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Luz en el dolor

Luz en el dolor
La fe es donde se construye todo.


Por: José E. Oyarzún | Fuente: Buenas Noticias




Marc y su esposa Monika habían decidido trasladarse de West Lincon a una granja en la región del Niágara. Necesitaban un lugar más amplio para vivir, pues ya tenían seis hijos y el séptimo estaba en camino. Después de despedirse de la familia, Marc se dirigió hacia el que iba a ser su nuevo hogar: una granja con una casa para diez personas.

Mientras pasaba la noche en Ottawa, en la casa de su hermano, le llegó la trágica noticia: su esposa y todos sus hijos habían muerto en uno de los incendios más grandes jamás vistos en la historia de Ontario.

Como es de imaginar, el dolor y el desconcierto de Marc fueron profundos. Con la pérdida de su mujer y de sus hijos se desgarraron brutalmente sus amores, sus ilusiones, sus proyectos... Perdió todo, incluso la posibilidad de conservar un recuerdo fotográfico o un vídeo. Conmueven sus palabras cuando dice: «necesito ver sus fotografías. Entonces, voy donde mis familiares y les pido que me dejen ver sus fotografías».

En esta dura situación recibió la ayuda de numerosas personas. Afirma que es difícil imaginar los miles de personas que ha abrazado y besado en las últimas semanas. «Ellos -dice- están intentando imaginar lo que sentirían si les hubiera pasado a ellos... Y eso ayuda».

Pero su apoyo más fuerte fue la fe en Dios, pues piensa que su dolor tiene un propósito más elevado, aunque en estos momentos no lo pueda percibir. Además, ha sido una ocasión para fortalecer su fe en la vida eterna: «es muy duro enfrentarse al hecho de haber perdido a mi esposa y a mis siete hijos, pero creo realmente que los volveré a ver de nuevo...». Y añade: «no tengo intención de conducir y arrojarme contra un árbol para matarme, porque entonces nunca los vería nuevamente. Esa es la mayor estupidez que podría hacer ahora».

El ejemplo de fe y entereza de este hombre no ha pasado desapercibido. Muchas personas le han comentado que su historia sobre la pérdida de sus hijos, y el modo como la enfrentó, las acercó más a sus propias familias. Una mujer confesó que la profunda fe de Marc la había ayudado a volver a su Iglesia, pues se había separado de Dios.

Probablemente el dolor es el mejor crisol de los hombres, el que revela la pasta de la que están hechos y los cimientos sobre los que han construido su vida. En las palabras de Marc parecen resonar las del justo Job: «Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea Dios». Son las palabras del hombre de fe que confía en que Dios puede sacar muchos bienes, hasta de los mayores males.

Quien no tiene fe, sólo verá un sinsentido y quizás caerá en la desesperación. Si no hay un punto firme, ante el sufrimiento todo el edificio se tambalea o sucumbe con estruendo. Una vez más se demuestra que sólo desde la fe se le puede dar un sentido al sufrimiento humano, por desgarrador que este sea.



Fuente: The Globe and Mail


Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

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