Sobre la la economía solidaria
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Homilía de Juan Pablo II,en la canonización de san Ezequiel Moreno, 11.X.1992
«Apoyar y estimular las organizaciones de economía solidaria, con las cuales nuestros pueblos tratan de responder a las angustiosas situaciones de pobreza. (...) Urgir respuestas de los Estados a las difíciles situaciones agravadas por el modelo económico neoliberal, que afecta principalmente a los más pobres. Entre estas situaciones es importante destacar los millones de latinoamericanos que luchan por sobrevivir en la economía informal» ( Santo Domingo 201).
«La solidaridad como actitud de fondo implica, en las decisiones económicas, sentir la pobreza ajena como propia, hacer carne de uno mismo la miseria de los marginados y, a la vista de ello, actuar con rigurosa coherencia. No se trata sólo de la profesión de buenas intenciones sino también de la decidida voluntad de buscar soluciones eficaces en el plano técnico de la economía , con la clarividencia que da el amor y la creatividad que brota de la solidaridad. Creo que en esa economía solidaria ciframos todos nuestras mejores esperanzas para la región» ( Juan Pablo II, L’Osservatore Romano , 12.IV.1987).
«No se trata ahora de ahondar en los conflictos sociales que aquejan a la sociedad mexicana, sino de promover una sociedad solidaria en la que los más pudientes se comprometan a ayudar a los menos favorecidos. Es el momento de proponer una economía solidaria , en la que se compaginen legítimamente las exigencias económicas con el respeto a la dignidad del hombre; en la que se reconozca sin ambages la prioridad del ser humano sobre los instrumentos de producción, sin sacrificar la eficacia de los métodos económicos, pero que tenga en cuenta la prioridad de los valores éticos» ( Juan Pablo II, Discurso a la Conferencia Episcopal Mexicana, 12.V.1990).
«Vuestro desafío en las actuales circunstancias ha de tener como objetivo común el servir al hombre latinoamericano en sus impostergables necesidades: luchar contra la pobreza y el hambre, el desempleo y la ignorancia; transformar los recursos potenciales de la naturaleza con inteligencia, laboriosidad y constancia; aumentar la producción y promover el desarrollo; humanizar las relaciones laborales poniendo siempre a la persona humana, su dignidad y derechos, por encima de los egoísmos e intereses de grupo. Mirando el actual panorama de América Latina y, más aún, las perspectivas de futuro, se hace necesario sentar las bases de una economía solidaria ».


