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Jocelyne Khoueiry, de guerrera a mujer de paz

Jocelyne Khoueiry, de guerrera a mujer de paz
«Como tú seas ahora, así será el Líbano del mañana».


Por: Ismael González, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org




«El cedro y la cruz. Jocelyne Khoueiry, una mujer en primera línea» es un libro publicado recientemente en Italia sobre la conversión de esta mujer. El título da una idea de los rasgos generales que han marcado su vida: el Líbano, el país de los cedros, su religión cristiana y su espíritu combativo.

De 1975 a 1991 el país fue víctima de una guerra civil entre cristianos maronitas y musulmanes. En el bando de las fuerzas cristianas destacaron las dotes militares de Jocelyne, quien a sus veinte años llegó a ser comandante de las secciones femeninas y la número tres del ejército bajo el mando de Bashir Gemayel. Fue una figura emblemática de la lucha, venciendo con un grupo de doce muchachas en diversos frentes de Beirut.

Sin embargo, el túnel oscuro en que entró el país le llevó a cuestionar el sentido de la guerra. No practicaba su fe cristiana, pero un rescoldo le quedaba en cierta devoción mariana: cuenta que en el frente de combate, a pocos metros de las fuerzas enemigas, ella y sus chicas solían encender una vela a una imagen de la Virgen María. No reflexionaba mucho pero de vez en cuando se encomendaba a su protección.

En una ocasión sufrieron un ataque sorpresa en un periodo de tregua acordada. Jocelyne se encontraba sola en la azotea del cuartel y tuvo una experiencia que todavía no logra explicar: «Escuché unos cantos religiosos y una sensación fuerte de la presencia divina. No vi nada, pero en cambio me vi de rodillas para rezar a la Virgen. Fue mi “primera oración”. En ese momento sentí también que algo negativo estaba por suceder, y mi oración fue: “Si tuviese que suceder algún mal, haz que me suceda a mí. Te pido que protejas a las otras muchachas”».
Pronto divisó un destacamento que comenzó a asaltar el edificio, con lo que se desató una dura batalla de seis horas. Con sus compañeras rechazó el embate de 300 soldados palestinos. Ella misma narra: «La batalla hubiese terminado del peor modo posible si no hubiese arriesgado subiendo sobre el techo y arrojando una granada que mató a varios de ellos. Esta experiencia trágica fue para mí la percepción de que Dios no sólo existe, sino que está presente. Estábamos en aquel puesto abandonado, pero Dios estaba allí, nos protegió y nos salvó».

Refiere que esta protección de María la llevó a cambiar. Por eso define su vida en estas palabras: «un camino con la Virgen». Quiso dejar las armas y dedicarse sólo a Dios. No le bastaba nada, buscó un convento y pensó en ser carmelita, pero se dio cuenta de que podía hacer mucho bien en el ambiente bélico.

Fue convocada por el general Bashir Gemayel, futuro presidente del país que sería asesinado en un atentado el 14 de septiembre1982. Hablando con él entendió que el Señor la llamaba a hacer algo por las muchachas cristianas que merodeaban por las calles sin guía. Entonces comenzó a entregar el Evangelio a los jóvenes militares y a enseñarles la verdadera fe cristiana. Gracias a su testimonio varios se convirtieron y escogieron la vida religiosa o sacerdotal.

En 1985 dejó definitivamente las armas y emprendió varias iniciativas para fomentar la paz y los verdaderos carismas femeninos. Fundó el movimiento mariano La Libanaise-Femme du 31 Mai (Las libanesas del 31 de mayo) con el objetivo de promover la formación cristiana de la mujer. Su lema es: «Como tú seas ahora, así será el Líbano del mañana».

Desde 1995 su actividad también se ha orientado a la defensa de la vida y la lucha contra el aborto. Para ello fundó la asociación Oui à la vie (Sí a la vida). Jocelyne no duda en hablar de genocidio a causa de la mentalidad abortista. Después, en el año 2000 estableció el Centro Juan Pablo II para servicios sociales y culturales, cuya finalidad es ofrecer a las familias ayuda material y económica y un servicio de asistencia psicológica.

La acción de esta libanesa no se limita a los cristianos, también se dirige a los antiguos enemigos. Comprendió que cuando el amor de Dios entra en el corazón, este corazón no puede seleccionar el amor ni discriminar. «Gracias a esta experiencia, he sentido que estoy profundamente reconciliada con el musulmán y el palestino. He percibido cómo la gracia de Dios no permite que las heridas de la guerra decidan mis comportamientos».

Es clara su dedicación al beato papa Juan Pablo II, quien habló del genio femenino y de la mujer como garante de la vida humana. Al igual que él consagró a Rusia al corazón de María, Jocelyne guarda la esperanza de que el Medio Oriente sea consagrado a María, según ha recomendado el reciente sínodo para el Medio Oriente, y que así llegue una solución pacífica a los conflictos de esta región del planeta.

Con datos de una entrevista publicada en Zenit el 5 y el 6 de marzo de 2012.



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