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Una tabla de salvación

Una tabla de salvación
La droga, la perdición y la familia.


Por: Miguel Ángel Atanasio | Fuente: Buenas Noticias



A los catorce años, Christiane Vera Felscherinow era ya drogadicta y prostituta. Parecía condenada a la desgracia cuando, inesperadamente, su estrella pareció cambiar. En 1978, dos periodistas de Stern deseaban escribir un artículo sobre los drogadictos que se daban cita en la estación “Zoológico” del metro de Berlín.

Las dos horas de la entrevista inicial se convirtieron en otras dos horas; después en más entrevistas y, finalmente, en un libro.

«Christiane F. Los jóvenes del zoológico de Berlín» se convirtió en un éxito editorial que superó todas las expectativas. De un día para otro Christiane se encontró con quinientos mil marcos en su cuenta bancaria. Aunque había salido por primera vez de la droga, muy pronto volvió a la cocaína. No tardaría en pasar a la heroína…, ahora podía permitírselo.

En 1981 se filmó la película. La estrella de Christiane llegó a su cenit. La invitaron a la premier de la película en Suiza y conoció a su ídolo, el cantante inglés, David Bowie. Viajes, invitaciones a las fiestas de los ricos, fama. Se creía una princesa. ¿Qué más podía desear?

En el fondo, lo sabía. Hace poco afirmó: «Era sólo una muñeca de aparador. Apenas buscaba cercanía y afecto, advertía una barrera que se levantaba: seguía siendo una drogadicta». Su primer matrimonio y su estancia en Grecia terminó en un fracaso. Además, los beneficios por la venta del libro disminuían año tras año.

Los amigos que la coreaban en la gloria la ignoraron cuando volvió a ser una toxicodependiente y una prostituta más. La historia de Christiane F. cayó en el olvido...

La luz comenzó a despuntar nuevamente de modo inesperado. Hace diez años compartía su vida con un drogadicto. Todo había vuelto a su hiriente normalidad. Inesperadamente llegó su hijo, Niklas. Aunque su compañero la abandonó al año siguiente, había recibido un regalo del cielo, alguien por el que valía la pena seguir luchando.

Actualmente, Christiane tiene cuarenta y cinco años. Aunque ha dejado la droga, acusa las secuelas de todos esos años. Sufre hepatitis C y no puede vivir sin metadona. Sin embargo, ha encontrado por fin un sentido a la vida: «Vivo sólo para él. Me da valor y esperanza. Sin Niklas no sé si estaría viva todavía».

Se ha escrito que el niño es el padre del hombre. La gestación de un niño es, en cierto modo, la gestación de un padre y de una madre: nacen en ellos dimensiones inéditas de su personalidad. Tengo para mí que Niklas no sólo le ha dado “nueva vida” a su mamá: le ha regalado salud, gozo y esperanza. Una tabla de salvación, como caída del cielo, en el naufragio de la vida.

Con información de Il Corriere della Sera, 30 de agosto de 2005



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