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Tres porras para el amor

Tres porras para el amor
Deus Caritas Est


Por: Adolfo Güémez, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.com




En nuestro tiempo, la palabra amor ha sido tan manoseada que hasta miedo da hablar de ella. El «amor» aflora en los labios de todos, pero cada quien le da significados muy diversos. Se habla mucho de él; pero no siempre sabemos lo que es. Por ello, su fuerza se ve desgastada e incluso menospreciada.

En medio de esta confusión, se alza una voz que grita con fuerza tres rotundas porras al amor. Es Benedicto XVI, que con su primera encíclica, Deus Caritas Est, ha reafirmado lo hermoso que es amar.

La primera porra es para el amor entre el hombre y la mujer. Se trata del eros, modelo por excelencia de todo amor.

En él, el ser humano encuentra «una promesa de felicidad que parece irresistible». Al inicio, la promesa corre el riesgo de quedarse en el placer pasajero. Pero no, ¡hay algo más! Para descubrirlo, ciertamente, se «necesita disciplina y purificación» para superar el puro nivel carnal, pero a cambio de la felicidad que tanto deseamos.

Y es que no ama sólo nuestra carne o sólo nuestro espíritu: es la persona entera la que ama, con todo su cuerpo y toda su alma. Sólo cuando ambos elementos «se funden verdaderamente en una unidad, el hombre es plenamente él mismo».

La siguiente porra expresa el gozo ante un amor que ya no busca la borrachera de la felicidad, sino el bien de la persona amada. De ese modo, «se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca». Se trata del agapé, un amor que involucra toda la existencia del hombre.

Ya no se persigue la entrega en un arrebato momentáneo, sino en una donación de sí mismo que nos hace más libres. No una entrega vacía y agria, sino aquélla que nos lleva hacia el reencuentro con nosotros mismos y hacia el descubrimiento de Dios.

Finalmente, va la porra para la unidad del amor.

El eros y el agapé no se pueden separar. Cuando se hace no hay verdadero amor, sino su caricatura.

Si la persona vive con sinceridad el impulso del eros hacia la felicidad, será cada vez menos egoísta y buscará «cada vez más la felicidad del otro». Se unirán así los dos amores, pues «quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don».

Tres porras, pues, que nos animan a alcanzar la madurez del amor, es decir, nuestra felicidad.


Par consultar el texto completo de la encíclica, puede visitar: http://es.catholic.net/sacerdotes/237/2477/articulo.php?id=27541 Ahí existe la posibilidad de imprimirla en formato pdf, enviarlo a un amigo o bajarlo a la palm.


Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

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