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Meter goles a la vida

Meter goles a la vida
Los deportes y el hombre.


Por: Juan Antonio Ruiz | Fuente: Buenas Noticias



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Debo de ser un poco raro. Por lo menos, así me lo ha comentado recientemente un amigo cuando terminamos de ver la final del Master de Roma de tenis: cinco intensísimas horas, tras las cuales el español Nadal venció al argentino Coria.

Disfruté el partido como nunca. Pero mi atención se vio polarizada al final por la expresión de triunfo de Nadal. Ese tirarse al suelo y señalarse al pecho, nos desnudaron una figura que, al menos yo, no conocía.

No cabe duda: el mundo del deporte es un universo explorado muy en la superficie. En él, hombres y mujeres del mundo son puestos en la palestra de la fama para que nos doblemos ante ellos.

Sin embargo, la mayor parte de las veces los balones, los bates y las raquetas nos ocultan el verdadero rostro de cada personalidad.

Admiramos a un Ronaldinho por su increíble manejo del balón, pero no podemos adivinar si disfruta o no de un bello paisaje; nos impresiona el temple de Fernando Alonso en la Fórmula Uno, pero poco sabemos de su personalidad.

Por eso me emociona ver esos momentos en los que aparece el ser humano detrás de la máscara, detrás del velo en el que a veces les ocultamos. Ahí, los deportistas demuestran que son seres humanos como cualquier otro.

A Bobby Moore, por ejemplo, una de las grandes estrellas del fútbol inglés, se le recuerda por su caballerosidad. ¿Cómo olvidar aquella vez cuando el árbitro recibió un balonazo en la cara y cayó inconsciente? Bobby tomó el silbato y paró el juego para que entraran los médicos. Incluso la Reina de Inglaterra, al darle la Copa del Mundo en 1966, se admiró al ver a Bobby limpiándose las manos antes de saludarle y así no manchar las suyas.

Otro astro, el ciclista español Miguel Induráin, peleó años enteros en el Tour de Francia. Consiguió el título cinco veces consecutivas, superado sólo por el estadounidense Amstrong. Siempre se distinguió por su bondad con todos, como cuando dejaba que otros de su equipo ganasen alguna etapa. Pero el título más hermoso de su vida es su familia y su fe católica, en donde Induráin nos demuestra dónde se es un auténtico campeón.

Estos momentos son los que más gozo del deporte. Claro que admiro un buen gol de Zidane, la espectacular velocidad de Marion Jones o las arriesgadas curvas que da Valentino Rossi. Pero yo les daría los verdaderos premios cuando las ocasiones de la vida les hacen despojarse de la “apariencia” para mostrarnos su faceta auténtica.

El mundo del deporte, en definitiva, también nos abre una orilla cálida y humana. ¡Caramba!, no cabe duda que sí soy un poco raro después de todo; pero estoy muy orgulloso de serlo.



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