Zanardi
Zanardi
Por: Rodolfo Caballero | Fuente: Buenas Noticias
300 km/h es una velocidad relativamente discreta para un piloto de avión. Las cosas se complican cuando hablamos de autos. Aquí, el riesgo de peligro aumenta considerablemente, aunque se trate de un piloto y de un coche de carreras.
Alex Zanardi no necesitaba explicaciones sobre el peligro que corría al montarse sobre su flamante Cart. Conocía bien su oficio de piloto. Pero 11 años de experiencia sobre la pista le daban la seguridad necesaria para alcanzar velocidades límite con bajísimas tasas de riesgo. Sin embargo, el peligro, aunque lejano, seguía asechando en cada curva, en cada aceleración, en cada cambio de marcha.
Y es que la carrera detrás de un volante y sobre cuatro llantas era lo que definía a Zanardi: Mis metas y mis rivales me parecían insuperables. En esta actitud consistía mi buena suerte. Por el temor de no ser el mejor, cultivaba un gran respeto hacia todos y me preparaba más del necesario. De este modo, he cultivado una fuerza de ánimo que -después de Berlín- me ha dado la victoria en la carrera más difícil de mi vida.
Alex nació en Boloña, Italia, el 23 de octubre de 1966. Se casó con Daniela y tiene un hijo, Noccolò. Corrió en la Fórmula 1 de 1991 a 1994 con Jordan, Minardi, Lotus. Se trasladó a Estados Unidos donde ganó el título de 1997 y 1998 en Cart. Volvió a la Fórmula 1 con la escudería Williams y, más tarde, a la Fórmula Cart. Y el 15 de septiembre de 2002 en Lautsitzring, Berlín, el peligro pasó del acecho al ataque.
Faltaban 13 vueltas para terminar la carrera y Alex volaba a la cabeza del contingente. Hizo un Splash & go para repostar. La victoria se encontraba a un palmo. En la rampa de aceleración, cruzó un tramo irregular y la máquina comenzó a girar sobre su propio eje mientras se incorporaba al perímetro. Los demás coches se acercaban a 340km/h. De improviso, parte de la máquina de Zanardi se desprendió y con él, parte del piloto. En ese momento de poca lucidez, afirma Alex, no fue muy intenso para mí
Traté de salir del monoplaza como se haría en un accidente poco cruento. Cuando quise moverme, me di cuenta de lo que había sucedido: Mi coche se desgajó en dos partes y me quedé sin piernas.
De inmediato metieron a Alex en un helicóptero. Solo dos personas lograron esquivar al personal de seguridad que protegía el lugar del choque, el P. Phil, padre espiritual de la Cart, y Daniela, la esposa de Alex.
Daniela besó a Alex y le susurró: Alex, resiste. ¡Ánimo! Saldrás de ésta.
Ashley Judd, una conocida actriz americana y amiga de los Zanardi, se mantuvo muy cercana a Daniela. Quedó impresionada por aquella escena de los dos esposos, como la misma Ashley diría cuantas veces contara lo sucedido. Hubo algo de sobrenatural en todo ello, afirmaría.
¿Y quién puede negar que en un auténtico amor conyugal curtido en el dolor, no puede haber algo de sobrenatural?
Fuente: Corriere della Sera, julio 18, 2003
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