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Salvada por una patada

Salvada por una patada
Salvada por una patada


Por: Antonio Aldrette, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.com




Con apenas 22 años, Annet Pogge, si dirigió esa noche fría al borde del puente que atraviesa Fort McMurray, Alberta. «Me sentía muy mal». Hacía escasas dos horas había contado a su novio la “gran noticia” de que estaban esperando un bebé. «Él montó en cólera. Estábamos en una recepción con cientos de invitados. Me gritó en medio de todos que no quería saber nada de un hijo y se fue… para no volver más».

Subida a la baranda del puente, mientras contemplaba en la oscuridad el agua debajo de ella y una muerte terrible se le insinuaba, pasó “un milagro”: «Justo cuando estaba pensando en hacerlo. Pensando en terminar con todo, no sólo con el embarazo sino conmigo misma, sentí una patadita. Era el primer signo de vida que sentía» -recuerda- «y pensé: “¡Dios mío, es una señal! Dios quiere que yo viva”. No pude acabar con mi vida. No pude…»

Hoy, 19 años después, ese “bebé pateador” lleva por nombre Justin y es portero estrella de la selección juvenil de Jockey sobre hielo de Canadá. Además, recientemente firmó contrato profesional con los “Maples de Toronto” equipo de la NHL (Liga Nacional de Jockey).

Aquella noche sobre el puente, después de que Annet bajara la baranda, todavía quedaban muchos obstáculos que sortear. Sin embargo ya era otra, ya tenía un motivo muy grande por quien luchar y mirar con esperanza el futuro. Durante los siguientes 12 años trabajó en un poco de todo: desde cajera en un “7-Eleven” hasta despachadora de gasolina en una estación. Sobra decir que nunca hubo mucho dinero en el hogar de los Pogge.

Cuando Justin cumplía los 12 años se mudaron a British Columbia. El vástago Pogge decidió jugar como portero (Goalie) de su equipo; posición que, por el extra de equipamiento que requiere, es la más cara. Annet apoyó sin dudar a su hijo, a pesar del sacrificio que implicó. Por supuesto, el primer equipo de portero que estrenó Justin era usado.

Annet todavía se ve acompañando a su hijo a todos los entrenamientos y partidos, pues se ofreció como “manager de utilería”. «Viajaba siempre con ellos». Recorrió todas las canchas del país con un grupo de niños en los asientos traseros. De hecho, su vieja van Plymouth Voyager, que compró hace 10 años con 10.000 Km., recientemente pasó a mejor vida con 290.000 Km. en su haber.

«Cuando Justin falló en un partido clave -dejó pasar mucho goles- yo lo estaba esperando en la casa»; estaba tan descorazonado que pensaba seriamente en dejar de jugar. «Te amo hijo y te apoyaré en cualquier decisión que tomes», dijo Annet. Sorpresivamente decidió seguir jugando y no darse por vencido. Hoy que el éxito toca a su puerta, con un sueldo extraordinario en la NHL, Justin ha comprado casa y auto nuevos a mamá, pero sabe que eso aún es poco para agradecerle todo lo que hizo por él.

No importa qué pase en el mundial de Jockey, ni mucho menos cuántos goles le metan o cuántas “salvadas” haga en su portería. Justin Pogge nunca hará una “salvada” más grande que aquella de hace 19 años cuando -sobre el puente- dio una simple “patadita”.


Con datos de The Globe and Mail, 29/12/2005


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