Antusa, Santa
Antusa, Santa
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Virgen
Martirologio Romano: En Constantinopla, santa Antusa, virgen, que, siendo hija del emperador Constantino Coprónimo, se dedicó con gran ánimo a ayudar a los pobres, a redimir a esclavos, a reparar iglesias y a edificar monasterios, y recibió el hábito monacal de manos del obispo san Tarasio. († c.801)
Princesa y monja, hija del emperador bizantino Constantino V, apodado Coprónimo, quien siguiendo las políticas de su padre el emperador León III el Isaurio, persiguió a quienes apoyaban el culto a las sagradas imágenes, entre ellos la propia princesa Antusa, quien fue azotada y desterrada. Volvió a Constantinopla a la muerte del padre para continuar ayudando a los pobres, rescatando esclavos, reparando iglesias, edificando monasterios... hasta finalmente ingresar en uno.
Hija del emperador de Oriente Constantino V Coprónimo y de la emperatriz Irene, la princesa Antusa nació cerca del año 750 en Constantinopla. Le fue dado tal nombre en honor a Santa Antusa dell´Onoriade, quien fundó monasterios masculinos y femeninos, fue hostigada a causa de la persecución iconoclasta y vaticinó el feliz desenlace del difícil embarazo gemelar de la emperatriz, del cual nacieron Antusa y su hermano León. Sin embargo, poco después murió la emperatriz, y Antusa y su gemelo fueron criados en la corte del padre.
Ya desde pequeña Antusa destacó por su amor y servicio a los más necesitados. Pero durante el gobierno de su padre, que duró del 718 al 775, éste se dedicó a perseguir monjes, monjas y a todos cuantos veneraban imágenes o reliquias, sobre todo después de celebrar el Concilio de Hieria (754) que condenó el culto de la imágenes.
Esta situación turbó profundamente la bonanza del reinado de Constantino e incluso su propia hija, la mismísima princesa Antusa, resultó afectada pues al oponerse a la persecución ella también fue azotada y desterrada. Ya antes se había opuesto a la posición de su padre al renunciar al matrimonio y dedicar su vida al servicio de Cristo.
A la muerte de Constantino V, en el 775, le sucedió en el trono el gemelo de Antusa con el nombre de León IV; entonces la princesa pudo volver y disponer de su heredad, ayudando con sus riquezas a cuanto pobre podía, además de restaurar iglesias, edificar monasterios y rescatar esclavos.
Cuando también León IV murió, en el 780, su mujer Irene se convirtió en regente hasta que su hijo menor Constantino VI tuviera la edad para hacerse cargo del gobierno, ofreciendo a su cuñada Antusa el asociarse con ella para dirigir el imperio.
Antusa rechazó la oferta pues ya había decidido pertenecer sólo a Dios y a Él servir, por lo que continuó con sus prácticas de caridad, ocupándose sobre todo de las viudas y de los huérfanos, a los que proveyó de educación a sus expensas hasta que en el 784 recibió el hábito monacal de manos del santo patriarca Tarasio, en el monasterio de la Concordia de Constantinopla, donde transcurrieron sus últimos años de vida realizando los más humildes servicios y asistiendo con amor a sus hermanas del monasterio.
Murió en el año 801, a los 51 años de edad. La tradición oriental la considera también mártir, pero este título no es reconocido por el Martirologio latino.
Le conmemoramos tanto en Oriente como en Occidente el 18 de abril.