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La renuncia que vale

La renuncia que vale
Mamá y trabajo.


Por: Carlos Gutiérrez, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.com



Un amigo me contó -un poco decepcionado- que había terminado con su novia. La razón era muy sencilla: ella le dijo que no estaba dispuesta a sacrificar su vida profesional. Al parecer, había visto en mi amigo planes de formar una familia. Esto representó una “amenaza” para su trabajo y para su carrera profesional.

Por increíble que parezca, no había pasado un minuto cuando recibí otro mensaje de Sonia, una amiga que conocí en la universidad. Me contaba que estaba esperando su cuarto hijo. Ella tiene ahora treinta años de edad y se casó a los veinticuatro.

Recuerdo que cuando encargó su segundo hijo decidió renunciar a su trabajo, a pesar de tener un buen puesto en una banca corporativa.

En ese entonces, Sonia era la que ganaba más dinero de todos los que nos graduamos en esa generación. Por tal razón, muchos amigos se extrañaron al enterarse de su decisión, pues, al parecer, apenas comenzaba a consolidar su carrera profesional.

Cuando le preguntaban el porqué, ella respondía: «No es una decisión fácil, todavía tenemos algunas deudas que pagar entre mi esposo y yo, y el dinero nunca sobra. Sin embargo, creo que estoy renunciando a algo bueno, por algo mucho más importante: mi familia».

Mi amiga es plenamente consciente que, con el paso de los años, los hijos le darán muchas más satisfacciones que cualquier logro profesional que pueda haber obtenido.

Yo no soy de los que piensan que ser madre y ser profesionista están reñidos. Gracias a Dios, hay muchísimas mujeres que son mamás excelentes a la vez que profesionistas de gran calidad. Pero qué duda cabe que dedicarse cien por ciento al hogar es una tarea muy hermosa y que también merece su reconocimiento. No es nada fácil, requiere muchos compromisos y sacrificios, pero los frutos son plenamente reconfortantes.

Actualmente, Sonia dirige grupos juveniles que trabajan y se forman apostólicamente para difundir valores en la sociedad. Ella reconoce que con este tipo de labor recibe de Dios la fuerza y la sabiduría para ir educando a su familia día a día.

Le pregunté a Sonia si le gustaría haber continuado con el trabajo que tenía hace cuatro años. Ella respondió: «No hay trabajo que valga más que dedicarse a los hijos. Es la tarea más difícil que he tenido en mi vida, pero también la más hermosa».

Cuando terminé de leer el mensaje de Sonia, me di cuenta que mi otro amigo no debería de estar triste por haber perdido a su novia; en el fondo, ella había sido sincera. Y con esto él ha dado el primer paso para formar una familia.

Ciertamente es doloroso, pero es una renuncia que valdrá la pena.




Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

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