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UNA BIBLIA ESPECIAL

UNA BIBLIA ESPECIAL
Dios tiene formas insospechadas de hablarnos. Basta abrir el corazón para escucharlo.






Hace algunos años me enteré de la enfermedad mortal de un compañero de la escuela. Sabía que no deseaba que lo visitaran por eso le escribí una carta.

Quería consolarlo, animarlo a perseverar en la fe, a no perder la esperanza. Iniciamos así un coloquio sorprendente que duró casi un año.

Desde su cama de hospital me escribía, y cuando no podía más, su esposa transcribía sus palabras. Yo, desde mi cuarto le respondía. Le hacía llegar las cartas a través de su esposa. No lo vi más. Toda nuestra comunicación fue escrita.

Dios tiene sus formas de hablarnos, me decía. Y por las noches me sentaba a escribirle.
¡Animo!, le decía, ¡Eres especial para Dios!

Supe de sus accesos interminables de tos. El sufrimiento parecía insoportable.

Ofrece tu dolor, le aconsejaba, que te ayuden a santificarte y santificar a los demás.

Un día mencioné la santa Biblia. “¿Tienes una?”, le pregunté, “¿te puedo hacer llegar un ejemplar?”

“Cuando lees la Biblia”, le dije, “Dios te habla. Es una carta de amor a la humanidad. Te basta abrir los oídos del alma y escuchar al Padre celestial”l.

“Tengo una Biblia”, me respondió. “Curiosamente fue la Biblia que mis padres me obsequiaron cuando me gradué del colegio y que tantos años guardé sin abrir, la que ahora me consuela en mi enfermedad”.

Fue su última carta.

Dios le habla al hombre, su pequeña criatura, y cuando éste lo escucha, ocurren cosas maravillosas.

A cuantos conozco les aconsejo:
“Esa Biblia que tienes arrinconada, ábrela. Deja que Dios te enamore.
Su Palabra llega hondo al corazón y transforma y sana”.







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