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Luchando por la autenticidad

Luchando por la autenticidad
Déjate de darle vueltas a esas menudencias y tontadas que adora parte de tu mundo joven. Sé, de una vez para siempre, un ser original.


Por: P. Felipe Santos |



Hola Jesús

Soy una joven que lucha por llegar a la madurez. Me cuesta mucho dominarme e intento imponer mi opinión a los otros. Después, a solas, me siento mal conmigo misma. Cada día hago mis propósitos. Pero, ¡qué va!, caigo en seguida en la misma rutina de siempre.

Me pongo nerviosa. Sé que me has dado unas cualidades excelentes para ser amiga, para ser constructora de vida entre mis amigos. Lo sé. Sin embargo, mi mal genio lo estropea todo.

Quiero ser una joven equilibrada para no andar un día bien y otro mal. No me entiendo a veces a mí misma. Digo como el salmista: ”¿Hasta cuándo..., hasta cuándo..., hasta cuándo?”.

Por otra parte, mis sueños me lanzan a la aventura inaccesible. Hay instantes en los que lo veo todo color de rosa. Otros, por el contrario, como una nube cerrada en el horizonte.

Alguien que me quiere mucho me dice: No sueñes con el futuro, disfruta del amanecer de este día. “Carpe diem”, es decir, vive el instante apretado entre tus manos. Toma conciencia de quién eres, qué posees. Y, sin miedos estúpidos, lánzate al mundo para desarrollarte como una persona digna. Cuando alguien se queja mucho, piensa que no está viviendo a tope su vida. El chico cristiano o la chica nunca se quejan, nunca lloran lamentos tontos, sino que crean vida a su derredor.

No me gustan los creyentes quejicas. No hacen nada. Todo les molesta pero no levantan un dedo para mejorar la situación en la que viven. Así hay muchos, desgraciadamente. Continuamente les lanzo llamadas urgentes de mi espíritu para que se levanten y dejen de hacer críticas facilonas de lo que ven en los demás y en las instituciones. Así no se arregla nada.

El Señor te contesta, hoy en concreto, con sus palabras: “Yo alegro tu corazón con mi auxilio”. Pero tienes que moverte.

En el mundo en que vives, quiero que seas una creyente “lanzada” y competitiva por el bien. La carrera de tu sociedad se encamina por el título, el honor, el dinero, los puestos sobresalientes de poder. Tú, sin embargo, vive tu realidad concreta: ser tú misma. Todos han de verte como una joven alegre, dinámica, entregada a grupos apostólicos para, de esta forma, alcanzar el equilibrio que anhelas.

Tu malestar te viene porque no haces nada. Te has juntado con un grupete de amigos que solamente piensan en pasárselo bien a su “ manera”. Y ésta, como sabes, está muchas veces lejana y distante de mis cristianos.

No te olvides: ” El Señor te observa desde el cielo...para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. Muchos se extravían obstinados”... Cuando una joven, como tú, vive en contacto conmigo, mediante la plegaria, la meditación, la Eucaristía, la penitencia... difícilmente marcha a trancas y a barrancas.

Tengo en cuenta las palabras que le dijiste al joven rico: “Ve y haz lo que te mando y tendrás vida”.

Déjate de darle vueltas a esas menudencias y tontadas que adora parte de tu mundo joven. Sé, de una vez para siempre, un ser original. Sí, amiga, arranca de raíz tu inconstancia, tus cambios continuos de carácter. Mira que la sociedad espera mucho de ti. No te preocupes. Yo te enseñaré el sendero de la vida”. Pero hazme caso, aunque seas débil, y verás cómo todo cambia en ti y en los otros. Haz la prueba. ¡Vamos!

Te quiere Raquel, 18 años







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