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Arte y Escolástica
Este libro de Jacques Maritain es un difícil pero irrenunciable instrumento para ordenar toda cabeza sensible al arte
Por: n/a |
¿Como sintetizar un libro como arte y escol?ica? Al menos, como podr?hacerlo un periodista: simplemente al modo period?ico, mostrando un testimonio de la calidad de los temas y de la calidad en el tratamiento de los temas. Por eso, en estos tiempos en que la "cultura" y el "arte" reclaman ser fines en s?ismos, el Maritain de los primeros tiempos, cuando no lo hab?ilusionado su humanismo integral, nos gu?por este mundo arduo y maravilloso en el que encontramos un sendero para nuestra sensibilidad.
Si la belleza es el esplendor de la forma, el arte tiene una obligaci?e vasallaje con la filosof?y la teolog? Cuando se emancipa de ellas, se convierte en un "amasijo sentimental", cuyo fin est?n s?ismo, "el arte por el arte", y ?especialmente a aquellos espiritus privilegiados que han nacido con el don art?ico? conduce a la desesperaci?al hartazgo, a la locura. Este libro es un dif?l pero irrenunciable instrumento para ordenar toda cabeza sensible al arte y perfeccionar sus disposiciones naturales en h?tos ordenados a su fin ?mo, que es Dios.
LOS ESCOLSTICOS Y LA TEOR? DEL ARTE
Los escol?icos no han escrito tratado alguno especial intitulado Filosof?del Arte. Ello es, sin duda, consecuencia de la ruda disciplina pedag?a a que estaban sometidos los fil?os de la Edad Media; ocupados en ahondar y hurgar en todos sentidos los problemas de la Escuela, poco o nada les inquietaba el dejar, entre esos profund?mos pozos de mina, regiones inexploradas Sin embargo se encuentra en ellos una teor?del arte muy profunda, pero, hemos de buscarla en las disertaciones austeras sobre alg?roblema de l?a -"de si la L?a es un arte liberal"-, o de teolog?moral -"¿c?la virtud de la Prudencia, virtud a la vez intelectual y moral, se distingue del Arte, que es una virtud intelectual?".
En estas disertaciones, en las cuales la naturaleza del arte s?es estudiada con ocasi?e otra cosa, se considera el Arte en general, desde el arte del Fabricante de nav? hasta el arte del Gram?co y del L?o, y no se hace cuesti?e las bellas artes en particular, pues su consideraci?o interesa "formalmente" al problema debatido. A la Metaf?ca de los antiguos hemos de recurrir para saber qu?ensaban de lo Bello, y desde ah?emos de avanzar al encuentro del Arte, y ver qu?s lo que resulta de la uni?e estos dos t?inos. Semejante procedimiento, si bien nos desconcierta, nos trae al menos una ense?a ? al ponernos de manifiesto el error de la "Est?ca" de los fil?os modernos que, al considerar en el arte s?las bellas artes, y al no tratar de lo bello sino en funci?el arte, corre el riesgo de viciar a la vez la noci?e Arte y la de Belleza.
Ser?pues posible, si reuni?mos y volvi?mos a trabajar los materiales preparados por los escol?icos, componer con ellos una rica y completa teor?del Arte. S?quisi?mos indicar aqu?lgunos de los rasgos de tal teor? pidiendo disculpas por el tono dogm?co impuesto as? nuestro ensayo, y esperando que, a pesar de su insuficiencia, estas reflexiones a prop?o de y en torno a m?mas escol?icas podr?atraer la atenci?obre la utilidad de un recurso a la sabidur?antigua, as?omo sobre el inter?posible de una conversaci?ntre fil?os y artistas, en una ?ca en la que todos sienten la necesidad de salir de la inmensa desaz?ntelectual heredada del siglo XIV y de volver a hallar las condiciones espirituales de una labor honesta.
* * *
Dios es bello. Es el m?bello de los seres porque, como lo exponen Dionisio, el Areopagita y Santo Tom? su belleza es sin alteraci?i vicisitud, sin aumento ni disminuci?y no es como la belleza de las cosas, que tienen todas ellas una belleza particularizada, as?omo tienen una naturaleza particular: "particulatam pulchritudinem, sicut et particulatam naturam". Dios es bello por S?ismo y en S?ismo, absolutamente bello.
Es bello hasta el exceso (Superpulcher) porque en la unidad perfectamente simple de su naturaleza preexiste de una manera superexcelente la fuente de toda belleza.
Es la belleza misma, porque El da la belleza a todos los seres creados, seg?a propiedad de cada uno, y porque es la causa de toda consonancia y de toda claridad. Toda forma, es decir toda luz, es "cierta irradiaci?roveniente de la claridad primera", "una participaci?e la claridad divina". Y toda consonancia o toda armon? toda concordia, toda amistad y toda uni?ualquiera ella sea entre los seres, procede de la belleza divina, tipo primitivo y sobreeminente de toda consonancia, que reine todas las cosas, las unas con las otras, y las llama a todas a S?mereciendo con raz?ajo este aspecto "el nombre de "kal? [bello] que deriva de Ilamar". As?la belleza de la creatura no es otra cosa que una semejanza de la belleza divina participada en las cosas", y siendo, por otra parte, toda forma principio de ser, y conservadora del ser toda consonancia, o toda armon? hay que decir que la hermosura divina es la causa del ser de todo, lo que es. Ex divina pulchritudine esse omnium derivatur. (De la hermosura divina se deriva el ser de todas las cosas).
En la Trinidad, a? Santo Tom? el nombre de Hermosura se atribuye propiamente al Hijo, pues en cuanto a la integridad, en efecto, o en cuanto a la perfecci?el Hijo, tiene verdadera y perfectamente en s?sin ninguna disminuci?la naturaleza del Padre. En cuanto, a la proporci?ebida, o a la consonancia, es la imagen expresa del Padre y perfectamente semejante; y ?a es la proporci?ue conviene a la imagen como tal. Por ?mo, en cuanto a la claridad, el Hijo es el Verbo, que es la luz y el esplendor de la inteligencia, "verbo perfecto a quien nada falta, y por as?ecirlo arte de Dios todopoderoso".
La belleza pertenece pues al orden trascendental y metaf?co. Por eso ella de suyo tiende a transportar el alma m?all?e lo creado. Hablando del instinto de lo bello escribe el poeta maldito -a quien el arte moderno le debe el haber retomado conciencia de la cualidad teol?a y de la espiritualidad desp?a de la belleza- que "es ?, este inmortal instinto de lo bello, quien nos hace considerar la tierra y sus espect?los como un atisbo, como una correspondencia del cielo. La sed insaciable de todo lo que est??all? que revela la vida, es la prueba m?viviente de nuestra inmortalidad. Es a la vez por la poes?y a trav?de la poes? por y a trav?de la m?a, c?el alma entrev?os esplendores situados m?all?e la tumba; y cuando un poema exquisito hace asomar las I?imas a los ojos, esas I?imas no son la prueba de un exceso de gozo, si no m?bien son el testimonio de una melancol?irritada, de una exigencia de los nervios, de una naturaleza exilada en lo imperfecto y que quisiera entrar en posesi?nmediata, ya sobre ?a misma tierra, de un paraiso revelado".
Desde que nos enfrentamos con un trascendental nos enfrentamos con el ser mismo, con una semejanza de Dios, un absoluto, la nobleza y el gozo de nuestra vida; entramos en el dominio del esp?tu. Es de tener en cuenta el hecho de que los hombres s?se comunican verdaderamente entre s?asando por el ser o por una de sus propiedades. S?por ah?e evaden de la individualidad en que los aprisiona la materia. Si permanecen en el mundo de sus necesidades sensibles y de su yo sentimental, por m?que traten de contar se los unos a los otros, no Ilegar?a comprencerse. Se observan los unos a los otros sin verse, cada uno infinitamente solos, por m?quo el trabajo o el placer aparenten unirlos. Pero si se llega al bien o al Amor, como los santos; a la verdad como Arist?es; a la belleza, como un Dante, un Bach o un Giotto, entonces el contacto se ha establecido, y las almas se comunican. Los hombres s?se re? realmente por el esp?tu, s?la luz los une, "intellectualit et rationalia omnia congregans, et indestructitilia faciens, la luz que reune todas las cosas intelectuales, y racionales, y las hace indestructibles. El Arte en general tiende a hacer una obra. Pero algunas artes tiendan a hacer una obra bella, y en eso difieren esencialmente de todas las dem? La obra para la cual trabajan todas las bellas artes est? su vez ordenada a la utililad del hombre; es, por lo tanto, un puro medio, y est?oda entera contenida en un g?ro material determinado. La obra en que trabajan las bellas artes est?rdenada a la belleza; en tanto qua obra bella es ya un fin, un absoluto, se basta a s?isma; y si en tanto que obra a hacer es material y est?ontenida en un g?ro determinado, en tanto que bella pertenece a reino del esp?tu, y se sumerge en la trascendencia y en la infinidad del ser.
Las bellas artes se destacan as?n el g?ro "arte", como el hombre se destaca en el g?ro "animal". Y lo mismo que el hombre, son a la manera de un horizonte en el que vendr? a tocarse la materia y el esp?tu. Tienen un alma espiritual. De donde se les siguen muchas propiedades distintivas. Su contacto con la belleza modifica en ellas algunos car?eres del arte en general, principalmente, como trataremos de mostrarlo, en lo que concierne a Ias reglas del arte; y al contrario acent? Ileva a una especie de exceso otros caracteres gen?cos de la virtud art?ica, entre los cuales, en primer lugar, su car?er de intelectualidad y su semejanza con las virtudes especulativas.
Por: n/a |
Jacques Maritain
"Arte y Escol?ica"
Editorial "Club de Lectores"
Buenos Aires 1972
219 p?.
¿Como sintetizar un libro como arte y escol?ica? Al menos, como podr?hacerlo un periodista: simplemente al modo period?ico, mostrando un testimonio de la calidad de los temas y de la calidad en el tratamiento de los temas. Por eso, en estos tiempos en que la "cultura" y el "arte" reclaman ser fines en s?ismos, el Maritain de los primeros tiempos, cuando no lo hab?ilusionado su humanismo integral, nos gu?por este mundo arduo y maravilloso en el que encontramos un sendero para nuestra sensibilidad.
Si la belleza es el esplendor de la forma, el arte tiene una obligaci?e vasallaje con la filosof?y la teolog? Cuando se emancipa de ellas, se convierte en un "amasijo sentimental", cuyo fin est?n s?ismo, "el arte por el arte", y ?especialmente a aquellos espiritus privilegiados que han nacido con el don art?ico? conduce a la desesperaci?al hartazgo, a la locura. Este libro es un dif?l pero irrenunciable instrumento para ordenar toda cabeza sensible al arte y perfeccionar sus disposiciones naturales en h?tos ordenados a su fin ?mo, que es Dios.
LOS ESCOLSTICOS Y LA TEOR? DEL ARTE
Los escol?icos no han escrito tratado alguno especial intitulado Filosof?del Arte. Ello es, sin duda, consecuencia de la ruda disciplina pedag?a a que estaban sometidos los fil?os de la Edad Media; ocupados en ahondar y hurgar en todos sentidos los problemas de la Escuela, poco o nada les inquietaba el dejar, entre esos profund?mos pozos de mina, regiones inexploradas Sin embargo se encuentra en ellos una teor?del arte muy profunda, pero, hemos de buscarla en las disertaciones austeras sobre alg?roblema de l?a -"de si la L?a es un arte liberal"-, o de teolog?moral -"¿c?la virtud de la Prudencia, virtud a la vez intelectual y moral, se distingue del Arte, que es una virtud intelectual?".
En estas disertaciones, en las cuales la naturaleza del arte s?es estudiada con ocasi?e otra cosa, se considera el Arte en general, desde el arte del Fabricante de nav? hasta el arte del Gram?co y del L?o, y no se hace cuesti?e las bellas artes en particular, pues su consideraci?o interesa "formalmente" al problema debatido. A la Metaf?ca de los antiguos hemos de recurrir para saber qu?ensaban de lo Bello, y desde ah?emos de avanzar al encuentro del Arte, y ver qu?s lo que resulta de la uni?e estos dos t?inos. Semejante procedimiento, si bien nos desconcierta, nos trae al menos una ense?a ? al ponernos de manifiesto el error de la "Est?ca" de los fil?os modernos que, al considerar en el arte s?las bellas artes, y al no tratar de lo bello sino en funci?el arte, corre el riesgo de viciar a la vez la noci?e Arte y la de Belleza.
Ser?pues posible, si reuni?mos y volvi?mos a trabajar los materiales preparados por los escol?icos, componer con ellos una rica y completa teor?del Arte. S?quisi?mos indicar aqu?lgunos de los rasgos de tal teor? pidiendo disculpas por el tono dogm?co impuesto as? nuestro ensayo, y esperando que, a pesar de su insuficiencia, estas reflexiones a prop?o de y en torno a m?mas escol?icas podr?atraer la atenci?obre la utilidad de un recurso a la sabidur?antigua, as?omo sobre el inter?posible de una conversaci?ntre fil?os y artistas, en una ?ca en la que todos sienten la necesidad de salir de la inmensa desaz?ntelectual heredada del siglo XIV y de volver a hallar las condiciones espirituales de una labor honesta.
* * *
Dios es bello. Es el m?bello de los seres porque, como lo exponen Dionisio, el Areopagita y Santo Tom? su belleza es sin alteraci?i vicisitud, sin aumento ni disminuci?y no es como la belleza de las cosas, que tienen todas ellas una belleza particularizada, as?omo tienen una naturaleza particular: "particulatam pulchritudinem, sicut et particulatam naturam". Dios es bello por S?ismo y en S?ismo, absolutamente bello.
Es bello hasta el exceso (Superpulcher) porque en la unidad perfectamente simple de su naturaleza preexiste de una manera superexcelente la fuente de toda belleza.
Es la belleza misma, porque El da la belleza a todos los seres creados, seg?a propiedad de cada uno, y porque es la causa de toda consonancia y de toda claridad. Toda forma, es decir toda luz, es "cierta irradiaci?roveniente de la claridad primera", "una participaci?e la claridad divina". Y toda consonancia o toda armon? toda concordia, toda amistad y toda uni?ualquiera ella sea entre los seres, procede de la belleza divina, tipo primitivo y sobreeminente de toda consonancia, que reine todas las cosas, las unas con las otras, y las llama a todas a S?mereciendo con raz?ajo este aspecto "el nombre de "kal? [bello] que deriva de Ilamar". As?la belleza de la creatura no es otra cosa que una semejanza de la belleza divina participada en las cosas", y siendo, por otra parte, toda forma principio de ser, y conservadora del ser toda consonancia, o toda armon? hay que decir que la hermosura divina es la causa del ser de todo, lo que es. Ex divina pulchritudine esse omnium derivatur. (De la hermosura divina se deriva el ser de todas las cosas).
En la Trinidad, a? Santo Tom? el nombre de Hermosura se atribuye propiamente al Hijo, pues en cuanto a la integridad, en efecto, o en cuanto a la perfecci?el Hijo, tiene verdadera y perfectamente en s?sin ninguna disminuci?la naturaleza del Padre. En cuanto, a la proporci?ebida, o a la consonancia, es la imagen expresa del Padre y perfectamente semejante; y ?a es la proporci?ue conviene a la imagen como tal. Por ?mo, en cuanto a la claridad, el Hijo es el Verbo, que es la luz y el esplendor de la inteligencia, "verbo perfecto a quien nada falta, y por as?ecirlo arte de Dios todopoderoso".
La belleza pertenece pues al orden trascendental y metaf?co. Por eso ella de suyo tiende a transportar el alma m?all?e lo creado. Hablando del instinto de lo bello escribe el poeta maldito -a quien el arte moderno le debe el haber retomado conciencia de la cualidad teol?a y de la espiritualidad desp?a de la belleza- que "es ?, este inmortal instinto de lo bello, quien nos hace considerar la tierra y sus espect?los como un atisbo, como una correspondencia del cielo. La sed insaciable de todo lo que est??all? que revela la vida, es la prueba m?viviente de nuestra inmortalidad. Es a la vez por la poes?y a trav?de la poes? por y a trav?de la m?a, c?el alma entrev?os esplendores situados m?all?e la tumba; y cuando un poema exquisito hace asomar las I?imas a los ojos, esas I?imas no son la prueba de un exceso de gozo, si no m?bien son el testimonio de una melancol?irritada, de una exigencia de los nervios, de una naturaleza exilada en lo imperfecto y que quisiera entrar en posesi?nmediata, ya sobre ?a misma tierra, de un paraiso revelado".
Desde que nos enfrentamos con un trascendental nos enfrentamos con el ser mismo, con una semejanza de Dios, un absoluto, la nobleza y el gozo de nuestra vida; entramos en el dominio del esp?tu. Es de tener en cuenta el hecho de que los hombres s?se comunican verdaderamente entre s?asando por el ser o por una de sus propiedades. S?por ah?e evaden de la individualidad en que los aprisiona la materia. Si permanecen en el mundo de sus necesidades sensibles y de su yo sentimental, por m?que traten de contar se los unos a los otros, no Ilegar?a comprencerse. Se observan los unos a los otros sin verse, cada uno infinitamente solos, por m?quo el trabajo o el placer aparenten unirlos. Pero si se llega al bien o al Amor, como los santos; a la verdad como Arist?es; a la belleza, como un Dante, un Bach o un Giotto, entonces el contacto se ha establecido, y las almas se comunican. Los hombres s?se re? realmente por el esp?tu, s?la luz los une, "intellectualit et rationalia omnia congregans, et indestructitilia faciens, la luz que reune todas las cosas intelectuales, y racionales, y las hace indestructibles. El Arte en general tiende a hacer una obra. Pero algunas artes tiendan a hacer una obra bella, y en eso difieren esencialmente de todas las dem? La obra para la cual trabajan todas las bellas artes est? su vez ordenada a la utililad del hombre; es, por lo tanto, un puro medio, y est?oda entera contenida en un g?ro material determinado. La obra en que trabajan las bellas artes est?rdenada a la belleza; en tanto qua obra bella es ya un fin, un absoluto, se basta a s?isma; y si en tanto que obra a hacer es material y est?ontenida en un g?ro determinado, en tanto que bella pertenece a reino del esp?tu, y se sumerge en la trascendencia y en la infinidad del ser.
Las bellas artes se destacan as?n el g?ro "arte", como el hombre se destaca en el g?ro "animal". Y lo mismo que el hombre, son a la manera de un horizonte en el que vendr? a tocarse la materia y el esp?tu. Tienen un alma espiritual. De donde se les siguen muchas propiedades distintivas. Su contacto con la belleza modifica en ellas algunos car?eres del arte en general, principalmente, como trataremos de mostrarlo, en lo que concierne a Ias reglas del arte; y al contrario acent? Ileva a una especie de exceso otros caracteres gen?cos de la virtud art?ica, entre los cuales, en primer lugar, su car?er de intelectualidad y su semejanza con las virtudes especulativas.
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