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Siempre adelante

Siempre adelante
Nada la frena, no se cansa, siempre entusiasta, siempre con su buen humor...


Por: Diego Arregui, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org




Digamos que ya íbamos un poco tarde. Ella tenía que estar en la Universidad de la Santa Cruz, en el centro de Roma, a las 6:30 pm. Estábamos un poco lejos, y ya eran las... ¡6:30 pm! Yo estaba un poco apenado. Sabía que iba a llegar tarde y que sería por mi culpa. Pero ella nunca lo mencionó: “No, hombre, ni te preocupes”.

Medio en broma, medio en serio, motivó al taxista para que fuera lo más rápido posible: “Necesito estar en la Santa Croce en cinco minutos; si lo logra, le pagaré unos euros más”. El señor, con barba a medio afeitar y una sonrisa contagiosa, la miró a través del retrovisor y aceleró decididamente. Nos pusimos el cinturón…

“La tía Vicky” había venido a Roma a estudiar un curso intensivo de comunicación institucional en la Universidad de la Santa Cruz. Es madre de cinco hijos y, desde hace poco, abuela. Miembro muy activo del Opus Dei, lleva adelante varios apostolados, está continuamente formándose y es una firme promotora y defensora de la fe.

Le gusta pintar acuarela, y lo hace muy bien. Tiene el entusiasmo para caminar todo el día sin que se le borre la sonrisa de la cara. Es, por cierto, una hábil negociadora cuando se trata de comprar bolsas “de marca” en las calles de Roma.

Es de esas personas con las que da gusto conversar, pues todo lo ve con espíritu positivo. Me decía a propósito del curso que había venido a estudiar: “Con aquella novela de Dan Brown que se puso de moda el año pasado, mucha gente se quedó con una idea muy equivocada de nosotros; pero también nos ayudó, pues ahora son muchísimas las personas que visitan nuestra página. Claro que el daño está hecho, porque llegan con una visión negativa; pero siempre podemos trabajar por ayudarlos y la mayoría descubren pronto la verdad. Fue una moda que como llegó, se fue.”

Hablar con ella era descubrir cosas nuevas a la vuelta de la esquina. Esa mañana habíamos estado en la Plaza de San Pedro, para rezar el Ángelus con el Papa. “Nunca te acostumbres a estar en Roma –me decía mientras contemplaba la Basílica como si fuera la primera vez que la veía– aquí se siente la universalidad de la Iglesia y todo su esplendor humano y divino”

Pasábamos las estrechas calles romanas tan rápido como el buen taxista podía. La ceremonia de clausura del curso ya habría comenzado hacía diez minutos. “Me ha gustado mucho el curso –me comentó– vino gente de todo el mundo, y los conferencistas eran gente de gran experiencia. ¡Qué gusto que haya gente tan bien preparada al servicio de la Iglesia!”

Y es verdad, qué bueno que haya personas así. Están por todos lados. La tía Vicky sólo pensaba en mejorar, en crecer, en ayudar. Si hay necesidades es porque no hemos hecho suficiente, debemos seguir avanzando. “Obstáculos hay muchos –señalaba– pero éstos sólo nos motivan a trabajar más.”

Para ella los problemas no sólo eran retos, sino incluso preciosas oportunidades. Nada la frena, no se cansa, siempre entusiasta, siempre con su buen humor... Incluso si sabe que va a llegar tarde a la clausura del curso y que sería por culpa de su sobrino.

Podemos aprender mucho de su actitud. La tía Vicky, con sus botas de paseo, una mochila al hombro y su gorra en la cabeza, nunca mira hacia atrás, siempre va adelante.


Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

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