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Modernidad y dogmatismo

Modernidad y dogmatismo
Es dogmatismo votar una resolución contra las declaraciones del Papa, que tiene derecho a manifestar sus propias ideas...


Por: P. Fernando Pascual L.C. | Fuente: Catholic net



Un importante sector del mundo moderno tiene sus propios dogmas, aunque no siempre sea consciente de ello. Por eso cae muchas veces en actitudes dogmáticas, exclusivistas e intolerantes.

Porque es dogmatismo considerar que sólo la propia visión merece ser propuesta y difundida, mientras las demás propuestas han de ser rechazadas y marginadas en la vida social.

Porque es dogmatismo defender que sólo ciertas ideologías tienen derecho a la libertad de expresión, mientras las demás ideas sufren una persecución más o menos sutil.

Porque es dogmatismo pedir al Papa y a los obispos que no enseñen principios éticos que no gustan a las mayorías de un parlamento o a importantes organizaciones nacionales o internacionales.

Porque es dogmatismo aceptar como verdad científica lo que es simplemente una teoría que puede mejorar o ser rechazada sólo desde una confrontación abierta, pluralista y sin prejuicios ni imposiciones, confrontación que hace posible el auténtico progreso científico.

Porque es dogmatismo creer que existe un único camino, el uso de los preservativos, para detener el terrible avance de epidemias como la del SIDA, cuando la medicina y la reflexión ética pueden y deben mantener una actitud abierta a otras posibilidades, sobre todo si hay alternativas avaladas por buenos principios éticos y por resultados nada despreciables.

Porque es dogmatismo votar una resolución contra las declaraciones del Papa, una autoridad religiosa que tiene derecho a manifestar sus propias ideas, cuando el pluralismo y la libertad de expresión constituyen un principio básico para la existencia de las democracias.

Porque es dogmatismo encerrarse en un punto de vista considerado como verdadero sin abrirse a la perspectiva que permite el progreso auténtico del conocimiento humano.

Ninguna sociedad sana y abierta puede vivir desde dogmatismos peligrosos ni desde ideologías aferradas a prejuicios que parecen más propios de dictadores del pasado que de personas maduras y capacitadas para dialogar de modo constructivo.

Hace falta ir más allá de posiciones rígidas para construir un mundo más abierto y tolerante. Sólo así podemos buscar soluciones a los grandes problemas que afligen a millones de seres humanos. Sólo así logramos una actitud dialogante que permite reconocer criterios y valores auténticos, universales y justos, promotores de una sana convivencia y de una tolerancia basada en los derechos humanos fundamentales.







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