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La calabaza y la enamorada
... la enamorada acabó sin el amor de su vida, y la bruja, entre rejas, por estafadora...


Por: Miguel Ángel Cid | Fuente: La rana perdida



El periódico italiano Il messaggero publicaba el 21 de diciembre de 1998 un artículo interesante con este título: “Embrujada por una calabaza: joven estafada por una maga”. La historia que cuenta el artículo terminó como algunas antiguas películas de terror: la enamorada acabó sin el amor de su vida, y la bruja, entre rejas, por estafadora.

Todo empezó cuando una joven enamorada se quedó con un palmo de narices cuando su exnovio la dejó para irse con otra... La pobre no sabía cómo reconquistar a su amado y acudió a una de tantas brujas modernas. La tal bruja no tenía ni sombrero negro ni escoba ni los tres pelos canosos en la barba, pero sí tenía la misma desfachatez de las brujas de siempre...

Le advirtió a la señorita que sería un proceso largo y difícil, pero que el éxito estaba garantizado. ¡Manos a la obra! Tomó una calabaza, la vació, la colocó a los pies de un árbol, y comenzó a recitar una letanía inacabable de palabras extrañas... Acto seguido mezcló pimienta negra, granos de maíz, un trozo de corteza de árbol sudamericano, tres pelos de la muchacha y pulpa de la calabaza. Un meneo fenomenal y al horno por unos minutos... ¡Listo! Después de un mes con este rollo, la cosa seguía sin resolverse. Y la niña con el corazón hecho trizas.

Pero un día apareció su exnovio. ¡Por fin! Parecía que todo estaba arreglado. ¡Viva el potingue de la bruja! ¿Cómo podía dudarse de la eficacia de la calabaza mezclada con pimienta negra? ¡Era obvio que tenía que funcionar! Pero, mira por donde, el novio se presentó inesperadamente para informar a la chica de que había encontrado otro amor... ¡Nada! Resulta que los infalibles ritos mágicos no dieron buen resultado. ¡Qué raro! ¿Y entonces? Pues nada, la desgraciada jovencita, desolada, fue a contarle a su maga del alma que no había sido eficaz el rito de la calabaza. Y esto que se había gastado ya más de mil dólares en este cuento de hadas... La bruja, nada tonta y con cara de “sabelotodo”, le dijo que ya le había advertido desde el inicio que la cosa sería difícil; así que era necesario ser perseverantes y no desanimarse ante la primera dificultad que surgiera...

Pues bien, la enamorada optó por seguir luchando y gastó otros mil dólares más. Pero casualmente el novio nunca regresó. Ahora sí que se le desvendaron los ojos a la joven y se dio cuenta de que todo eso era uno de tantos timos de bruja. Hecha una furia y con lágrimas en los ojos, se dirigió corriendo y alocada a la policía para hacer una denuncia formal. De la encantadora calabaza, ni rastro...

En realidad así terminan casi todos los cuentos de brujas de la actualidad. Pero eso no sólo pasa en la tierra de Dante. En Nueva York, por ejemplo, el teniente Roberth Groth ha dirigido la operación Crystal Ball con el fin de arrestar a las magas de la ciudad que se dedican a estafar a los ciudadanos. De ese modo, Sonya Cruz, amante de la quiromancia de Queens acabó en el bote tras apropiarse de seis mil dólares de un supuesto cliente afectado por el “mal de ojo”. Lo mismo le ha pasado a Betty Uwanawich que facturó diez mil dólares por recibir siete visitas en su estudio de Manhattan a un desventurado. La lista sería interminable. ¡A ver si no acabamos por hacer cárceles para brujas y magas modernas!

Pero siendo francos, creo que no vendría nada mal una operacion Crystal Ball en cada ciudad, porque francamente, es una vergüenza... Y es que la mayor parte de las magas y brujas que pululan por las calles de nuestras ciudades, ahí están, estafando continuamente y... ¡no pasa nada! Una mesita pequeña, unas velas a medio consumir, un pañuelo en la cabeza, rostro de maldad, y... que si quiromancia para leer las manos, que si tarot para descubrir el porvenir en la sabiduría de las cartas de los arcanos mayores y menores, que si frenología para conocer el futuro en el cráneo... Que si fisiognómica, que si metoscopia, etc., etc., etc. ¡De todo! Todo: bolas de cristal, I King, hierbas mágicas, cábalas, ritos de la wicca... ¡De todo!

Como decía un articulista por ahí, estamos en tiempo de increencias, pero no de incredulidades... Es decir, corren días en que se ha perdido la fe en la verdad, y entonces, lo más fácil, es empezar a creer en la primera estupidez que se nos presenta delante. ¡Y es que el hombre no puede dejar de creer en algo que esté más allá de lo meramente material! ¡Es algo esencial a su naturaleza! Por eso, la solución definitiva al problema de la magia no está sólo ni especialmente en las operaciones Crystal Ball. Hemos de ser más profundos en las respuestas: hay que dar al hombre lo que pide en lo más íntimo de su ser... ¡Jesucristo!



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