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«Mi hijo me dijo que tenía que cambiar mi comportamiento en el Chelsea»

«Mi hijo me dijo que tenía que cambiar mi comportamiento en el Chelsea»
«Le dije a mi hijo que nunca hiciera lo que yo hice».


Por: Jorge Ranninger, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org




Didier Drogba no pasa desapercibido en el mundo del fútbol y de la sociedad inglesa. Actualmente visto como uno de los delanteros punta con más “instinto asesino” en el área contraria.

Este ávido y habilísimo delantero central del equipo de fútbol inglés, Chelsea, ha hecho con sus goles que su equipo ocupe el primero lugar de dicha liga, por delante del Manchester United. Por otro lado, sus controvertidas reacciones, con algunos tintes de comportamientos descontrolados durante ciertos partidos, han marcado su fama. No menos llamativa es su actividad en favor de los menos favorecidos: es el primer promotor de la construcción de un hospital en Abidjan, capital de Costa de Marfil, país natal del Didier.

Este es el perfil de Didier, originario de Costa de Marfil, 31 años, capitán de su selección de fútbol y padre entre otros del pequeño Isaac, de ocho años de edad.

El 7 de noviembre en una entrevista que Didier concedió, abrió su corazón después de lo ocurrido en junio pasado en la semifinal de la Champions League contra el FC Barcelona. Éste último se alzaría finalmente con la copa de campeón de Europa.

En ese partido el Chelsea quedó eliminado de la Champions League gracias a un gol en el último minuto de Andrés Iniesta, jugador del Barcelona. Durante el enfrentamiento hubieron varias jugadas controvertidas en el área del Barcelona, pero en ninguna de ellas el árbitro, Tom Henning Ovrebo, marcó alguna infracción. Ya en los últimos minutos del partido y una vez terminado, varios jugadores del Chelsea acosaron fuertemente al árbitro, increpándole con violencia, entre ellos Didier.

«Este árbitro estaba comprado. Yo no sé si es un árbitro o un ladrón. No hay palabras para describir a la persona que arbitró hoy en el campo. La manera en que arbitró el partido no fue la manera más correcta. No debería de volver a arbitrar».

Éstas acusaciones de Drogba tuvieron fuerte impacto en los medios de comunicación. Posteriormente el jugador fue sancionado con tres partidos de castigo.

Isaac Drogba, hijo de ocho años de Didier, jugador de las categorías inferiores del Chelsea, es el fan número uno de su padre. El día del partido contra el Barcelona, estaba con sus amigos del colegio viendo el encuentro.

«Al final del partido mi hijo Isaac quedó muy avergonzado de mi comportamiento en el campo de fútbol. Lo mejor es que Isaac vino conmigo y me dijo: “Papá, no está bien lo que has hecho. Te deberían de haber pitado algunas faltas a favor, pero no está bien lo que le has hecho al árbitro”».

«Le dije a mi hijo que nunca hiciera lo que yo hice».

«Normalmente no me importa lo que gente piense de mí, pero en esta ocasión era realmente importante pedir disculpas, especialmente porque muchos niños estaban viendo el partido».

«Después del partido contra el Barcelona la situación se hizo difícil para mí. Cometí un error, pero estaba frustrado porque veía que la gente no había entendido por qué había reaccionado. Pedí perdón y todo, pero también quería mostrar que no soy aquel tipo de personas piensan que soy. No soy una mala persona. Busco ganar y a veces reacciono. La pasión me arrastra. Es parte de mi forma de ser y que tengo que mejorar. Todos somos seres humanos».

Parece una historia con un final feliz. Y lo es. Pero todas las historias siempre tienen dos caras.

Por un lado te deja un pequeño sabor amargo, porque hay muchos jóvenes que endiosan a sus ídolos y todo lo que hacen se convierte en código de conducta para ellos. ¡Qué gran responsabilidad para los grandes deportistas tener en cuenta esto! Por otro lado surge inmediatamente una sensación de satisfacción porque vemos que a pesar de estar rodeado de fama y gloria, personas como Drogba se dan cuenta de sus propios errores y saben pedir disculpas.

Pero el detalle que marca la diferencia es que hay hijos como Isaac que no tienen endiosados a sus ídolos, aunque sea su propio padre. Se dan cuenta que también ellos pueden cometer errores, y estos no hay que imitarlos.


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