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Historia de una guerra

Historia de una guerra
Un iraquí que ayuda a rescatar a una soldado americana. Ejemplo de humanidad


Por: Antonio Aldrette | Fuente: Buenas Noticias




Mohamed, abogado iraquí de 32 años, se asomó con cautela a la sala de cuidados intensivos. Lo que vio hizo que se le cayera el alma a los pies: Un «imponente hombre» vestido de negro -posiblemente un “fedayin” fiel al régimen- abofeteaba sin piedad a una joven de tez blanca, tendida en la sala de urgencias del hospital de Nasiriya.

Él había ido a visitar a su esposa, que trabajaba como enfermera en ese hospital. Pero, al ver esta triste escena y la inusual presencia de 40 “fedayines” en el lugar, decidió informarse de qué estaba pasando. A través de un médico amigo se enteró de que la chica se llamaba Jessica Lynch, que era una soldado americana y que, durante una maniobra militar, había sido hecha prisionera por las tropas de Sadam.

Su amigo también le informó que Jessica -de 19 años- se encontraba estable, pero estaba seriamente herida: tenía el brazo derecho y las dos piernas fracturadas, serias lesiones en la columna vertebral y heridas en el tobillo y pie derechos. Afortunadamente no tenía huellas de disparos en su cuerpo.

Mohamed no pudo aguantar más. Una vez cierto de que su esposa y su hija de 6 años estaban en un lugar seguro -para evitar represalias-, decidió salir en busca de soldados norteamericanos. Tras andar unos diez kilómetros a pie, encontró a unos marines en las afueras de la ciudad. «Tengo una información importante sobre una mujer soldado en el hospital», les dijo. De inmediato fue tomado en serio.

El abogado relató a los americanos lo que había visto y el estado de la soldado. Ellos le pidieron un favor más: regresar al hospital para obtener datos adicionales que facilitaran la labor del comando de rescate. Tras arreglar que su esposa e hija fueran protegidas por el ejército americano, Mohamed aceptó la petición. Anduvo otros 10 km. y ya en el lugar averiguó todo lo que pudo: vías de entrada, número de agentes…

Antes de volver al cuartel americano, donde lo esperaban su esposa y su hija -atendidos como “huéspedes de honor”-, se las arregló para introducirse en la sala de cuidados intensivos, aprovechando la ausencia de los guardias. Se acercó a Jessica y le dijo: «no se preocupe, no se preocupe». Ella -con su rostro triste e hinchado- sonrió.

La información dada por Mohamed y los mapas dibujados por su esposa fueron claves para el rescate. Gracias a éstos los comandos especiales pudieron rescatar a la soldado Lynch. En rueda de prensa, el abogado iraquí declaró que aquello que le movió a actuar fue el haber visto un interrogatorio violento hecho a una persona, sin respetar su condición de paciente. «Una persona, no importa su nacionalidad, es un ser humano» concluyó. En la sala algunos sollozaban.

Incluso en medio de una guerra hay buenas noticias. Este hecho tiene una profunda carga de heroísmo. La acción de Mohamed nos habla de su gran corazón y de su generosidad de alma para con sus semejantes. Existen muchas personas que no pueden cruzarse de brazos ante el sufrimiento de los demás. Más allá de los bandos de una guerra subyace nuestra común hermandad como seres humanos e hijos de Dios.


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buenasnoticias@arcol.org









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