Menu



Una vida diferente

Una vida diferente
De lo que se trata no es de cambiar todo el mundo de una sola vez, sino de hacer lo que cada uno puede, en la medida de sus limitadas posibilidades.


Por: Christian Ramírez, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org



Roberto es italiano, 42 años. Fue un médico, más o menos reconocido en su campo, aunque actualmente no ejerce. Tuvo una experiencia fuerte hace algunos años; bastante fuerte, a decir verdad: un accidente de automóvil… que lo dejó inválido.

Entre otras cosas, habla y respira con dificultad y en el rostro le quedaron las huellas de los metales y los cristales que casi le arrancan la vida. Estuvo casi dos meses en coma.

En un inicio, a Roberto no le parecía “vida” el estado al que quedó reducido. No es fácil, se entiende: que de un día para otro un médico joven, lleno de vida y con futuro, se convierta en una persona que no puede valerse por sí misma, ni siquiera en las cosas mínimas, y además deformado. Eso le quitaría el ánimo a cualquiera… Y a Roberto se lo quitó, por lo menos al inicio…

Cuando la esposa se enteró del accidente de su marido y de sus consecuencias, no lo vio nada fácil y sufrió. Quizá demasiado. ¿Qué sacó adelante a Roberto, a su esposa y a su hija?

Para quien tiene en su familia un minusválido y sabe valorar correctamente la situación, ya conoce la respuesta. Roberto vio que su vida había sufrido un cambio y que esta nueva situación, en resumidas cuentas, la podía afrontar de dos maneras.

La primera era quizá la más fácil. O por lo menos la más cómoda. Era la de aguantar, soportar, mal que bien, las contrariedades, siempre entre quejas, siempre recordando lo que había sido o añorando lo que no fue. Rumiando su dolor y compadeciéndose de sí mismo. Exigiendo atenciones y cuidados. En resumen, haciendo las cosas más pesadas de lo que ya eran: dejarse llevar por las circunstancias, dejar de luchar…

Pero estaba el otro camino, más difícil: el camino del esfuerzo y de la lucha, el de tomar esta nueva vida con las dos manos y demostrar, con la propia existencia, que no se está determinado por las circunstancias, que el hombre no deja de serlo por estar atado a una silla de ruedas y a unos cuidados paliativos. Que la suya, no era menos vida que la de los demás: vale mucho y tiene derecho a ser vivida con intensidad.

Por ello, Roberto escogió el segundo camino. Y ha sido coherente: sigue luchando y de qué manera. No da conferencias, es verdad, no se ha convertido en uno de los pioneros y próceres de la lucha por la vida. Apenas le conoce un reducido número de personas: su familia y algunos amigos.

Pero es suficiente. Porque de lo que se trata no es de cambiar todo el mundo de una sola vez, -lo que además es imposible- ni de “despotricar” contra todo y contra todos, sino de hacer lo que cada uno puede, en la medida de sus limitadas posibilidades. Poco, pero hacerlo.

Roberto tiene 42 años y los ha vivido con intensidad, especialmente desde un tiempo para acá. Mas no es ingenuo: conoce y experimenta sus limitaciones y sigue poniendo su granito de arena por mejorar el mundo en el que le ha tocado vivir. Si todos hiciéramos otro tanto en lugar de quejarnos, convertiríamos nuestra existencia en una más habitable, sin duda, y más llena de esperanza.

Califica el artículo:


Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

Regala una suscripción totalmente gratis http://es.catholic.net/buenasnoticias/regalo.php

Suscríbete por primera vez a nuestros servicios
http://es.catholic.net/buenasnoticias








Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |