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Héroe y Santo
Héroe y Santo
También presentes en primera línea de combate
Por: P. José María Moriano, L.C. | Fuente: http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=36758
Escribió muchas veces a su familia desde el frente. Sus cartas narraban lo era un día en la prisión: atender a los enfermos, administrar sacramentos a los moribundos, acercarse a todo aquel que sufría moral o físicamente. En la última de ellas escribe que «a pesar de los males de la guerra, podemos sonreír un poco».
Nos referimos al padre Emil Joseph Kapaun, Nació en Pilsen (Kansas, Estados Unidos) el 20 de abril de 1916. Hijo de emigrantes checos, ingresa en el KenrickGlennon Seminary (Saint Louis, Missouri) en donde cursa sus estudios teológicos hasta 1940, año de su ordenación sacerdotal. Durante la Segunda Guerra Mundial ejerce su ministerio como capellán castrense dentro de los Estados Unidos. Al término de la misma le destinan a Corea, primer gran escenario de la Guerra Fría en aquellos años turbulentos de inicios de los cincuenta.
Destinado en la 35ª Brigada de Artillería Antiaérea, pronto se vio envuelto en medio del conflicto bélico; su mismo vehículo todoterreno en el que celebraba misa en pleno frente de batalla voló por los aires en más de una ocasión, alcanzado por los morteros norcoreanos. Su dedicación personal a los soldados en medio de los combates pronto le granjeó fama y aprecio, siendo condecorado con una Estrella de Bronce.
Era el 2 de noviembre de 1950, durante la batalla de Unsan. El Padre Kapaun en medio del fuego cruzado cae prisionero mientras acompañaba a los heridos. Fue llevado a un campo de reclusión cerca de Pyoktong, Corea del Norte.
Su fama de santidad, que ya le precedía, creció aún más en cautiverio. Sus compañeros atestiguaron el desvelo con el que escuchaba confesiones, atendía a los heridos y administraba la sagrada comunión, sin importarle la vigilancia política de sus captores, ni las enfermedades que castigaban el campo, ni las torturas a las que era sometido.
Padeció disentería y neumonía. Pero no descansó un solo segundo en la atención a los demás, hasta que un trombo en una pierna le impidió moverse. Trasladado a un simulacro de hospital donde se le negó atención médica, Falleció el 23 de mayo de 1951 en prisión. Fue enterrado en una fosa común cerca del río Yalu.
Actualmente, el Congreso de EE.UU. está estudiando si otorgarle la máxima condecoración de las Fuerzas Armadas: la Medalla de Honor. A la vez, entre los católicos, crece su fama de santidad. De hecho su causa de beatificación del P. Kapaun, oficialmente abierta en 2008, ya fue enviada a Roma por la diócesis de Wichita (Estados Unidos), tras una intensa investigación. Actualmente, el heroico sacerdote es considerado por la Iglesia como Siervo de Dios.
Ya están preparando un documental sobre su vida: «The Miracle of Father Kapaun» («El Milagro del Padre Kapaun») En él, muchos soldados que le conocieron hablan de cómo les influyó su ejemplo.
No faltan casos en donde heroísmo y santidad coinciden. El padre Emil es uno de ellos.
Siguiendo las huellas del Buen Pastor, él supo imitarle entregando la vida por sus ovejas ahí donde éstas se encontraban. Como él, numerosos sacerdotes hoy en día ejercen su ministerio también presentes en primera línea de combate, acompañando a los jóvenes soldados en sus combates espirituales, no menos duros que los de fuego real. Pidamos al Señor que continúe bendiciendo su Iglesia con sacerdotes auténticos, llenos de Dios y entregados sin medida a sembrar esperanza en el mundo.
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Escribió muchas veces a su familia desde el frente. Sus cartas narraban lo era un día en la prisión: atender a los enfermos, administrar sacramentos a los moribundos, acercarse a todo aquel que sufría moral o físicamente. En la última de ellas escribe que «a pesar de los males de la guerra, podemos sonreír un poco».
Nos referimos al padre Emil Joseph Kapaun, Nació en Pilsen (Kansas, Estados Unidos) el 20 de abril de 1916. Hijo de emigrantes checos, ingresa en el KenrickGlennon Seminary (Saint Louis, Missouri) en donde cursa sus estudios teológicos hasta 1940, año de su ordenación sacerdotal. Durante la Segunda Guerra Mundial ejerce su ministerio como capellán castrense dentro de los Estados Unidos. Al término de la misma le destinan a Corea, primer gran escenario de la Guerra Fría en aquellos años turbulentos de inicios de los cincuenta.
Destinado en la 35ª Brigada de Artillería Antiaérea, pronto se vio envuelto en medio del conflicto bélico; su mismo vehículo todoterreno en el que celebraba misa en pleno frente de batalla voló por los aires en más de una ocasión, alcanzado por los morteros norcoreanos. Su dedicación personal a los soldados en medio de los combates pronto le granjeó fama y aprecio, siendo condecorado con una Estrella de Bronce.
Era el 2 de noviembre de 1950, durante la batalla de Unsan. El Padre Kapaun en medio del fuego cruzado cae prisionero mientras acompañaba a los heridos. Fue llevado a un campo de reclusión cerca de Pyoktong, Corea del Norte.
Su fama de santidad, que ya le precedía, creció aún más en cautiverio. Sus compañeros atestiguaron el desvelo con el que escuchaba confesiones, atendía a los heridos y administraba la sagrada comunión, sin importarle la vigilancia política de sus captores, ni las enfermedades que castigaban el campo, ni las torturas a las que era sometido.
Padeció disentería y neumonía. Pero no descansó un solo segundo en la atención a los demás, hasta que un trombo en una pierna le impidió moverse. Trasladado a un simulacro de hospital donde se le negó atención médica, Falleció el 23 de mayo de 1951 en prisión. Fue enterrado en una fosa común cerca del río Yalu.
Actualmente, el Congreso de EE.UU. está estudiando si otorgarle la máxima condecoración de las Fuerzas Armadas: la Medalla de Honor. A la vez, entre los católicos, crece su fama de santidad. De hecho su causa de beatificación del P. Kapaun, oficialmente abierta en 2008, ya fue enviada a Roma por la diócesis de Wichita (Estados Unidos), tras una intensa investigación. Actualmente, el heroico sacerdote es considerado por la Iglesia como Siervo de Dios.
Ya están preparando un documental sobre su vida: «The Miracle of Father Kapaun» («El Milagro del Padre Kapaun») En él, muchos soldados que le conocieron hablan de cómo les influyó su ejemplo.
No faltan casos en donde heroísmo y santidad coinciden. El padre Emil es uno de ellos.
Siguiendo las huellas del Buen Pastor, él supo imitarle entregando la vida por sus ovejas ahí donde éstas se encontraban. Como él, numerosos sacerdotes hoy en día ejercen su ministerio también presentes en primera línea de combate, acompañando a los jóvenes soldados en sus combates espirituales, no menos duros que los de fuego real. Pidamos al Señor que continúe bendiciendo su Iglesia con sacerdotes auténticos, llenos de Dios y entregados sin medida a sembrar esperanza en el mundo.
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