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Risaterapia

Risaterapia
La risa y la salud.


Por: Adolfo Güémez | Fuente: Buenas Noticias




Día viernes. Hora, las ocho de la noche. Momento suave, de sopor y recargo de energías. Comienza la noche, termina la tarde. No es ya momento para estar en la oficina, pero tampoco para llegar a la tranquilidad de casa.


Lugar, un café. Nada mejor para una plática serena, sosegada. El café ofrece un ambiente que se presta tanto a temas frívolos, como a profundas reflexiones filosóficas. Es un híbrido de restaurante y de palestra filosófica.

Personajes, dos amigos que hacía tiempo no se veían: Fernando y Rodrigo. Conversación, la ordinaria después de un abrazo efusivo: “¿cómo has estado?; por ti no pasa el tiempo pero sí los kilos; vaya clima de estos días…” Hasta que tocan un tema de fondo.

- ¿Sabes? -dijo Fernando. Me han invitado a formar parte de una organización que se dedica a explotar un poder muy grande, pero poco usado en el mundo.

- ¿La OPEP...?

- No, no hablo de nada económico. Es algo más humano y accesible: la risa.

En eso, el mesero les trajo un par de refrescos y unas galletas. Fernando continuó:

- Se trata de una asociación altruista llamada “Risaterapia”. Sus miembros se dedican a ir a los hospitales para buscar hacer reír a los niños enfermos, pues dicen que la risa ayuda a su recuperación. En la organización ya hay muchos jóvenes recibiendo entrenamiento, vistiéndose de payasos y yendo a cuanto centro médico se lo permiten.

- Pero, ¿qué tiene que ver la risa con la recuperación? - inquirió Rodrigo.

- Según dicen, se ha descubierto que la risa estimula el sistema inmunológico. Y además, ayuda a reducir el nivel de las hormonas que causan estrés.

- Ya había escuchado yo algo así, pero la verdad es que soy un poco escéptico.

- Yo tampoco lo creía, pero me he terminado de convencer al acompañarles en una visita a una clínica y al enterarme de que en países como Francia, Suiza, Estados Unidos o Canadá hay hospitales que dedican algunas de sus salas simplemente al humor. Además, aunque no curara nada, la sonrisa de un niño enfermo es el mejor regalo para el que la provoca y para el que ríe.

Los amigos siguieron conversando todavía por largo rato. Yo he trascrito sólo un trozo de la conversación porque creo que basta para demostrar que para el que quiere, la imaginación jamás le pone límites al bien. ¿No crees?


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