Juan Pablo II Magno.


Por: Fernando Magallanes, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org




El mundo católico, y no tan católico, espera con ansia la beatificación de Juan Pablo II, ya como devoción cristiana, ya como homenaje sincero. En él, unos reconocen un santo, un pastor y un padre. Otros a un gran estadista o un importante papa del siglo XX.Pero sobre todo un hombre de Dios.

Después de que el Obispo de Roma firmara el decreto de reconocimiento de sus virtudes heroicas el 19 de diciembre de 2009, Juan Pablo II recibía formalmente el título de venerable. Ahora se espera la aprobación del milagro necesario para la beatificación. La investigación actual se cierne sobre la curación extraordinaria de Parkinson de la hermana Marie Simon Pierre, religiosa de las Maternidades católicas, ocurrida en Aix, Provence (Francia), por intercesión del pontífice polaco.

El libro recientemente presentado en Roma “¿Por qué es santo? El verdadero Juan Pablo II explicado por el postulador de la causa de beatificación”, de Mons. Slawomir Oder y Saverio Gaeta, nos muestra algo más del verdadero siervo de Dios. Sería interesante que se leyese el libro antes de opinar y no se hagan afirmaciones fáciles por lo que se escucha en meros rumores de conversaciones radiofónicas o televisivas.

El libro contiene 114 testimonios, entre los que se hallan documentos inéditos como la carta abierta a Ali Agca preparada para pronunciarla en una catequesis, la carta en caso de dimisión por incapacidad de salud, documentos de los servicios secretos polacos e italianos y textos sobre su vida mística. Habla también de su vida de oración y la mortificación física. Explicita facetas aún poco conocidas gracias al proceso.

No obstante, miles de fotografías, grabaciones visuales o auditivas, documentos, también nos han dejado la impronta del papa Wojtyla. El hijo de una nación tras el Telón de Acero. Hijo igualmente del Concilio Vaticano II e impulsor del mismo. El viajero incansable que dirigió la Iglesia Católica durante casi 27 años.

Lo vimos dirigiéndose a la multitud desde la logia de la basílica vaticana después de su elección en el lejano 1978; presidiendo celebraciones litúrgicas o hablando ante jefes de Estado; pronunciado enérgicos discursos en defensa de la dignidad humana y de la verdadera libertad; en medio de todo tipo de gente, como los indios en Canadá, una pobre familia del Congo o abrazando y bautizando niños; sumido en oración ante multitudes; siguiendo su último Viacrcucis antes de su partida la cielo en 2005.

Un padre, un pastor, un gran papa. Es decir, un papa magno.

Un hombre extraordinario para una necesidad histórica como la de nuestra época. Afrontó desafíos nunca antes vistos de manera acertada: renovó el papado, implementó la doctrina conciliar, colaboró con la caída del comunismo totalitario, llamó la atención y guió con audacia a la comunidad cristiana ante las nueva dictadura del relativismo, tomó la palabra en defensa de la vida y dignidad humanas proponiendo el humanismo cristiano, dirigió el camino ecuménico y el nuevo diálogo con judíos, musulmanes, no cristianos.

San León detuvo la inminente devastación de Roma por parte de los bárbaros de Atila. San Gregorio salvó a la civilización de la amenaza lombarda. Ambos papas tienen el título de “Magno”. Juan Pablo II ha defendido, guiado y, en cierto modo, salvaguardado la civilización de nuevas amenazas bárbaras: humanismos ateos, políticas contrarias al hombre, discriminación, injusticia salvaje, nuevas tiranías que causan un sufrimiento atroz al ser humano.

Aún no conocemos todo lo que le debemos al peregrino de la esperanza. Él que nos instó a no tener miedo, a abrir las puertas a Áquel que no quita nada, que lo da todo. Tal vez en el futuro, por la magnitud de su vida y acción, el mundo le conozca como Juan Pablo II Magno.

Es probable que la proclamación como beato pueda acontecer este año. Y en algunos más, la canonización. El hecho es que el papa Wojtyla ha marcado un antes y un después en la Iglesia Católica y en el mundo. Ahora, toca al actual Pontífice, nuestro querido Benedicto XVI, seguir llevando adelante, tal y como tan bien lo viene haciendo, la barca de Pedro, la barca de Jesucristo, la Iglesia Católica.



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