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Mis Hijos

Mis Hijos
Padre que se desvive por sus hijos y muere dejándoles un hermoso testimonio de amor


Por: Rodolfo Caballero | Fuente: Buenas Noticias




Hay noticias que mueven el corazón, pero ésta realmente me ha movido y conmovido, hasta los tuétanos.

Se trata de Félix del Valle, un padre de cuatro hijos. Falleció a los cuarentas y seis años, después de dieciocho meses de lenta y sufrida agonía. Pero cabe decir que, a pesar de ser muchos sus sufrimientos, no tuvo tiempo para preocuparse de sus propias dolencias.

Sabía que tenía poco tiempo de vida y debía proveer un futuro seguro para sus cuatro hijos que pronto quedarían huérfanos: Janet de 10 años de edad, Kya de 9, el pequeño Félix de 8, y la benjamina Crystal de 7.

Pero, ¿no estaba la mamá para cuidarlos? Lamentablemente no. Ella perdió la custodia de los hijos por ser adicta a las drogas. Se resolvió el caso en el tribunal que determinó que no estaba en condiciones de cumplir adecuadamente sus compromisos maternos…

Por otra parte, también los antecedentes de Félix dejaban mucho que desear: de pequeño fue abandonado por sus padres; creció en un orfanato; vivió en condiciones de pobreza material. Sin embargo, su corazón creció en el amor que siempre nutrió hacia sus hijos. Al no vivir en casa su mujer, tuvo que ingeniárselas para ser padre y madre para sus hijos, con todo lo que ello implica de cariño, afecto, cuidado y dedicación para cada uno.

Cuando se supo la noticia, los conocidos de los Del Valle organizaron todo tipo de iniciativas para recaudar fondos. Gracias a ello, la familia pasó unas estupendas vacaciones a Disney World con los cuatro mil dólares que le obsequiaron los amigos del trabajo (Félix se dedicaba a preparar sándwiches en Hartman and Clarks Diary) pudieron rentar un coche para ir de paseo al campo las veces que quisieran.

Antes de cerrar los ojos definitivamente, Félix ya tenía resuelto el problema sobre el futuro de sus hijos: los adoptaría la familia Burgess. Ahora sí podía descansar en paz. Sabía que todo lo que pudo hacer por sus hijos lo había realizado. Sólo quedaba prepararse para el encuentro definitivo con Dios, quien le había obsequiado la vida, sus hijos y el consuelo de saber que quedarían en buenas manos.

La vida de Félix no fue muy larga, ni muy extravagante, ni muy clamorosa. Vivió en la sencillez. No se concedió muchos gustos. No hubo muchos placeres.

Quiso amar a sus hijos como el más amoroso de los padres. Éste fue su objetivo y dentro de las limitaciones humanas lo hizo bien. Bien entendió Félix que ser padre es más que una responsabilidad, más que un deber: es un tesoro.




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buenasnoticias@arcol.org

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