¡Se me ha olvidado el móvil, que agobio!
Por: Fermín Apezteguia | Fuente: http://www.sontushijos.org
Cada persona consulta su tel?no una media de 34 veces al d? Los servicios de Psiquiatr?comienzan a llenarse de adictos incapaces de salir a la calle sin su terminal
Hubo un tiempo en que la gente se citaba a una hora en alg?ugar. «Quedamos a las seis de la tarde, delante de la fuente del parque». En aquella ?ca, no tan lejana, uno acostumbraba a llegar a casa despu?del paseo o el trabajo diario y sentarse un momento a respirar, en el sof? la silla de la cocina. A veces, en medio del relax, sonaba el tel?no.
–«¡Ah! Me has llamado... No estaba en casa. ¿Qu?uer??».
El mundo occidental era, m?o menos, as?asta que cambi? siglo. Ya no tiene nada que ver.
Lo habitual, ahora, es que a uno le vibre la pierna como si le estuviera sonando el m?. Aunque no lo lleve encima. Uno de los varios estudios realizados sobre este asunto concluye que el 68% de las personas reconoce sentir lo que se ha bautizado como el ‘s?rome de la vibraci?antasma’. Los expertos lo atribuyen a que estamos demasiado ‘movilizados’. Todo el d?pendientes de qui?nos ha llamado, si tenemos llamadas perdidas, de responder a quien no hemos podido atender y de leer y escuchar los mensajes que se acumulan en nuestros buzones de voz. Los cinco minutos de relax al llegar a casa se han acabado, porque lo primero que se hace al entrar por la puerta es comprobar el estado del contestador autom?co.
– «Tiene usted tres mensajes nuevos... Piiiiii. Mensaje n?o uno. Recibido hoy a las...»
El Centro de Estudios Especializados en Trastornos de la Ansiedad (CEETA)sostiene que un 53% de los espa?s sufre nomofobia, un t?ino que sirve para describir la «desagradable» sensaci?e ansiedad, incluso p?co, que uno siente al descubrir que el tel?no se le ha olvidado en casa. Es el miedo irracional a salir a la calle sin m?, un sinsentido que afectar?nada menos que a una de cada dos personas.
J?es de 18 a 24 a?/b>
Las v?imas, seg?EETA, se ponen malas s?con ver que se quedan sin bateria, saldo o cobertura. Aunque la crisis est?ebajando las cifras, se calcula que el 96% de los espa?s tiene m?, m?que en Estados Unidos, China y Francia; y que un 26% dispone de dos terminales. Espa?s, adem? el pa?del mundo con m?celulares por habitante. La psiquiatra Susana Jim?z Murcia, que ha estudiado el asunto, no confirma los datos dados a conocer por CEETA, pero s?onstata que entre el 1% y el 2% de las personas que consultan en el hospital Bellvitge donde trabaja acaban confirmando las sospechas originales. «Hay estudios epidemiol?os muy diversos. Unos apuntan a una prevalencia como la que hemos detectado en nuestro centro, 1% y el 2%, y otros alcanzan el 40%».
Los afectados, los que reconocen su afecci?se quejan de malestar general, hipervigilancia, inquietud y temor a sentrise desconectado o aislado s?porque se olvidaron el tel?no encima de la mesilla. Los m?propensos a padecer nomofobia son los j?es de 18 a 24 a? pero no son los ?os. Much?mas personas, de todas las edades, utilizan el terminal como despertador. La mayor?lo tienen en su mesilla de noche, pegado a la oreja, pero hay incluso quienes lo acurrucan y duermen abrazados a ?toda la noche. «Entre los chavales, es muy t?co, porque se pueden pasar la noche entera mand?ose mensajes, de SMS o ‘whatsapp’. Como consecuencia, duermen menos horas, con una calidad de sue?eor, que repercute en los estudios, el trabajo y las relaciones familiares», detalla la especialista catalana.
Los expertos dicen que, por otra parte, nos buscamos excusas. Con la disculpa de responder en el trabajo y de poder responder r?damente a una llamada de emergencia de nuestros padres o hijos, no descansamos. Estamos permanentemente alertas, a la espera de que suene el m? y nos traiga una noticia, la que sea. «Hay que separar momentos. La noche es para dormir y, el m? debe estar apagado,», explica la directora de CEETA, Marina Dolgopol.
Sumisi?b>
El m? crea dependencia y cuantos m?servicios ofrece, mayores posibilidades de sumisi?Seg?iversas investigaciones, los usuarios consultan su celular una media de 34 veces al d? Las consultas de Psiquiatr?asisten cada vez con mayor frecuencia a pacientes ‘movilmaniacos’, que buscan desesperadamente desengancharse de su adicci?«Hay muchas personas que presentan alg??oma de dependencia. La adicci?en cambio, es algo m?, detalla Jim?z Murcia. «El uso patol?o empieza cuando la actividad diaria del individuo comienza a verse interferida»
¿Es posible romper ese enfermizo v?ulo, por peque?ue sea?
Los especialistas dicen que s?y proponen, de entrada, como ejercicio, que se intente vivir un d?sin su m?. La experiencia les permitir?onocer hasta qu?unto sufren esa paradoja de sentirse incomunicados viviendo permanentemente colgados del tel?no. Durante la primera hora del d? «posiblemente la ansiedad se disparar? pero con el tiempo, seg?asen las horas, descubrir?no el placer de no estar constantemente preocupado de colorear su pantalla gris. Lograr?elajarse, se concentrar?ucho mejor y, con los d?, descubrir?ue, otra vez, duerme a placer.
Una buena parte de la dependencia al m? se debe, seg?os especialistas, al poco respeto que, cada vez m? se tiene con el tiempo libre de los dem? Hay quien insiste en llamarte aunque sean las once de la noche y vea repetidamente que no descuelgas. Por eso, una actitud que ayuda a sentirse liberado consiste en apagar el tel?no siempre que no se quiera ser interrumpido. A la hora de comer, cuando se est?eunido, en la consulta del m?co, al llegar a casa por la noche.
Acostumbre a sus contactos y c?ulo de familiares y amigos, «incluso a sus jefes» a llamarle s?hasta una hora determinada. Deje que el buz?e voz cumpla la funci?ara la que se program?sted necesita tiempo para relajarse y su pareja y sus hijos, para disfrutar de su compa?de una manera plena. Los amigos, y tambi?su trabajo, se beneficiar?de su nueva forma de vivir. El consejo m?co es claro: «Uno manda un mensaje y autom?camente se queda a la espera de la respuesta. Si ve que no llega, se angustia, se incomoda. No puede ser. Tenemos que identificar las reacciones absurdas –explica la especialista– apagar el m? de noche y acostumbrarnos a salir a la calle sin ? incluso los padres. Necesitamos m?actividades en familia y m?relaciones presenciales, al margen de las nuevas tecnolog?».