Un día cualquiera
Un día cualquiera
Por: Iván Guillermo Gómez, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org
05:00: María se despierta con el primer campanazo del despertador. Sale de la cama con delicadeza y lentitud para no despertar a su esposo José. Una vez en pie, a ducharse.
05:30: María ofrece su día a Dios con unas pequeñas oraciones que encontró unos meses atrás en un devocionario.
05:35: María despierta a Carlos, su hijo mayor, y lo deja estirándose y gimiendo un poco. Luego despierta a Juana, que es más ágil, y saltando de la cama corre a la ducha, pues le gusta estudiar. Y queda Miguel, el menor, a quien hay que guiar de la mano hasta el baño para que no se tropiece.
05:40: Regresa a la habitación de Carlos y lo encuentra dormido. De su corazón brota espontánea una exhortación sobre la importancia de estudiar, y Carlos se sienta en la cama. María prepara ahora el desayuno mientras sus hijos se preparan. Pone sobre la mesa el cereal, la fruta, la leche y sobre el fogón encendido la sartén, y se dirige a despertar a José con un sabroso jugo de naranja.
06:20. Terminan de desayunar. Todos corren a cepillarse los dientes, pasan al servicio y preparan los libros para la escuela.
06:35. Inician el camino hacia el colegio. José se queda en casa leyendo el periódico y desayunando.
07:30. María regresa a casa y José ya se ha ido a trabajar. Le ha dejado una nota manuscrita: hoy vengo a comer. Éste es un día muy especial pues José difícilmente puede comer en casa por su trabajo. María hurga entre sus recetas y encuentra el platillo favorito de José: espagueti con pollo y jugo de mora, tal como se lo enseñó su suegra.
08:00. María limpia la casa mientras llegan las diez de la mañana, pues es la hora en que abren el supermercado. Toma la escoba, el trapero, un cubo, jabón y un trapo, ¡y comienza la faena!
09:30. Ha terminado de limpiar, incluso ha tallado las porcelanas de los baños y ha lavado la vajilla del desayuno. ¿Cómo lo logró? Secreto de Mamá.
10:00. Con el coche va al supermercado, pues necesita comprar los ingredientes para preparar la comida. Allí se encuentra con algunas amigas, las saluda, hablan un rato y continúa con su labor.
12:00. Regresa a casa. Le queda el tiempo suficiente para preparar la comida. Calienta el agua, cocina el pollo, lo desmecha, prepara la salsa, licúa las moras, reza el rosario
14:00. Apaga los fogones, pues es muy prudente, y arranca el coche para recoger a sus hijos.
15:00. Regresan del colegio y van todos a la cocina a ayudar a María: Carlos prepara la pasta, Juana pone la vajilla y Miguel
habla y habla y habla. María aprovecha el tiempo preguntando a sus hijos cómo pasaron el día.
15:30. Finalmente llega José, y trae una buena noticia: ha pedido el resto de la tarde libre, así que es tarde familiar. Todos comen y hablan, y María sirve a cada uno. No necesita preguntarles cuánto comerán, pues conoce a cada uno. Eso sí, a Juana le sirve un poco más porque come poco.
16:30. Terminan de comer y María lee un pasaje del Evangelio: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado». Pasados unos segundos de reflexión, José saca de su bolsillo una película. ¡Regocijo general! Todos corren a la sala y María, en silencio, recoge la vajilla de la mesa, lava la vajilla y deja todo limpio. Pone en la olla maíz para crispetas.
17:20. María se acerca a la sala llevando las crispetas y una jarra de refresco.
18:30. Termina la película y cada uno se retira a su habitación para realizar sus deberes. María cocina la cena.
20:00. Se reúnen todos de nuevo a la mesa. Una cena breve pero alegre.
21:00. Rezan un poco en familia y a la cama. José y María visitan a cada uno en su habitación para darles las buenas noches. Pasan en silencio a su habitación. Allí, José ve el telediario y María lee una buena novela. José cae dormido y María se arrodilla lentamente en el suelo para agradecer a Dios el día transcurrido. Revisa que el despertador esté puesto a las cinco de la mañana y con sigilo se mete entre las cobijas. Poco a poco cierra sus párpados.
Cuánto sacrificio silencioso, cuánta abnegación, cuánto trabajo, cuánta lucha, cuán pocas horas de sueño, cuánta constancia, cuánto amor. ¿Qué sería del mundo y de nosotros sin ustedes?
GRACIAS.
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