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Voz generosa

Voz generosa
Cideco y Plácido Domingo


Por: César Ignacio Truqui | Fuente: Buenas Noticias




Días antes de la celebración de la Navidad de 2003, el cantante internacional Plácido Domingo realizó un concierto de beneficencia en Cancún, puerto turístico de México. Con su traje negro, su cabello gris y su inconfundible sonrisa, el Tenor cautivó a todos sus oyentes.

La de Plácido no es solamente una de las voces más privilegiadas, sino tal vez una de las más generosas. Prueba de ello es que la cifra recaudada en esta ocasión -700 mil dólares- no fue para llenar los bolsillos del cantante, sino para aliviar las penurias de los más necesitados.

Es verdad que la obra benéfica de Plácido no es única. Entre otros, está el cantante irlandés Bono, del grupo U2, que se ha dedicado a la recaudación de fondos para eliminar la pobreza en África. Sin embargo, lo que me parece particularmente loable de Plácido Domingo es su actitud de “arremangarse las manos” y participar de las desventuras de sus semejantes.

Corría el mes de septiembre de 1985, cuando uno de los más devastadores seísmos de la historia sacudió la ciudad de México. Cientos de edificios se derrumbaron en menos de un minuto. Miles de personas, aún vivas, quedaron sepultadas bajo los escombros. Entre todas las imágenes apocalípticas que llegaron por los periódicos, recuerdo especialmente una: Plácido Domingo de rodillas sobre un montón de escombros, mientras ayudaba a los rescatistas.

En esos terribles momentos cambió su traje de gala por mezclilla y zapatos deportivos. En esos días sus manos no se alzaron en señal de gracias a un público que lo ovacionaba, sino que se encajaron entre las ruinas buscando vidas. Se escuchó su voz no para entonar canciones, sino para gritar: «¡¿Hay alguien allí?! ¡¿hay alguien que me escuche?!».

Al ver la desventura de tantos hombres, Domingo no se cruzó de brazos. Decidió dedicar parte de su fortuna personal para la construcción de un centro dedicado a reubicar a cientos de familias. Ese proyecto se llamó CIDECO, organizado por la Universidad Anáhuac. Fue edificado en la ciudad de Lerma, y contó con 128 casas y 6 edificios, además de un centro de salud, escuelas primaria y secundaria, talleres de capacitación técnica y espacios deportivos para más de doscientas familias afectadas por los terremotos.

Pero el empuje del cantante no terminó allí. En el año 2001, el Presidente de México, Vicente Fox Quesada, inauguró CIDECO Acapulco, conocido por todos como «Ciudad Plácido Domingo», en honor a su más grande bienhechor.

En reconocimiento a su compromiso social, la misma Universidad Anáhuac, alma mater que le vio nacer en su faceta social, le otorgó el doctorado Honoris causa. Por todo ello, Plácido Domingo, a mi modo de ver, es una voz generosa.



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