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Primero el hombre, después el dinero

Primero el hombre, después el dinero
Un comercio que respeta al hombre


Por: Marco Antonio Batta | Fuente: Buenas Noticias




Seguramente usted habrá escuchado alguna vez afirmaciones como ésta: «en Ecuador se producen plátanos exquisitos, pero no los comen los ecuatoreños, sino los ciudadanos de los países ricos. En ese país sólo se quedan los de menor calidad». Y se añade: «las multinacionales los compran a 1 dólar por kilo y los venden a 10 dólares en tiendas de París o Nueva York, mientras en Ecuador le gente sigue sumida en la pobreza…».

El ejemplo es imaginario, aunque probablemente existen situaciones semejantes. Ante ello, una organización católica de Holanda tuvo una original idea: crear tiendas de comercio justo.

¿En qué consisten esas tiendas? Se trata de crear un canal directo entre el productor y el consumidor. Al no haber intermediarios, el productor del país pobre, por ejemplo un campesino, puede vender sus productos a mejor precio. En sus inicios, el comercio justo en Holanda consistía en ventas por catálogo a través de las parroquias. Después vinieron ya las tiendas especializadas.

Obviamente los productos del este comercio son un poco más caros. La razón es la siguiente: las compañías exportadoras, al manejar grandes volúmenes, pueden reducir mucho sus costos de envío. Las organizaciones de caridad cristiana o beneficencia no siempre pueden “competir” con esto. Sus costos necesariamente son más altos. Su ayuda ─indispensable─ consiste principalmente en tender puentes entre productores y comerciantes.

Como es obvio, el comercio justo requiere también consumidores justos o, dicho de otro modo, consumidores de conciencia cristiana o, al menos, social. Hasta aquí parecería sólo una bonita idea pues, ¿quién querrá pagar 15 dólares pudiendo pagar 13?

Afortunadamente las estadísticas revelan otra cosa. En España, por ejemplo, las ventas de este tipo de comercio se han incrementando un 50% en los últimos tres años, llegando a facturar más de 9 millones de euros al año. Los españoles compran teteras de Vietnam, posavasos de la India, figuras de madera hechas en Tanzania, alfombras de Nepal, jerseys de Ecuador, café de Colombia, etc.

Según un estudio, los países de Europa con más comercio justo son Alemania, Inglaterra, Holanda y Suiza. En total se venden unos 50 millones de euros al año.

La gente, cuando entra a una de estas tiendas, no piensa sólo en objetos sino también en personas. Son consumidores libres, emancipados de la tiranía del provecho económico a ultranza: una cosa es ahorrar por necesidad; otra, por avaricia o insensibilidad. En fin, el dinero no es tan importante; el hombre, sí.

Con información de El correo digital


Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

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