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¡Qué viuda!

¡Qué viuda!
Ella es toda corazón, toda abrazos.


Por: Juan Pablo Ledesma, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org




Un Jumbo. Podrías ser el pasajero de primera o el último; con o sin ventanilla. No importa. De repente, luces de emergencia y se desprenden las máscaras. El capitán, en la cabina, pronuncia breves palabras entrecortadas. El avión comienza un descenso en picada. No hay esperanza.

Masakatsu Taniguchi, uno de los pasajeros, toma la pluma y en trazos orientales escribe: “¡Cuida de nuestros niños!”. Luego dobla en varios pliegos la hoja, se la lleva a los labios, la besa y la envuelve en una bolsa de plástico.

Este hecho real, esa nota, esa frase: “¡cuida de nuestros niños!” enternece el corazón de cualquier padre o madre de familia. Es la prueba de que todavía somos humanos y de que sabemos poner lo más importante en el lugar que le corresponde. Son cuatro palabras, veinte letras. Las he contado bien. Pero quizás, lo más grande es el significado de esa frase. A mí me saben a amor.

Me entristeció el accidente y la muerte de Masakatsu, que es y será siempre un héroe. Pero me anima su testimonio, su testamento. Solamente pensaba en los hijos, en sus niños, en su gran tesoro.

Chelo Barrocal es viuda y también madre de más de 38 niños. ¿38 hijos? Sí, porque desde hace 21 años ejerce esta profesión del amor desinteresado y acogedor. Ella es toda corazón, toda abrazos. Tiene 60 años, una casa en Sedaví (Valencia) y un regazo que acoge a menores provenientes de la cárcel o exiliados de sus hogares.

“Sobre todo he tenido bebés de pocos días -dice Chelo con una sonrisa en los labios- y la experiencia ha sido muy buena. Ahora tengo dos niñas: una de seis meses y otra de tres años… Cuando se van, me llaman por mi cumpleaños, y hasta cuatro o cinco veces al año. El primero que tuve vino a presentarme a su novia”.

Alguno a alguna podrá desdecir estos hechos, tildarlos de abrazos y cariños postizos, de suplencias familiares, de irresponsabilidad…, pero, al menos en España, a pesar de los pesares y como está el patio, ya son cerca de 26.000 las familias que han acogido a un menor.

Menos mal que personas como Chelo, como la Madre Teresa, como tantos otros existen, se desviven por el prójimo y cuidan a los hijos. Son corazones sin arrugas.


Si quieres comunicarte con el autor, envía un mensaje a: buenasnoticias@arcol.org

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