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Yo también conozco al Papa - parte 1

Yo también conozco al Papa - parte 1
Encuentros casuales con el Papa - parte 1.


Por: Redacción | Fuente: Buenas Noticias





En esta edición compartimos con nuestros lectores la primera parte de una serie de testimonios sobre los encuentros que varias personas han tenido con el entonces Card. Ratzinger. Todos y cada uno constituyen un hermoso botón de muestra de la calidad humana que tiene nuestro Papa.


Estoy leyendo su libro
Luca Frontali

Me acerqué al Portone di Bronzo, hace ya 4 años, a recoger unos boletos para la audiencia papal de los miércoles. Cerca de ahí, en la Piazza della Città Leonina, pude ver una figura baja, con un abrigo negro y el solideo rojo. Era el Card. Ratzinger.

Estaba hablando con Mons. Bertone, aún secretario de la Congregación para la Doctrina de la fe. Una vez que éste se alejó, yo me acerqué al Cardenal.

Me miró con sus ojos cristalinos. Me saludó con tal tranquilidad, que parecía que lo único que tenía que hacer era estar conmigo. Le besé el anillo episcopal y entablé con él una conversación.

Le dije sin más: «Estoy leyendo su libro, Eminencia...».

Con una sonrisa modesta y radiante, me preguntó: «¿Cuál?» Es bien sabido que la producción literaria de Ratzinger es muy abundante: más de 700 libros y artículos. Pero me comió la emoción de estar de frente a él.

Le respondí: «Ah, perdón, el de su vida, su biografía...». Sonrió bonachonamente y dijo: «Oh, aquellos son unos recuerdos personales y nada más». Su actitud me desveló el alma humilde de aquel gran hombre. No pude menos que recordar las palabras de Bernanos: la verdadera humildad es, ante todo, decoro y equilibrio.

Le pedí sus oraciones y me despedí. Estaba muy contento de ver que la figura del gran custodio de la fe -«el número dos en la Iglesia», como lo solían apodar-, se portaba de manera tan natural y cercana, sin aspavientos que hicieran pensar a nadie la importancia y la carga de su misión. No cabe duda que nuestro nuevo Papa es una persona afable y muy humana.



La importancia de los detalles
Jason Jurotich

Tuve la gracia de participar en una de las Misas de sufragio de Dina Bellotti, renombrada artista que retrató a Juan Pablo II. En ésta, me invitaron a cantar un salmo. Obviamente, acepté la invitación inmediatamente.

Al llegar a la iglesia, me di cuenta de que el Card. Ratzinger estaba sentado en una de las bancas, participando en la celebración como un fiel más. Me llamó mucho la atención su espíritu de recogimiento y oración. Vivía estos momentos de modo tan intenso que contagiaba su fe a los que le rodeábamos.

Pero esto no fue todo. Después de la Misa se fue a la sacristía para saludar a los que habíamos ayudado en la ceremonia. Jamás nos había visto, y, sin embargo, mostraba una gran cercanía hacia cada uno de nosotros.

Me impactó que, cuando llegó a mí, me llamó «il profesionale» (el profesional), refiriéndose al salmo que había cantado. Me quedé conmovido por el modo como me lo dijo.

Por lo demás, no tenía por qué hacer nada de esto. Por ello, sus palabras de esa tarde, más que un halago, eran una lección de vida que me enseñaban la importancia de la gratitud y la fuerza de la sencillez.



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