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Ireneo Rodriguez González, Beato

Ireneo Rodriguez González, Beato
Sacerdote y Mártir, 6 de diciembre


Por: . | Fuente: Somos.Vicencianos.org



Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En distintos lugares de España, Beatos Fortunato Velasco Tobar y 13 compañeros, de la Congregación de la Misión;asesinados por odio a la fe († 1934-1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.
Era natural del pueblo de Los Balbases, provincia de Bur­gos, en donde vió la primera luz el 10 de febrero de 1879. Sus padres se llamaron Mamerto y Cristina.

Pasados en su pueblo natal los años primeros de su niñez, ingresó, juntamente con otros compañeros, en la recientemen­te fundada Escuela Apostólica de Arcos, en 1891, de donde pasó, al año siguiente, a Tardajos, al trasladarse a este pueblo aquella residencia de PP. Paúles.

Cursados los tres años de Latín y Humanidades, fue recibido en el Noviciado de la Congregación en junio de 1895. Supo aprovecharlo bien, formándose en el espíritu de buen hijo de San Vicente, y en el mismo espíritu y aprovechamien­to tanto en la virtud como en los estudios, cursó los estudios mayores de la carrera eclesiástica, hasta ordenarse de Meno­res y Subdiácono, respectivamente, el 18 y 25 de octubre de 1903; de Diácono, el 28 de este mes, y de Presbítero, el 1 de noviembre del mismo año.

A los pocos días de su ordenación sacerdotal, fue destinado a Filipinas. En aquellas islas permaneció dieciocho años, de­dicado a la enseñanza en los Seminarios de Cebú y San Pablo.

Su actuación destacó principalmente en calidad de párroco de la nueva iglesia dedicada a San Vicente de Paúl en Manila, que regentó siete años, con mucho celo y acierto, captándose las simpatías de propios y extraños.

El P. lreneo tenía la rara habilidad de hacer valer sus dotes, aun por encima de su mérito intrínseco. Llegó a adquirir fama de gran orador; no es que anduviera escaso de caudal, pero la verdad es que se explotaba a sí mismo con usura. Corno tenía la campechanía por arrobas, entreverada ciertamente con vetas de geniazo, y aun este registro fuerte le sacaba rara vez, conseguía en poco tiempo y sin esfuerzo lo que para otros hubiera constituido obra de romanos con­seguirlo.

El clima le rindió. Vino el natural desgaste. Y se impuso la vuelta a España, en 1920, para reponer su quebrantada salud.

Suspirando por Filipinas, volvió de nuevo a aquellas tie­rras en 1922; mas tuvo que despedirse de ellas en seguida.

En 1924 estuvo ya dando Misiones en la provincia de León y Diócesis de Astorga, en compañía del P. José Santos. Las privaciones que juntos en ellas padecieron las hacía más lle­vaderas el buen humor y excelente compañerismo de que siempre estuvo animado el P. Rodríguez. Por este tiempo y a causa del frío y la humedad, adquirió el P. Rodríguez una penosa y molestísima enfermedad; tuvo que operarse.

El bienio 1925-1926 residió en Madrid sin destino fijo.

Durante el curso 1926-192Z predicó Misiones en la Diócesis de Badajoz.

Destinado a Cuba, estuvo dos años y medio al frente de la iglesia de la Merced, en la Habana. No se hizo a vivir en tie­rras americanas y se vino a España, siendo destinado a Guada­lajara: aquí era confesor de los Apostólicos, capellán de monjas y confesor de las mismas, prefecto de la iglesia y Di­rector de la Asociación de la Medalla Milagrosa. Maestro en estos menesteres, se le hizo agradable la estancia en esta ciu­dad. A este tiempo se refieren los siguientes apuntes biográ­ficos que su Superior, a la sazón, el P. Gregorio Sedano, escribió a requerimiento nuestro y con destino a ilustrar y avalo­rar nuestro humilde trabajo:

“1. Alma de cera en un, temperamento sujeto al estam­pido.

He aquí la gráfica, en lo humano, del P. Ireneo Rodríguez, según mi visión psicológica, pobre y reducida a los años en que le conocí.

Con ella a la vista se descifra su conducta.

2. Por tener de cera el alma, tenía, ante todo, el P. Ro­dríguez don de gentes singular.

Sus pasos levantaban como arcos de saludos.

Era de esas figuras populares y amplias en, el barrio y la ciudad entera.

3. Suplemento de este don era su arte en la historieta —pasó por Filipinas…—y la campechanería —gracia llana y querenciosa—, propia del valle en que nació.

Con el cuento chistoso y la palmada al hombro se granjeaba al punto cordiales amistades, sobre las que vendría lue­go la siembra de la exhortación misionera.

4. Un derivado asimismo de dicha cualidad era también, su tipo emocional. Lo tierna le cuajaba al momento los ojos de lágrimas y le anudaba la expresión.

¡Cuántas veces nos sorprendió con, tales manifestaciones en el púlpito, en las repeticiones!…

A mí no se me enfría la emoción que me encendió cuando, al terminar la conferencia de la caridad fraterna en unos Ejer­cicios, me tendió tembloroso un abrazo sollozando un “¡Qué sublime!”. Y sí que era emotiva la causa y la ocasión. Pero, vaya!; para la sensibilidad del común la cosa no parecía para tanto. ¡Sólo en su alma, por ser tan de cera, había tenido aquellos efecto: de derretimiento dulce e inflamado.

5. Este don de las ternezas era la nota de sus devociones. Le gustaban los Caminos Rectos, las Pepitas de Oro… Se ex­plicaba por frases de sutil incoherencia…

Hablando, por ejemplo, de la Virgen, el P. Ireneo evocaba al pequeñín que balbuce lindezas sobre el halda bien querida.

6. El culto de la Milagrosa, por lo demás —se le veía—, le saciaba los anhelos hasta poder constituirle el afán señero y suficiente para llenar su vida.

Y así la Milagrosa de Guadalajara, la de la cara de Reina y Madre y de Virgen sin segundo, tuvo en el P. Rodríguez un verdadero apasionado y un celador todo desvelos por acre­cerla el culto y el número de coros.

7. Paúl de cuerpo entero, el P. Rodríguez sentía por las Misiones verdadero gozo. Y en mis días se fue a ellas por los pueblos cercanos desafiando su afección de reumatismo, la cual, recrudecida por tal causa, llegó a postrarle en cama con posibles fatales consecuencias.

8. La labor apostólica, sin embargo, que por aquellos días le robó el cariño de modo peculiar, fue la dirección de las Damas de la Caridad.

9. Otra buena cualidad del P. Rodríguez merecedora de alta estima era el orden en sus cosas.

10. Por su temperamento, adolecía de ciertos exabruptos, que con facilidad descomponían en extremo su habitual ta­lante. Pero, sobre no llegar probablemente a ser pecado tal, sabía él sacar de la necesidad virtud. No se le pondría el sol sin reparar las posibles ofensas; y era altamente edificante acu­sarse en Capítulo de “este mi genio”.

11. Era el P. Rodríguez amante enamorado de la Com­pañía y entusiasta enaltecedor de sus valores, éxitos y progre­sos. En las veladas de los niños había de pedir la palabra para una solfa muy suya.

12. Y a él se le notaba andar en el empeño de redoblar esfuerzos y cuidados, así en la propia santificación, como en el desempeño de sus ministerios, en aquella jornada ya de pára­mo abajo de su vida”.

Sin querer, me han salido doce puntos, doce estrellas…

Para cogerlas, nada mejor que el sartal de quejumbres que por las calles de Guadalajara a mi paso recientemente por allᗠeran el duelo universal por la desaparición de “¡aquel P. Rodríguez!”.

Parecían la réplica de aquello: “Hic homo… videbatur nobis camino mori non debuisse”.

Al soplar airadamente los vientos revolucionario’, no se espantó el P. Rodríguez; por ende, vino gustoso en quedarse de Superior interino de la Casa cuando la. Comunidad de ésta en su casi totalidad se trasladó a Murguía, con el objeto de salvar a los niños de las futuras consecuencias revolucionarias.

Y la actuación del P. Rodríguez culminó en estos meses, de marzo a julio de 1936, en la venta de la finca, que se venía hacía tiempo procurando por temor a la pérdida de la casa por un posible incendio criminal.

La verdadera joya que en esta casa se encerraba era la pre­ciosísima imagen de la Virgen Milagrosa. En, plena sesión del Consejo Doméstico se había tomado el acuerdo de cortarle la cabeza y esconderla, para salvarla, ya que era su cara de raro mérito, en caso de que amenazara un próximo asalto de la horda.

El P. Rodríguez quedó encargado de realizar esta doloro­sa faena. ¿La llevó a término? Nada se sabe. Es probable que, como triunfó el Movimiento al principio, desistiera de hacer semejante barrabasada por de pronta, y después, avasallados los héroes, la irrupción fue rapidísima, y por consiguiente no habría tiempo de pensar en la estatua muerta cuando las vi­vas andaban al filo de la muerte.

Borracha con el triunfo la jauría marxista, y también har­ta de comer los famosos bizcochos y demás cuantioso botín objeto de su rapacidad, se cebó cruelmente y con saña en los pobres derechistas vencidos; empero, como tantos, los mejores, habían caído en la heroica defensa y ya no quedaban, creían ellos, los rojos insensatos, valientes alcarreños a quienes te­mer, se contentaron con encerrar en el Fuerte medio millar, integrado por algunos supervivientes de la lucha, sacerdotes y adinerados, de derechas verdad unos y algunos también de los equivocados o cobardes en religión.

Entre éstos ejerció fructuoso apostolado el P. Rodríguez, quien con su prestigio anterior y su celo entonces avivado, ce convirtió en el oráculo de aquella mansión de pesadumbre y escuela de heroicas virtudes.

Que eso es lo que sabemos: que el P. Rodríguez fue dete­nido y recluido en el Fuerte, y que aquí fue un sacerdote ejem­plar y un apóstol celosísimo.

Pasaron los días y las noches, entre hastío, esperanza, bu­los, desilusiones, desesperación, aliento, sobresaltos, cábalas, sacas parciales para el paredón, etc. (así se vive en la cárcel), hasta diciembre de 1936.

Y llegó el 6 de este mes de diciembre para no borrarse jamás del recuerdo. fue tan triste, tan cargado de bochorno, tan negro, tan criminal, tan inaudito lo que aquel día se hizo en Guadalajara…

Para vengarse de un bombardeo hecho por los aparatos na­cionales, resolvieron los infames verdugos preceder y aun jus­tificar su abominable ejecución con la mascarada de una pú­blica manifestación que recorriera las calles pidiendo a los responsables las vidas de los desgraciados presos del Fuerte. Pero lo incalificable es que sacándoles a viva fuerza de sus ca­sas, obligaron a los propios parientes de los reclusos a ir entre la canalla manifestante. Tan refinada crueldad es el colmo. Mas, ¿quién puede imaginar los colmos que los rojos verifica­ron? Sólo hay una explicación: era la hora de la vesania y sadismo infernales.

En el Fuerte hubo, ante la inminencia del peligro, pensa­miento de resistir: morir matando, con las uñas, con los dien­tes, como se pudiera, era la consigna que muchos patrocina­ban. Fue entonces cuando se levantó digna y noble la voz au­torizada del P. Ireneo Rodríguez: “Muramos como mártires, ya que no podemos defendernos como caballeros.’”

Y ocurrió el asalto de las turbas sanguinarias.

¡Cuadro horrendo! ¿Cuántos muertos?

¡Todos! Más de QUINIENTOS!…

Más de quinientos leones de España inmolados como cor­deros, mártires cristianos en la hora suprema del sacrificio.

Bajad, ángeles del Cielo. Recoged toda la siega. No espi­guéis, que no hay espigas vacías.

¡Fuerte de Guadalajara convertido en ara inmensa sobre­cargada de inocentes víctimas!

¡Guadalajara, Guadalajara! Te sentías orgullosa de poseer en tu recinto ese suntuoso panteón de la Condesa de la Vega del Pozo, y no sabías que era un símbolo… ¡Tu verdadero panteón es el Fuerte de Ingenieros!

¡Día 6 de diciembre de 1936!…

Así murió el P. Ireneo Rodríguez, héroe de la trágica jor­nada.

Las imágenes de su iglesia de Guadalajara también fueron decapitadas, deshechas.

De ellas, ni rastro; de él, el recuerdo.

Una prueba fehaciente queda en Los Balbases, su pueblo natal, de su celo y de su cariño a la Virgen Milagrosa: su re­galo de una valiosa y artística imagen, un precioso estandar­te, ricamente bordado y una próspera Asociación por él es­tablecida. Otro misionero, hijo asimismo del pueblo, que con­tribuyó con, él, regalando varias urnas de la Visita Domicilia­ria, a que reine la Milagrosa en Los Balbases, lo cuenta y es­cribe: “Con esto deseo tributar un homenaje de cariñoso re­cuerdo al inolvidable compañero y querido hermano, que, sin duda, estará ya gozando de Dios, y, al mismo tiempo, recordar al pueblo lo que hizo por él tan buen hijo suyo.”

Que sí, que en el corazón de cada balbaseño debe haber, y habrá, un altar para su ilustre Mártir

BIOGRAFÍAS DE MISIONEROS PAULES Edición 1942
Autor: Elías Fuente


Este grupo de mártires está integrado por:

1. TOMÁS PALLARÉS IBÁÑEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 06 Marzo1890 en Iglesuela del Cid, Teruel (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

2. SALUSTIANO GONZÁLEZ CRESPO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 01 Mayo 1871 en Tapia de la Ribera, León (España)
martirio: 13 Octubre 1934 en Oviedo, Asturias (España)

3. LUIS AGUIRRE BILBAO
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 13 Septiembre 1914 en Murguía, Vizcaya (España)
martirio: 30 Julio 1936 en Alcorisa, Teruel (España)

4. LEONCIO PÉREZ NEBREDA
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 18 Marzo1895 en Villarmentero, Burgos (España)
martirio: 02 Agosto 1936 en Las Planas de Oliete, Teruel (España)

5. ANDRÉS AVELINO GUTIÉRREZ MORAL
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Noviembre 1886 en Salazar de Amaya, Burgos (España)
martirio: 03 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

6. ANTONIO CARMANIÚ MERCADER
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 17 Agosto 1860 en Rialp, Lérida (España)
martirio: 17 Agosto 1936 en Llavorsi, Lérida (España)

7. FORTUNATO VELASCO TOBAR
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 31 Mayo 1906 en Tardajos, Burgos (España)
martirio: 24 Agosto 1936 en Alcorisa, Teruel (España)

8. RICARDO ATANES CASTRO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Agosto 1875 en Cualedro, Orense (España)
martirio: 14 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

9. PELAYO JOSÉ GRANADO PRIETO
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 30 Julio 1895 en Santa María de los Llanos, Cuenca (España)
martirio: 27 Agosto 1936 en Gijón, Asturias (España)

10. AMADO GARCÍA SÁNCHEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 29 Abril 1903 en Moscardón, Teruel (España)
martirio: 24 Octubre 1936 en Gijón, Asturias (España)

11. IRENEO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 10 Febrero 1879 en Los Balbases, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

12. GREGORIO CERMEÑO BARCELÓ
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 09 Mayo 1874 en Sitios, Zaragoza (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

13. VICENTE VILUMBRALES FUENTE
sacerdote de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 05 Abril 1909 en Reinoso de Bureba, Burgos (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)

14. NARCISO PASCUAL y PASCUAL
hermano de la Congregación de la Misión (Vicenciano)
nacimiento: 11 Agosto 1917 en Sarreaus de Tioira, Orense (España)
martirio: 06 Diciembre 1936 en Guadalajara (España)







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