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Homilia del DOMINGO XIV - Tiempo Ordinario Ciclo C
Homilia del DOMINGO XIV - Tiempo Ordinario Ciclo C
Dichoso el que escucha la palabra de Dios y la practica.
María escuchaba la Palabra y la guardaba en su corazón.
"Domingo XV
( Ciclo "C" )
+ Contexto del Evangelio: Betania: lugar amado para Jesús, que iba allí a menudo para refugiarse, para descansar un poco, a la casa de sus queridos amigos: Marta; María; y Lázaro... La dedicación de Marta, sus atenciones y su preocupación por atender a Jesús y a quienes lo acompañaban son celebradas por la Iglesia, que la venera como a Santa Marta, el día 29 de julio, proponiéndola como modelo de quienes se dedican a servir a sus hermanos en las tareas domésticas (amas de casa; servicio doméstico; etc.)
+ Pero el Evangelio de hoy centra nuestra atención en otra mujer menos digna de alabanza por su actitud para con el Señor: mientras Marta está atareada con los quehaceres domésticos, María se ha quedado sentada a los pies de Jesús, escuchando sus palabras... Sentarse a los pies era la actitud habitual de los discípulos cuando escuchaban a sus maestros. Ante Jesús, que en este momento de descanso y diálogo con sus amigos no ha dejado de enseñar, María no pierde la oportunidad y se coloca entre los oyentes, como una discípula.
+ Esto puede parecernos normal... pero no lo es en absoluto.
En la sociedad de aquel tiempo los maestros tenían discípulos, y los instruían públicamente. Pero las costumbres de la época no admitían que se pudiera tener discípulas. Un maestro jamás hablaba públicamente con una mujer, y menos para enseñarle. La legislación bíblica obligaba a asistir al templo para las festividades sólo a los varones; y en las sinagogas (casas de oración y estudio) las mujeres debían estar en un lugar aparte y secundario. Lo mismo sucedía en los atrios del templo. Por lo tanto, la escena de María sentada a los pies de Jesús es sencillamente escandalosa... el lugar de una mujer no era ese, sino la cocina o los otros quehaceres domésticos.
+ Este hecho, y el deseo de dar a Jesús y a sus acompañantes una buena atención, es lo que motiva la queja y el reclamo de Marta: si María no puede ser discípula, está perdiendo el tiempo a los pies del Señor, mientras no se lo sirve como corresponde...
Pero Jesús defiende la actitud de María. No deja de reconocer el espíritu servicial de Marta (te preocupas por muchas cosas) pero enaltece la actitud de María, que ha elegido la parte mejor.... Hay entonces una doble lección: se valora y se aprueba todo lo que sea servir a Dios; pero al mismo tiempo se presenta la escucha de la Palabra de Dios, el discipulado, como el primero, más elemental y mejor servicio.
Este Evangelio nos ayuda a comprender la importante diferencia entre hacer apostolados y ser apóstol, ser discípulo (etm. discere, aprender)
El discípulo permanece en actitud de escucha, incluso en un tiempo como el nuestro, signado por una grave hipoacusia espiritual generalizada.
Dichoso el que escucha la palabra de Dios y la practica.
María escuchaba la Palabra y al guardaba en su corazón.
+ Es importante destacar lo absolutamente revolucionario de la actitud de Jesús al admitir a María como discípula: es un gesto que rompe las barreras que desde siglos los hombres han puesto para marginar a la mujer en la sociedad (también en la sociedad religiosa).
El Evangelio de Lucas muestra muchas escenas en que Jesús obra como amigo de los marginados de aquella época: come con los pecadores; recibe y perdona a las mujeres de mala vida; se rodea de pobres (despreciados porque al no conocer la ley, no la cumplían correctamente); trata igual a los judíos y a los extranjeros; y hoy concretamente concede a las mujeres, igual que a los varones, la gracia de ser sus discípulas, sin hacer distinciones.
El machismo (que la Biblia presenta como una consecuencia del pecado original) siempre ha subsistido de muchas maneras, con distintas caretas. Curiosamente, hoy se ha disfrazado de Liberación femenina, que supone y proclama que si la mujer no hace las mismas cosas que hace el hombre, no hay igualdad. Así, muchas mujeres pierden su feminidad, desprecian la maternidad y ridiculizan la virginidad; o bien, en una especie de versión teológica del tema, se reclama a la Iglesia (como si fuese un derecho) incluso aquello que el mismísimo Cristo en persona (que como vemos, no titubeó jamás en romper con los esquemas que hubiese que romper) cambió: el sacerdocio para las mujeres; o se identifica la liberación femenina, con un desenfrenado destape moral, que transforma a la mujer en un simple objeto de placer y consumo para el varón... ¡ vaya liberación! Que termina en una esclavitud más pesada y degradante...
Uno de los aspectos de la novedad del Evangelio, consiste en terminar con la marginación de la mujer, porque ante Dios mujer y hombre tienen la misma dignidad y son igualmente hijos de Dios... pero esa igual dignidad, no significa que ambos tengan las mismas funciones y papeles: hay diversidad que es necesaria y es complementaria.
La promoción de la mujer en la sociedad civil y en la Iglesia, no pasa por reclamar para la mujer, la desvinculación de la familia o el sacerdocio... Toda mujer está esencialmente llamada a ejercer femineidad (con toda su particular densidad afectiva que el varón no posee), a través del don de sí, en la maternidad (familia) o en la virginidad consagrada (maternidad espiritual vida religiosa)
La mujer, allí dónde está, es la que transforma una casa en hogar, cosa que no puede hacer, ni un lavaplatos, ni un lavarropas...
Finalmente para todos (varones y mujeres): el Señor nos enseña hoy a no postergar nuestra relación con Él... (el Domingo pasado se nos instaba a no invocar a Dios para desentenderse del prójimo: hoy se nos pide no descuidar nuestra relación con el Señor, invocando compromisos sociales. O, en sabias palabras de Santa Teresa de Ávila: Ni María sin Marta, ni Marta sin María...
Contemplemos, como perfecto modelo del Evangelio de hoy, a María Santísima, síntesis de acción y contemplación; bandera de la dignidad femenina...
Amén.
( Ciclo "C" )
+ Contexto del Evangelio: Betania: lugar amado para Jesús, que iba allí a menudo para refugiarse, para descansar un poco, a la casa de sus queridos amigos: Marta; María; y Lázaro... La dedicación de Marta, sus atenciones y su preocupación por atender a Jesús y a quienes lo acompañaban son celebradas por la Iglesia, que la venera como a Santa Marta, el día 29 de julio, proponiéndola como modelo de quienes se dedican a servir a sus hermanos en las tareas domésticas (amas de casa; servicio doméstico; etc.)
+ Pero el Evangelio de hoy centra nuestra atención en otra mujer menos digna de alabanza por su actitud para con el Señor: mientras Marta está atareada con los quehaceres domésticos, María se ha quedado sentada a los pies de Jesús, escuchando sus palabras... Sentarse a los pies era la actitud habitual de los discípulos cuando escuchaban a sus maestros. Ante Jesús, que en este momento de descanso y diálogo con sus amigos no ha dejado de enseñar, María no pierde la oportunidad y se coloca entre los oyentes, como una discípula.
+ Esto puede parecernos normal... pero no lo es en absoluto.
En la sociedad de aquel tiempo los maestros tenían discípulos, y los instruían públicamente. Pero las costumbres de la época no admitían que se pudiera tener discípulas. Un maestro jamás hablaba públicamente con una mujer, y menos para enseñarle. La legislación bíblica obligaba a asistir al templo para las festividades sólo a los varones; y en las sinagogas (casas de oración y estudio) las mujeres debían estar en un lugar aparte y secundario. Lo mismo sucedía en los atrios del templo. Por lo tanto, la escena de María sentada a los pies de Jesús es sencillamente escandalosa... el lugar de una mujer no era ese, sino la cocina o los otros quehaceres domésticos.
+ Este hecho, y el deseo de dar a Jesús y a sus acompañantes una buena atención, es lo que motiva la queja y el reclamo de Marta: si María no puede ser discípula, está perdiendo el tiempo a los pies del Señor, mientras no se lo sirve como corresponde...
Pero Jesús defiende la actitud de María. No deja de reconocer el espíritu servicial de Marta (te preocupas por muchas cosas) pero enaltece la actitud de María, que ha elegido la parte mejor.... Hay entonces una doble lección: se valora y se aprueba todo lo que sea servir a Dios; pero al mismo tiempo se presenta la escucha de la Palabra de Dios, el discipulado, como el primero, más elemental y mejor servicio.
Este Evangelio nos ayuda a comprender la importante diferencia entre hacer apostolados y ser apóstol, ser discípulo (etm. discere, aprender)
El discípulo permanece en actitud de escucha, incluso en un tiempo como el nuestro, signado por una grave hipoacusia espiritual generalizada.
Dichoso el que escucha la palabra de Dios y la practica.
María escuchaba la Palabra y al guardaba en su corazón.
+ Es importante destacar lo absolutamente revolucionario de la actitud de Jesús al admitir a María como discípula: es un gesto que rompe las barreras que desde siglos los hombres han puesto para marginar a la mujer en la sociedad (también en la sociedad religiosa).
El Evangelio de Lucas muestra muchas escenas en que Jesús obra como amigo de los marginados de aquella época: come con los pecadores; recibe y perdona a las mujeres de mala vida; se rodea de pobres (despreciados porque al no conocer la ley, no la cumplían correctamente); trata igual a los judíos y a los extranjeros; y hoy concretamente concede a las mujeres, igual que a los varones, la gracia de ser sus discípulas, sin hacer distinciones.
El machismo (que la Biblia presenta como una consecuencia del pecado original) siempre ha subsistido de muchas maneras, con distintas caretas. Curiosamente, hoy se ha disfrazado de Liberación femenina, que supone y proclama que si la mujer no hace las mismas cosas que hace el hombre, no hay igualdad. Así, muchas mujeres pierden su feminidad, desprecian la maternidad y ridiculizan la virginidad; o bien, en una especie de versión teológica del tema, se reclama a la Iglesia (como si fuese un derecho) incluso aquello que el mismísimo Cristo en persona (que como vemos, no titubeó jamás en romper con los esquemas que hubiese que romper) cambió: el sacerdocio para las mujeres; o se identifica la liberación femenina, con un desenfrenado destape moral, que transforma a la mujer en un simple objeto de placer y consumo para el varón... ¡ vaya liberación! Que termina en una esclavitud más pesada y degradante...
Uno de los aspectos de la novedad del Evangelio, consiste en terminar con la marginación de la mujer, porque ante Dios mujer y hombre tienen la misma dignidad y son igualmente hijos de Dios... pero esa igual dignidad, no significa que ambos tengan las mismas funciones y papeles: hay diversidad que es necesaria y es complementaria.
La promoción de la mujer en la sociedad civil y en la Iglesia, no pasa por reclamar para la mujer, la desvinculación de la familia o el sacerdocio... Toda mujer está esencialmente llamada a ejercer femineidad (con toda su particular densidad afectiva que el varón no posee), a través del don de sí, en la maternidad (familia) o en la virginidad consagrada (maternidad espiritual vida religiosa)
La mujer, allí dónde está, es la que transforma una casa en hogar, cosa que no puede hacer, ni un lavaplatos, ni un lavarropas...
Finalmente para todos (varones y mujeres): el Señor nos enseña hoy a no postergar nuestra relación con Él... (el Domingo pasado se nos instaba a no invocar a Dios para desentenderse del prójimo: hoy se nos pide no descuidar nuestra relación con el Señor, invocando compromisos sociales. O, en sabias palabras de Santa Teresa de Ávila: Ni María sin Marta, ni Marta sin María...
Contemplemos, como perfecto modelo del Evangelio de hoy, a María Santísima, síntesis de acción y contemplación; bandera de la dignidad femenina...
Amén.
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