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Stacie Crimm: morir para dar vida

Stacie Crimm: morir para dar vida
Si tengo que hacer una decisión, tú ya sabes cuál será; ni me preguntes. Yo ya he vivido mi vida


Por: Santiago Mejía, LC | Fuente: www.buenas-noticias.org





Fue la mejor noticia que jamás había recibido. Después de le que habían dicho que fuera imposible, Stacie Crimm quedó embarazada a la edad de 41 años. «Le tomo de sorpresa total, estaba petrificada pero muy feliz», cuenta su hermano Ray Phillips. A pesar de la noticia tan positiva, a pesar de futuro tan brillante, Stacie comenzó a sentir migrañas fortísimas, su visión quedó afectada y sufría de tremores por todo el cuerpo… síntomas que sólo empeoraron con el paso del tiempo. Algo no andaba bien, algo estaba gravemente mal. «De vez en cuando ella me llamaba hecha toda lágrimas y me decía: “No voy a vivir lo suficiente para tener este bebe”».

La investigación médica confirmó sus temores más profundos: Stacie, por fin embarazada, tenía un cáncer agresivo en el cuello y en la cabeza. Ante esta realidad, quedaba por delante una decisión heroica de las más difíciles para una madre, para cualquier persona. Por un lado, estaba la posibilidad de comenzar el tratamiento contra el cáncer por medio de la quimioterapia. Por otro lado, esta decisión terminaría con la muerte de ese bebé tan esperado. De una u otra forma, la vida de una persona estaba de por medio: la madre o su amada bebé. Su hermano Ray comenta: «Ella me decía: Si tengo que hacer una decisión, tú ya sabes cuál será; ni me preguntes. Yo ya he vivido mi vida».

En agosto de ese último año, con dos meses de antelación, los médicos decidieron hacer una intervención cesárea para sacar la bebé del seno de su madre. Dottie Mae nació débil y en estado crítico y la llevaron a cuidados intensivos antes de que su madre, Stacie, la pudiera ver. Mientras pasaban los días, las enfermeras que cuidaban de la recién nacida, sabían que su madre debilitada estaba a punto de padecer. Por ello, poniendo la bebé en una incubadora andante, llevaron Dottie a su madre para que se vieran por primera y última vez. Lo único que pudo hacer la madre, con máscara puesta y cubierta de sábanas, era sostener a su Dottie con sus manos y sonreír. Stacie le pidió a su hermano que cuidara de su bebá y en pocas horas cayó en un estado de coma que duró tres días, al final del cual murió. Ahora, Dottie Mae está en casa de su nueva familia, viva, con todo un futuro brillante por delante y en su corto pasado, el testimonio de un amor llevado hasta el extremo.

Este hecho, va más allá del ruido frenético de un mundo sumergido en «sí mismos» y soluciones fáciles. La contundencia de este acto de amor resuena en lo más íntimo del corazón. Amar y ser amado, realmente. Dar sin esperar más en recompensa. Morir para que «el otro» viva, goce, y ame a su vez. Es un inmediato suspiro de respeto y gratitud que robustece la esperanza y estimula la memoria para recordar Aquel otro que también entregó todo por amor.

Sobrarían más palabras. Bastaría más amor.



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