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Sobre la sepultura de Cristo
Corresponde a continuación tratar el terna de la sepultura de Cristo.


Por: Santo Tomás de Aquino | Fuente: http://www.almudi.org/Recursospredicacion/STh.zip/d/c51.asp



CUESTIÓN 51

Sobre la sepultura de Cristo

Corresponde a continuación tratar el terna de la sepultura de Cristo.

Y sobre esto se plantean cuatro problemas:

1._¿Convino que Cristo fuera sepultado?

2._Sobre el modo de su sepultura.

3._¿Se disolvió su cuerpo en el sepulcro?

4._Sobre el tiempo que estuvo muerto en el sepulcro.


ARTíCULO 1

¿Convino que Cristo fuese sepultado?

Objeciones por las que parece no haber convenido que Cristo fuese sepultado.

1. Acerca de Cristo se dice en Sal 88, 5-6: Ha sido hecho como un hombre débil, libre entre los muertos. Pero los cuerpos de los muertos son encerrados en el sepulcro, lo que parece contrario a la libertad. Luego no parece haber sido conveniente que el cuerpo de Cristo fuese sepultado.

2. tocante a Cristo nada debió acontecer que no fuese saludable para nosotros. Pero en nada parece tocar a la salvación de los hombres el que Cristo fuera sepultado. Luego no convino que Cristo fuese sepultado.

3. parece inconveniente que Dios, que estator encima de los cielos superiores, sea enterrado en la tierra. Ahora bien, lo que conviene al cuerpo muerto de Cristo, se atribuye a Dios por razón de la unión. Luego parece inconveniente que Cristo fuera sepultado.

Contra esto: está lo que dice el Señor, en Mt 26, 10, acerca de la mujer que le ungió: Una buena obra ha hecho conmigo; y luego añade, en el v.12: Derramando este ungüento sobre mi cuerpo, lo ha hecho con miras a mi sepultura.

Respondo: Convino que Cristo fuese sepultado. Primero, para comprobar la verdad de su muerte, pues uno no es puesto en el sepulcro sino cuando ya consta la verdad de su muerte. Por esto se lee en Me15, 44-45 que Pilato, antes de permitir que Cristo fuese sepultado, averiguó, tras diligente investigación, si había muerto.

Segundo, porque, por haber resucitado Cristo del sepulcro, se otorga la esperanza de resucitar, por medio de él mismo, a los que están en el sepulcro, conforme a aquel pasaje de Jn 5, 25-28: Todos los que están en los sepulcros oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren, vivirán.

Tercero, para ejemplo de los que, por la muerte de Cristo, están espiritualmente muertos al pecado, los cuales, sin duda, quedan sustraídos a la conspiración de los hombres (Sal 31, 21). Por lo cual se dice en Col 3, 3: Estáis muertos, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. De donde también los bautizados, que por la muerte de Cristo mueren al pecado, son como consepultados con Cristo por medio de inmersión, según aquellas palabras de Rm 6, 4: Hemos sido consepultados con Cristo por el bautismo en la muerte.

A las objeciones:

1. Cristo, incluso sepultado, manifiesta que fue libre entre los muertos, por cuanto que el encerramiento en el sepulcro no fue capaz de impedir que saliese de él resucitado.

2. Así como la muerte de Cristo fue causa suficiente de nuestra salvación, así también lo fue su sepultura. Por esto dice Jerónimo, Super Man.14, 63 : Resucitamos por la sepultura de Cristo. Y sobre las palabras de Is 53, 9: Dará los impíos a causa de su sepultura, comenta la Glosa : esto es, ¿os gentiles, que vivían sin piedad, los dará a Dios Padre, porque los adquirió con su muerte y con su sepultura.

3. Como se dice en un sermón del Concilio de Efeso : Nada de lo que salva a los hombres injuria a Dios, pues le presenta no pasible sino clemente. Y en otro sermón del mismo Concilio se lee : Dios no toma por injuria nada de lo que es ocasión de salvación para los hombres. Y tú no tengas por tan baja la naturaleza de Dios, como si alguna vez pudiera estar sujeta a las injurias.

ARTíCULO 2

¿Fue sepultado Cristo de modo conveniente?

Objeciones por las que parece que Cristo no fue sepultado de modo conveniente.

1. Su sepultura debe ser conforme a su muerte. Pero Cristo padeció una muerte vilísima, conforme a aquellas palabras de Sab2, 20: Condenémosle a muerte vergonzosísima. Luego parece no haber sido conveniente que se diese a Cristo una sepultura honrosa, por cuanto fue enterrado por los grandes, a saber, José de Arimatea, que era noble consejero, como se dice en Me15, 43, y Nicodemo, que era príncipe de los judíos, como se lee en Jn 3, 1.

2. en torno a Cristo no debió hacerse nada que fuese un ejemplo de superfluidad. Pero ejemplo de superfluidad parece haber sido el que, para enterrar a Cristo, viniese Nicodemo trayendo una mezcla de mirra y áloe como de unas cien libras, según se dice en Jn 19, 39; sobre todo, después que una mujer se había anticipado a ungir su cuerpo para la sepultura, como narra Me14, 8. Luego respecto de Cristo no se procedió convenientemente en este asunto.

3. no es conveniente que un hecho incluya elementos encontrados. Ahora bien, la sepultura de Cristo, por un lado, fue sencilla, puesto quejóse lo envolvió en una sábana limpia, como se dice en Mt 27, 59, y no entre oro, piedras preciosas o sedas, según comenta Jerónimo en ese mismo lugar; y, por otro, llena de ostentación, puesto que lo enterraron con aromas (cf. Jn 19, 40). Luego parece que la condición de la sepultura de Cristo no fue la conveniente.

4. todo cuanto está escrito, y especialmente acerca de Cristo, fue escrito para nuestra enseñanza, como se lee en Rm 15, 4. Pero en los Evangelios se narran algunas cosas sobre la sepultura que en nada parecen corresponder a nuestra enseñanza; por ejemplo, que fue sepultado en un huerto, en un sepulcro ajeno, nuevo, y excavado en la roca. Luego el modo de la sepultura de Cristo no fue el conveniente.

Contra esto: está el que en Is 11, 10 se dice: Y su sepulcro será glorioso.

Respondo: Es manifiesto que el modo de la sepultura de Cristo fue el conveniente con relación a tres realidades. Primero, en cuanto a confirmar la fe en su muerte y resurrección. Segundo, en cuanto a hacer más estimable la piedad de quienes le dieron sepultura. Por esto dice Agustín, en I De Civ. Dei : Laudablemente se recuerda en el Evangelio a los que, después de tomar su cuerpo de la cruz, se cuidaron de envolverlo y enterrarlo con cuidado y honoríficamente. Tercero, en cuanto al misterio, por el que son configurados aquellos que son sepultados con Cristo en la muerte (cf. Rm 6, 4) .

A las objeciones:

1. En la muerte de Cristo se recomienda la paciencia y la constancia del que padeció la muerte; y tanto más cuanto la muerte fue afrentosa. En cambio, en la sepultura honorífica se considera el poder del que muere, el cual, contra la intención de quienes le mataron, ya muerto, es enterrado honoríficamente; y con eso se prefigura la devoción de los fieles que habían de servir a Cristo muerto.

2. En la noticia del Evangelista (Jn 19, 40) sobre su sepultura según es costumbre sepultar entre los judíos, como expone Agustín, In loann., nos amonestó que, en los honores de esta clase tributados a los muertos, deben observarse las costumbres de cada nación. Y era costumbre de aquel pueblo enterrar a los muertos con aromas, afín de conservarlos por más tiempo incorruptos. Por esto, también en III De Doctr. Christ. se dice que en todas las cosas de esta naturaleza, lo culpable no es el uso sino la liviandad de quienes las practican. Y luego añade : Lo que en otras personas es, ordinariamente, un pecado grave, respecto de una persona divina o pro/ética es signo de algo grande. Además, la mirra y el áloe, por su amargura, significan la penitencia, mediante la cual uno conserva en sí mismo a Cristo sin la corrupción del pecado. Y el olor de los aromas representa la buena fama.

3. La mirra y el áloe se aplicaron al cuerpo de Cristo para que se conservase inmune de la corrupción, cosa que, de algún modo, parecía necesaria. Con esto se nos ofrecía un ejemplo de que podemos usar lícitamente algunos recursos preciosos, en calidad de medicinas, cuando se presente la necesidad de conservar nuestro cuerpo.

En cambio, la envoltura del cuerpo se ordenaba sólo a un cierto decoro de la honestidad. Y, en esto, debemos contentarnos con cosas sencillas. Sin embargo, con esto se significaba, como dice Jerónimo, que envuelve a Jesús en una sábana limpia quien lo recibe con alma pura. Y de aquí, como dice Beda, In Man., proviene la costumbre de la Iglesia de celebrar el sacrificio del Altar, no sobre telas de seda ni sobre paños teñidos, sino sobre lino terreno, a imitación del cuerpo del Señor sepultado en una sábana limpia.

4. Cristo fue sepultado en un huerto para significar que, por su muerte y sepultura, somos librados de la muerte, en que incurrimos por el pecado de Adán, cometido en el huerto del paraíso.

Y por eso, como dice Agustín, en un Sermón, el Salvador fue puesto en una sepultura ajena, porque moría en favor de la salud de los otros, y el sepulcro es la morada de la muerte. Esto permite también reflexionar sobre la magnitud de la pobreza que asumió por nosotros, pues el que durante su vida no tuvo casa, también después de su muerte es depositado en un sepulcro ajeno y, estando desnudo, lo tapa José.

Es colocado en un sepulcro nuevo, como dice Jerónimo, para que, después de la resurrección, quedando los demás cuerpos en el sepulcro, no se supusiese que era otro el que había resucitado. El sepulcro nuevo puede señalar también el seno virginal de María. Con esto puede insinuarse asimismo que, por la sepultura de Cristo, destruidas la muerte y la corrupción, todos somos renovados.

Fue enterrado en un sepulcro excavado en la roca, como escribe Jerónimo, no fuera que, en caso de haber sido construido de muchas piedras, se dijese que había sido robado socavando los cimientos. De donde también la gran piedra que se colocó demuestra que el sepulcro no hubiera podido ser abierto sin la ayuda de muchos . Incluso, si hubiera sido sepultado en la tierra, podrían decir: Removieron la tierra, y lo robaron, como comenta Agustín. Místicamente se significa con esto, como escribe Hilario, que por la doctrina de los Apóstoles es sepultado Cristo en el pecho de la dureza gentil, escindido por obra de la doctrina; pecho rudo y nuevo, no accesible antes al temor de Dios por ninguna entrada. Y porque nada, fuera de El, debe entrar en nuestros corazones, se echa a rodar la piedra a la entrada.

Y, como expone Orígenes, no se escribió por casualidad: José envolvió el cuerpo de Cristo en una sábana limpia, y lo puso en un sepulcro nuevo, e hizo rodar una gran piedra, porque todo cuanto se hace en torno al cuerpo de Cristo es limpio, nuevo y magnífico.

ARTíCULO 3

¿Se convirtió en ceniza el cuerpo de Cristo en el sepulcro?

Objeciones por las que parece que el cuerpo de Cristo se convirtió en ceniza en el sepulcro:

1. Así como la muerte es pena del pecado del primer hombre, así también lo es la conversión en ceniza, pues al primer hombre, después del pecado, se le dijo: Polvo eres y al polvo volverás, como se escribe en Gn 3, 19. Pero Cristo sufrió la muerte para librarnos de ella. Luego también su cuerpo debió convertirse en ceniza, para librarnos de la conversión en ceniza.

2. el cuerpo de Cristo fue de la misma naturaleza que los nuestros. Pero nuestros cuerpos, en cuanto mueren, comienzan a descomponerse, y quedan preparados para la putrefacción, porque, exhalado el calor natural, sobreviene un calor extraño, que causa la putrefacción. Luego da la impresión de que en el cuerpo de Cristo hubiera acontecido lo mismo.

3. como acabamos de decir (a.1), Cristo quiso ser sepultado para dar a los hombres la esperanza de que también ellos resucitarían de los sepulcros. Luego también debió sufrir la conversión en ceniza para dar la esperanza de resucitar a los que se habían convertido en ceniza después de la conversión en polvo.

Contra esto: está que en Sal 16, 10 se dice: No permitirás que tu Santo experimente la corrupción, lo que el Damasceno expone, en el III libro, como referido-a la corrupción que consiste en la disolución en los elementos.

Respondo: No fue conveniente que el cuerpo de Cristo se pudriese o se convirtiese en polvo de cualquier otro modo. Porque la putrefacción de cualquier cuerpo proviene de la flaqueza de la naturaleza de tal cuerpo, que es incapaz de mantener unido ese cuerpo por más tiempo. Pero, como se ha dicho arriba (q.50 a.l ad 2), la muerte de Cristo no debió producirse por la flaqueza de su naturaleza, a fin de que nadie creyese que no era voluntaria. Y, por tal motivo, no quiso morir de enfermedad sino por pasión inferida, a la que espontáneamente se ofreció. Y, por esta causa, para que no se atribuyese su muerte a la flaqueza de la naturaleza, Cristo no quiso que su cuerpo se corrompiese en modo alguno o que se descompusiese de cualquier manera; sino que, con miras a manifestar su poder divino, quiso que su cuerpo se mantuviese incorrupto. De donde comenta el Crisóstomo que, mientras los demás hombres viven y realizan grandes hazañas, las aplauden; pero cuando ellos mueren, perecen también sus proejas. Pero en Cristo sucede todo lo contrario, pues antes de su crucifixión todo era triste y débil; pero, una vez que fue crucificado, todo se hizo más claro, a fin de que te des cuenta de que el crucificado no era un puro hombre.

A las objeciones:

1. Cristo, por no estar sujeto al pecado, tampoco lo estaba a la muerte ni a la conversión en polvo. No obstante, quiso sufrir voluntariamente la muerte por nuestra salvación, por las razones antes alegadas (q.50 a.l). Si su cuerpo se hubiera corrompido o deshecho, eso cedería más bien en perjuicio de la salvación de los hombres, al pensar que en él no existía el poder divino. Por eso se dice sobre su persona en Sal 30, 10: ¿Quéprovecho hay en mi sangre, en tanto que yo bajo a la corrupción? Como si dijera: Si mi cuerpo se descompone, se perderá el provecho de la sangre derramada .

2. El cuerpo de Cristo, en lo que se refiere a la condición de la naturaleza pasible, era corruptible; pero no lo era en cuanto al mérito de la putrefacción, que es el pecado. Pero el poder divino preservó el cuerpo de Cristo de la putrefacción, lo mismo que le resucitó de la muerte.

3. Cristo resucitó del sepulcro por la virtud divina, que no reconoce límites. Y, por eso, el hecho de haber resucitado del sepulcro fue argumento suficiente de que los hombres habían de resucitar, por el poder divino, no sólo de los sepulcros, sino también de cualquier muerte.

ARTíCULO 4

¿Estuvo Cristo en el sepulcro solamente un día y dos noches?

Objeciones por las que parece que Cristo no estuvo en el sepulcro solamente un día y dos noches.

1. El mismo dice, en Mt 12, 40: Como estuvo Joñas en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el seno de la tierra. Pero estuvo en el seno de la tierra mientras estuvo en el sepulcro. Luego no estuvo solamente un día y dos noches.

2. Gregorio, en una Homilía de Pascua , dice que así como Sansón arrancó a media noche las puertas de Gaza, así también Cristo resucitó a media noche, quitando las puertas del infierno. Pero, una vez que resucitó, no estuvo en el sepulcro. Luego no permaneció en el sepulcro dos noches completas.

3. por la muerte de Cristo prevaleció la luz sobre las tinieblas. Pero la noche pertenece a las tinieblas, y el día a la luz. Luego fue más conveniente que el cuerpo de Cristo permaneciese en el sepulcro dos días y una noche, que no lo contrario.

Contra esto: está que, como dice Agustín, en IV De Trin. : desde la tarde de la sepultura hasta el alba de la resurrección median treinta y seis horas, esto es, una noche entera con un día entero y otra noche entera.

Respondo: El tiempo que Cristo permaneció en el sepulcro, representa el efecto de su muerte. Y se ha dicho antes (q.50 a.6) que por la muerte de Cristo fuimos librados de una doble muerte, a saber, la muerte del alma y la muerte del cuerpo. Y esto está significado por las dos noches que Cristo permaneció en el sepulcro. Pero, como su muerte no provino del pecado sino que fue asumida por caridad, no tuvo condición de noche sino de día. Esta es la razón de que esté significada por el día que Cristo estuvo en el sepulcro. Y así fue conveniente que Cristo estuviera en el sepulcro un día y dos noches.

A las objeciones:

1. Como escribe Agustín, en el libro De consensu Evang., algunos, ignorando el modo de hablar de las Escrituras, han querido ver la noche en aquellas tres horas, de sexta a nona, en las que se oscureció el sol; y el día, en las otras tres horas en que volvió a lucir sobre la tierra, es decir, desde nona hasta la puesta del sol. Sigue luego la noche futura del sábado que, contada con su correspondiente día, serán ya dos noches y dos días. Después del sábado, sigúese la noche del día primero después del sábado, esto es, del amanecer del domingo, en el que resucitó el Señor. Pero con esta manera de contar no se logra todavía la realidad de tres días y tres noches. Queda, pues, que la encontremos en el modo de hablar usado por las Escrituras, según el cual se toma la parte por el todo, de manera que entendamos una noche y un día por un día natural. Y así el primer día se cuenta desde el fin del viernes, en que Cristo murió y fue sepultado; el segundo día es un día completo con sus veinticuatro horas nocturnas y diurnas; y la noche siguiente forma parte del tercer día. Pues así como los primeros días, por la futura caída del hombre, se cuentan desde la luz hasta las tinieblas, así también éstos, por causa de la reparación del hombre, se cuentan desde las tinieblas hasta la luz.

2. Como escribe Agustín, en IV De Trin., Cristo resucitó al amanecer, cuando ya hay algo de luz, y, sin embargo, todavía queda algo de la oscuridad de la noche; por lo cual, en Jn 20, 1, se dice, a propósito de las mujeres, que vinieron al sepulcro cuando todavía estaba oscuro. En razón de estas tinieblas dice Gregorio que Cristo resucitó a media noche; no en la noche dividida en dos partes iguales, sino cuando la noche comienza a declinar. Aquel amanecer puede calificarse como parte de la noche y como parte del día, por la participación que tiene de una y de otro.

3. En la muerte de Cristo prevaleció tanto la luz, representada por un solo día, que disipó las tinieblas de dos noches, es decir, de nuestra doble muerte, como queda expuesto (en la sol.).







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