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Sin manos, sin pies, sin preocupaciones

Sin manos, sin pies, sin preocupaciones
Como humanos, ¡continuamente nos ponemos limitaciones sin ninguna razón!


Por: Juan Antonio Ruiz J., L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org



«Como humanos, ¡continuamente nos ponemos limitaciones sin ninguna razón! Y lo peor es ponerle límites a Dios». No tomé esta frase de un libro de autoayuda. Quien la ha pronunciado ha sido Nick Vujicic y la suelta todo sonriente… desde su pequeño cuerpo sin extremidades.

Nick nació el 4 de diciembre de 1982 en Melbourne (Australia). Sus padres tejían sueños para su recién nacido. Pero, ¡su primogénito había nacido sin extremidades! Dolor y preguntas. Muchas preguntas. Pero almas como los Vujicic encuentran respuestas rápidas para esas circunstancias: «las últimas palabras en la mente de mis padres eran "gracias a Dios"».

Cayeron las hojas del calendario y Nick llegó a la edad de asistir a la escuela. «La ley en Australia no permitía que yo me integrara a una escuela común debido a mi discapacidad física. Dios dio a mi madre la fuerza necesaria para pelear porque esa ley fuera cambiada. Fui uno de los primeros estudiantes discapacitados que fueron integrados a las escuelas comunes».

Pero claro, el mundo de los niños puede ser muy cruel a veces. Al principio llegaron las burlas, el rechazo de compañeros. Nick, con la ayuda de sus padres, sobrellevaba esto: «Sabía que yo era diferente por fuera pero en mi interior era exactamente igual a los demás». Pronto los estudiantes entendieron y, a la par, llegaron los amigos.

A pesar de las buenas disposiciones, no podían no llegar ciertas rebeldías: «¿Porqué Dios me había hecho así si Él me amaba? ¿Era porque yo había hecho algo malo?». Y continúa: «A edad temprana llegué a pensar en terminar con mis penas y mi vida».

Gracias a Dios, y a la constante y amorosa presencia de su familia, Nick salió adelante y descubrió, además, una nueva pasión: compartir su historia y experiencias para fortalecer e inspirar a otros a vivir usando su potencial al máximo.

Mucho le inspiró, para ello, aquel versículo de san Pablo: «sabemos que en todas las cosas Dios trabaja para el bien de aquellos a quienes ama» (Rom 8, 28). «Me dio la convicción de que no hay tales cosas como la suerte, el azar o las coincidencias para que estas "malas" cosas sucedan en nuestras vidas. Me sentí completamente en paz sabiendo que Dios no permitiría que algo sucediera en nuestras vidas si no hubiera un buen propósito para ello».

Hoy, a sus 21 años -y tras haberle dado a Dios toda su vida cuando tenía quince- Nick ha concluido sus estudios de comercio, planeación financiera y contabilidad. Pero, sobre todo, viaja por todo el mundo dando conferencias, especialmente a la juventud. «Me apasiona llegar a los jóvenes y ponerme en manos de Dios para lo que Él desee hacer».

Ni qué decir que Nick tiene muchísimos sueños, como construir un coche para discapacitados o escribir un libro contando su historia. ¿El título? “Sin manos, sin pies, sin preocupaciones”.

«Como humanos, ¡continuamente nos ponemos limitaciones sin ninguna razón! Y lo peor es ponerle límites a Dios». ¡Cómo quisiera afirmar que esta frase no la tomé de un libro de autoayuda, sino que hemos sido nosotros, con nuestras extremidades, quien la hemos pronunciado! Como Nick Vujicic que, con su sonrisa, sus penetrantes ojos cafés y su barba a medio afeitar, nos hace ver que para ser feliz no se necesitan ni pies ni manos.

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