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La educación de los hijos
Los padres son los primeros y obligados educadores de sus hijos. Lo que no aprendan en casa, en ningún lugar lo harán


Por: Francisco de Paula Cardona Lira | Fuente: Catholic.net




Los padres son los primeros y obligados educadores de sus hijos. Lo que los hijos no aprendan en casa, en ningún lugar lo harán.


La Iglesia nos dice que "puesto que los padres han dado la vida a los hijos, están gravemente obligados a la educación de sus hijos y, por tanto, ellos son los primeros y obligados educadores". Con ello, se nos recuerda que por ser padres tenemos la gran responsabilidad de educar a los hijos. "¡Que los eduquen en la escuela! ¡Que los eduque su mamá!" pueden ser algunos comentarios que escuchemos por muchos lugares. Sin embargo, la responsabilidad de educarlos es de los dos, de papá y de mamá. Todos los demás que estén alrededor de la familia, como la escuela, la parroquia, ayudarán a los padres en esa gran responsabilidad que tienen.

Si la educación no se da en casa, difícilmente se logrará en otro lugar. Si en casa los niños no aprenden a vivir amorosamente, ¿acaso lo aprenderán en la escuela? Si los niños en la familia no aprenden a respetar a los demás, a compartir lo que tienen, a colaborar con las necesidades de los demás miembros de la familia, ¿acaso lo aprenderán en la calle, en la misma escuela o en un parque? Lo que no se enseñe a los niños en casa, en ningún lugar se les enseñará.

Por lo tanto, los padres tienen la gran responsabilidad de crear un ambiente familiar lleno de amor por sus hijos, donde éstos conozcan a Dios, donde se respete a todas las personas y donde los hijos puedan ser mejores cada día, desarrollando sus cualidades, y donde aprendan a convivir con los demás.
Unos padres responsables se esforzarán por que sus hijos sean respetados en casa, aceptarán a cada uno como es y les ayudarán a ser mejores.

Es muy triste encontrar familias donde la palabra favorita de papá o de mamá es "NO". "¡No hables! ¡No corras! ¡No toques el florero!,…No, no, no,…Así los hijos no aprenderán jamás lo que sí pueden hacer.

Si un hogar no está revestido de amor, de respeto, ¿cómo aprenderán los hijos a amar y a respetar? Si papá siempre grita a los hijos, si los golpea, si los maltrata, ¿qué van a prender? Seguramente a gritar, a golpear y a maltratar. Luego, cuando los niños crezcan, así vivirán en la sociedad, en la comunidad. Por tanto, la familia ha de ser esa escuela donde los hijos aprendan a comportarse en sociedad: "En casa, dice un padre de familia, siempre nos esforzamos para que nuestros hijos compartan lo que tienen con sus hermanos, así como nosotros los papás lo hacemos entre nosotros y con los niños. Les tenemos mucha paciencia, aunque a veces nos dan ganas de castigarlos. En casa también les enseñamos a pedir todo por favor, a agradecer los favores que reciben, a colaborar con las obligaciones domésticas. Nos cansamos mucho, pero vemos cómo los niños cada día van siendo más responsables, más colaboradores, más agradecidos. Esperamos que en el futuro, y es lo más probable, sean excelentes ciudadanos".

Los hijos aprenden a amar a Dios y al prójimo en su casa. Si en casa no se habla de Dios, si no se le considera importante, ¿dónde van a aprenderlo? Si ellos ven que papá o mamá nunca reza, ellos no lo harán, aunque en el catecismo se les enseñe. Si ven que en casa se dicen mentiras, se engaña, así ellos lo harán en todos lados. Cuando los hijos aprenden a rezar en familia, a darle un lugar a Dios en la vida, a decir la verdad, si sus padres se esfuerzan por vivir como verdaderos cristianos, por ser piadosos, por amar a Dios de verdad, los hijos así lo harán.

Recuerden los padres que cuentan con la ayuda de Dios, quien, por medio del Sacramento del Matrimonio, da a los padres de familia las fuerzas, luces y ayudas que necesiten para la educación de sus hijos. Así no estarán nunca solos. Dios, por medio de su gracia, siempre los acompañará. Pero, "a Dios rogando, y con el mazo dando" según dice el refrán popular.


¿Qué se requiere de los papás para educar a sus hijos?

Aceptar las consecuencias de las dos grandes decisiones de la vida, casarse y dar la vida a los hijos. Estas decisiones nos comprometen a educar amorosamente los niños que Dios nos envíe. Si un padre es responsable de esas consecuencias, educará a sus hijos.

Es necesario ser muy generosos. Quien realmente ama a sus hijos, buscará el bien de ellos, lo mejor para ellos, aunque le cueste sacrificio. En la vida todo cuesta esfuerzo. Educar a los hijos ¡vaya que si cuesta! Pero un padre responsable hará todos los esfuerzos necesarios para educarlos. El precio del amor es el sacrificio, y "nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos", según nos dice el Señor. ¿Acaso no les darás lo mejor a tus hijos, frutos de tu amor conyugal?

Ten mucha paciencia. Si quieres realmente educar a tus hijos y cumplir con tu responsabilidad, sé paciente con cada uno de tus hijos y contigo mismo. La educación dura toda la vida. Ten calma.

Descubre a Jesucristo en cada uno de tus hijos. Quien reconozca al mismo Dios escondido en cada uno de sus hijos tendrá la facilidad de amarlo, educarlo y servirlo en ellos. Pide a Dios que seas capaz de descubrirlo en ellos.

Conocer lo que necesitan los hijos para ser educados. Si quieres construir tu casita, necesitas saber qué materiales haz de emplear, cómo colocarlos, dónde comprarlos, quién te ha de ayudar a edificarla. De la misma manera, hay que conocer lo que los hijos requieren para ser educados, cómo hacerlo y quien te puede ayudar.
Saber que educamos a nuestros hijos para algo especial, un fin para el cual fueron creados.

Mucho, mucho amor. Quien verdaderamente ama, buscará lo mejor para sus hijos y no descansará hasta verlos educados.

Confianza en Dios. Él, por medio del Sacramento del Matrimonio, se comprometió a ayudarte en la difícil y hermosa tarea de educar a tus hijos. Pídele su ayuda y colabora con Él.


Jesús dijo a sus discípulos que fueran por el mundo y enseñaran a toda criatura lo que Él les había enseñado. En este mandato, considérate tú enviado para enseñar a tus hijos. El pasaje lo encontrarás en San Mateo 28, 18-20.

Vence tu egoísmo y tu mal humor. Son los dos principales enemigos de la educación de los hijos. Quien es egoísta, no ama a su prójimo. Quien vive el mal humor, ofenderá con facilidad a los demás.

Oración.

Dios Nuestro, Padre de Bondad, ayúdanos en familia a que seamos responsables de nuestra obligación de educar a nuestros hijos, pues de nosotros depende el que tus palabras, Señor, lleguen a ellos. Pues de nosotros depende el que nuestros hijos crezcan en sabiduría delante de ti y de los hombres.
Amén.



Artículo patrocinado.

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