"Hoy hace un buen día "
Por: Jorge Ranninger, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org
Es el título de una de mis canciones preferidas, cantada por Fernando Delgadillo. En ella, el artista mexicano toca la fibra de una realidad que, por lo menos para mí, ha sido objeto de meditación en estos últimos días. Creo que te gustará escucharla y te ayudará “a darle vueltas” a este tema. ¿Por qué? Mira…
En febrero de 2005 moría a los 97 años la Hermana Lucía, una de los pastorcillos videntes de Fátima.
Pocos días después fallecía Peter Benenson, con 83 años, católico converso, abogado y fundador de Amnistía Internacional.
Ese mismo mes finalizaba su vida terrena el fundador de Comunión y Liberación, el Padre Luigi Giussani, a sus 82 años.
El 2 de abril de 2005 pasaba a la casa del Padre nuestro querido Papa Juan Pablo II. El Papa Magno. El Gran Amigo de la Juventud.
Unos meses más tarde, el 16 de agosto, moría el Hermano Roger, fundador del monasterio ecuménico de Taizé.
El 2 de noviembre de 2007, con 82 años, el Padre Oreste Benzi, fundador de la Comunidad Papa Juan XXIII, abandonaba este mundo.
La vida de Eduardo Bonnin, uno de los iniciadores de los Cursillos de Cristiandad, llegó a su fin el 6 de febrero de 2008, habiendo alcanzado los 90 años.
Hace unos pocos días, el 14 de marzo, dio los últimos pasos de su peregrinación terrena, Chiara Lubich, de 88 años, fundadora del Movimiento de los Focolares.
“¿Y cuál es la Buena Noticia aquí?”, me preguntarás.
Una de las primeras estrofas de la canción que te comentaba versa de la siguiente manera:
Hoy hace un buen día
para hablar de los que están aquí,
trazando a diario el bienestar
de todo aquel que vendrá,
como precederá la aurora al sol de diario
como sabemos que mañana será igual.
Creo, que hoy hace un buen día para hablar de estos hombres. Se les podría llamar “los viajeros que cruzaron por aquí”.
Cada uno de ellos llevó adelante una historia muy personal: situaciones vividas muy diversas, logros inexplicables, desilusiones profundas, entusiasmo contagioso, grandes cruces, ímpetu en la entrega. Fueron “profetas que gritan en el desierto”, portadores de la esperanza de un mundo mejor,… Unas vidas muy especiales.
Uno de sus grandes méritos ha sido el saber leer los pasos de la Providencia en los acontecimientos alocados de la historia de este mundo. Esta capacidad es un don reservado para pocos. Gracias a este don, han podido trazar una senda diáfana por la que el hombre de hoy, y el que vendrá, puede caminar. Ésta es la Buena Noticia.
He tenido la suerte, o la gracia, o como le queráis llamar, que el camino de mi vida se entrecruzase con el de uno de ellos. Fue un encuentro sin igual. A partir de ahí descubrí una senda clara, nítida, exigente por la cual andar. Aquel anhelo de realizarme como persona, que creo que todos los hombres sienten, encontraba una respuesta.
La canción continua, y en otra estrofa dice:
Pero un buen día se marcharon
y aprendimos a decir:
¡Grandes fueron los viajeros
que cruzaron por aquí!
El día que se marchó, significó para mí un gran dolor, y en este dolor aprendí una lección: a reconocer la grandeza de estos hombres, que no atrajeron de manera egoísta al mundo para sí mismos, sino que guiaron al hombre hacia esa senda verdadera. Gracias. De verdad, muchas gracias.
Termina la canción:
Y un buen día nos marcharemos
y tal vez podrán decir:
Grandes fueron los viajeros que cruzaron,
¡en verdad, que fueron grandes los viajeros
que cruzaron por aquí!
El fin inexorable de nuestra vida también llegará. Pocas cosas hay seguras en este mundo cambiante, pero ésta es una de ellas. Hoy nosotros reconocemos la grandeza de estos viajeros. Ojalá que otros, cuando nosotros nos marchemos, puedan decir: ¡En verdad que fueron grandes los viajeros que cruzaron por aquí!
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