Destinatarios de la Misión de Aparecida
Por: Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga | Fuente: CELAM.org
Miremos a los destinatarios desde el punto de vista de la misión. La misión de la Iglesia es una pero los destinatarios son muy diferentes y entonces la misión adquiere una diversa modalidad según sean estos destinatarios.
¿Por qué hay que hacer esa distinción? Porque a diferentes destinatarios diferentes métodos, medios e inclusive contenidos. Basta acordarse de ese gran misionero llamado Pablo quien a unos daba alimento sólido y a otros solamente leche muy suave.(1 Cor 3,2)
Si miramos el conjunto del documento, pareciera que Aparecida no entra mucho en estas distinciones y quisiera como mirar a todos los destinatarios al mismo tiempo. Hay una mezcla de destinatarios y un salto continuo de los unos a los otros porque los mira a todos con una misma preocupación: la misión de la Iglesia.
El asunto es más que comprensible y lo advierte la misma encíclica Redemptoris Missio: “No es fácil definir los confines entre atención pastoral a los fieles, nueva evangelización y actividad misionera específica (ad gentes) y no es pensable crear entre ellos barreras o recintos estancados…Hay que subrayar además, una real y creciente interdependencia entre las diversas actividades salvíficas de la iglesia: cada una influye en la otra, la estimula y la ayuda. El dinamismo misionero crea intercambio entre las iglesias”
Pero una mirada más atenta nos lleva a darnos cuenta de que en realidad hay tres tipos de destinatarios pero advirtiendo de que están muy mezclados, geográfica, cultural y socialmente. A veces la mezcla se da dentro de una misma familia, cuando no dentro de un mismo corazón. Con razón un gran predicador (Mazzolari), decía que somos un poco cristianos y un poco paganos y que la línea que divide al cristiano del pagano pasa por el centro de nuestro propio corazón.
1. Misión como acción pastoral
Un primer grupo de destinatarios son los discípulos misioneros de Jesucristo comprometidos dentro de la Iglesia:
“Esta V Conferencia se propone “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” . (DA 10)
Al mirar a este primer grupo de destinatarios, Aparecida percibe luces y sombras. Por un lado, el panorama es alentador:
“Los esfuerzos pastorales orientados hacia el encuentro con Jesucristo vivo han dado y siguen dando frutos.” (DA 99).
“Debido a la animación bíblica de la pastoral, aumenta el conocimiento de la Palabra de Dios y el amor por ella. Gracias a la asimilación del magisterio de la iglesia y a una mejor formación de generosos catequistas, la renovación de la catequesis ha producido fecundos resultados en todo el continente” (DA 99)
“La renovación litúrgica acentuó la dimensión celebrativa y festivas de la fe cristiana centrada en el misterio pascual, en particular en la eucaristía. Crecen las manifestaciones de la religiosidad popular, especialmente la piedad eucarística y la devoción mariana.” (DA 99)
Por otra parte, hay también preocupaciones y no pocas:
“Tal como lo manifestó el Santo Padre en el discurso inaugural de nuestra conferencia, “se percibe un cierto debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la iglesia católica”(DA 100 b)
“Percibimos una evangelización con poco ardor y sin nuevos métodos y expresiones, un énfasis en el sacramentalismo sin el conveniente itinerario formativo, descuidando otras tareas pastorales. De igual forma nos preocupa una espiritualidad individualista. Verificamos asimismo una mentalidad relativista en lo ético y religioso” (DA 100)
“En la evangelización, en la catequesis y, en general, en la pastoral, persisten también lenguajes poco significativos para la cultura actual y, en particular, para los jóvenes… Los cambios culturales dificultan la transmisión de la fe por parte de la familia y de la sociedad” (DA 100 d)
De manera que la misión de la Iglesia asume ante estos destinatarios una modalidad específica como es la de la acción pastoral con nuevo ardor, con valentía, con audacia, con creatividad para reforzar la fe, la esperanza y la caridad que viven los católicos latinoamericanos y caribeños quienes requieren ser mejores discípulos y más aguerridos misioneros.
2. Misión como nueva evangelización
Un segundo grupo es el de los discípulos y misioneros que eran tales pero que ya no lo son más, por diversos motivos. Aparecida lo constata de diversas maneras:
“Según nuestra experiencia pastoral, muchas veces, la gente sincera que sale de nuestra Iglesia no lo hace por lo que los grupos “no católicos” creen, sino, fundamentalmente, por lo que ellos viven; no por razones doctrinales, sino vivenciales; no por motivos estrictamente dogmáticos, sino pastorales; no por problemas teológicos, sino metodológicos de nuestra Iglesia. Esperan encontrar respuestas a sus inquietudes. Buscan, no sin serios peligros, responder a algunas aspiraciones que quizás no han encontrado, como debería ser, en la Iglesia.”(DA 225)
La misión de la iglesia reviste ante estas situaciones la forma de “Nueva Evangelización” y es nueva porque se dirige a quienes ya fueron evangelizados y han perdido su fe, el sentido trascendental de sus vidas o sólo la pertenencia a la Iglesia.
“En las últimas décadas vemos con preocupación, por un lado, que numerosas personas pierden el sentido trascendental de sus vidas y abandonan las prácticas religiosas, y, por otro lado, que un número significativo de católicos está abandonando la Iglesia para pasarse a otros grupos religiosos” (DA 100)
No es fácil esta forma de misión. Hablarle a un joven del amor es algo que le interesa porque él se está abriendo a ese horizonte fantástico que lo llevará a unir su vida a otra persona amada. Pero hablarle del amor a un divorciado cuyas experiencias lo han llenado de pesimismo y tal vez de dolor y de rabia, es otra cosa, es tarea más difícil, más delicada, con menos posibilidades de dar fruto.
El fenómeno del indiferentismo religioso no nos es extraño y el trabajo de la cultura adveniente busca fomentarlo por todos los medios posibles, a la par que busca introducir una antropología que lo facilite:
“Se verifica a nivel masivo, una especie de nueva colonización cultural por la imposición de culturas artificiales, despreciando las culturas locales y tendiendo a imponer una cultura homogeneizada en todos los sectores. Esta cultura se caracteriza por la autorreferencia del individuo que conduce a la indiferencia por el otro, a quien no necesitando se siente responsable. Se prefiere vivir día a día, sin programas a largo plazo ni apegos personales, familiares y comunitarios. Las relaciones humanas se consideran objetos de consumo, llevando a relaciones afectivas sin compromiso responsable y definitivo” (DA 46)
3. Misión como acción misionera ad gentes
Un tercer grupo de destinatarios está formado por personas, grupos o pueblos que no han sido nunca discípulos misioneros de Jesucristo o porque pertenecen a pueblos donde la evangelización no se ha realizado, o porque pertenecen a otras tradiciones religiosas o porque están bajo el influjo de estructuras totalmente contrarias al evangelio, o porque pertenecen a familias que habiendo dado la espalda a Cristo y a la Iglesia no pusieron en acto la transmisión de la fe a la siguiente generación que es la de estos destinatarios o porque individualmente nunca se han interesado por Cristo o ni siquiera han sido desafiados con su mensaje.
La misión de la Iglesia adquiere entonces un rostro diferente como es el de la misión más allá de las fronteras de la fe, ad gentes. Es la misión hacia la otra orilla, esa donde la fe no se vive, al menos de manera explícita, “aquella en la que Cristo no es aún reconocido como Dios y Señor y la Iglesia no está todavía presente. (DA 376)
Es la misión que exige el contacto humano inicial, el diálogo, el primer anuncio del evangelio y la construcción inicial de la comunidad cristiana. Es la misión que enciende por primera vez el fuego de la fe en una persona o en un pueblo.
Los destinatarios de esta modalidad de misión que solemos llamar ad gentes, se abre a nuevas dimensiones como lo anota Aparecida siguiendo las reflexiones de Benedicto XVI:
“El campo de la misión ad gentes se ha ampliado notablemente y no se puede definir sólo basándose en consideraciones geográficas y jurídicas. En efecto, los verdaderos destinatarios de la actividad misionera del pueblo de Dios no son sólo los pueblos no cristianos y las tierras lejanas sino también los ámbitos socioculturales y, sobre todo, los corazones” (DA 375)
Las consideraciones geográficas se daban cuando se pensaba que la misión ad gentes era asunto de lejanas tierras a donde partían los misioneros especializados. Las consideraciones jurídicas asignaban estas tierras así llamadas de misión a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, de manera tal que las áreas que no fuesen adscritas a estas Congregación, no se tomaban en cuenta como desafíos misioneros.
Aparecida y el Papa nos dicen que los pueblos no cristianos son verdaderos destinatarios de la misión, pero también los ámbitos socioculturales.
En primer lugar hay que citar a las innumerables estructuras, organizaciones, instituciones que están directamente contra los valores del Reino de Dios como la vida, la libertad, la dignidad del ser humano, etc. Se trata de estructuras de muerte, no de vida. Pensemos en los regímenes que pisotean los derechos humanos, promueven limpiezas étnicas, eliminan la libertad, etc. Pensemos en instituciones poderosas e internacionales como el narcotráfico, el contrabando de armas, la trata de seres humanos. Pensemos también en ideologías totalmente cerradas a la trascendencia como el materialismo, el subjetivismo, el relativismo y su dictadura. No son caminos de vida.
“Hoy se plantea elegir entre caminos que conducen a la vida o caminos que conducen a la muerte (cf. Dt 30, 15). Caminos de muerte son los que llevan a dilapidar los bienes recibidos de Dios a través de quienes nos precedieron en la fe. Son caminos que trazan una cultura sin Dios y sin sus mandamientos o incluso contra Dios, animada por los ídolos del poder, la riqueza y el placer efímero, la cual termina siendo una cultura contra el ser humano y contra el bien de los pueblos latinoamericanos. Caminos de vida verdadera y plena para todos, caminos de vida eterna, son aquellos abiertos por la fe que conducen a “la plenitud de vida que Cristo nos ha traído: con esta vida divina se desarrolla también en plenitud la existencia humana, en su dimensión personal, familiar, social y cultural” Esa es la vida que Dios nos participa por su amor gratuito, porque “es el amor que da la vida” (DA 13)
En segundo lugar los nuevos areópagos que son realidades nuevas que, por lo general, trascienden las fronteras y que no son ni buenas ni malas sino lo que queramos, según si nos decidimos a llevarles el Evangelio como inspirador de fondo de las mismas, o no lo hacemos.
“Queremos felicitar e incentivar a tantos discípulos y misioneros de Jesucristo que, con su presencia ética coherente, siguen sembrando los valores evangélicos en los ambientes donde tradicionalmente se hace cultura y en los nuevos areópagos: el mundo de las comunicaciones, la construcción de la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos, sobretodo de las minorías, la promoción de la mujer y de los niños, la ecología y la protección de la naturaleza. Y “el vastísimo areópago de la cultura, de la experimentación científica, de las relaciones internacionales” . Evangelizar la cultura, lejos de abandonar la opción preferencial por los pobres y el compromiso con la realidad, nace del amor apasionado a Cristo, que acompaña al Pueblo de Dios en la misión de inculturar el Evangelio en la historia, ardiente e infatigable en su caridad samaritana.
Una tarea de gran importancia es la formación de pensadores y personas que estén en los niveles de decisión. Para eso, debemos emplear esfuerzo y creatividad en la evangelización de empresarios, políticos y formadores de opinión, el mundo del trabajo, dirigentes sindicales, cooperativos y comunitarios.
En la cultura actual, surgen nuevos campos misioneros y pastorales que se abren.
"Uno de ellos es, sin duda, la pastoral del turismo y del entretenimiento, que tiene un campo inmenso de realización en los clubes, en los deportes, salas de cine, centros comerciales y otras opciones que a diario llaman la atención y piden ser evangelizadas.” (DA 491-492-493)
En tercer lugar, y como campo principal de la misión ad gentes, nos dice el texto, son sobre todo los corazones. Y estos corazones pueden estar a tres metros de nosotros o mucho más lejos pero siempre esperando, como tierra buena, que sembremos en ellos la semilla de la Palabra de Dios para que a raíz del anuncio del Señor, el Espíritu y la libertad de respuesta, hagan que surja en ellos la fe y con ella un nuevo sentido de la existencia y un nuevo estilo de vida.
La acción misionera es una comunicación de corazón a corazón. El Kerygma no se comunica como una idea sino como una experiencia de vida que brota del corazón y es necesario orar para que el Espíritu Santo abra el corazón del destinatario, como abrió el corazón de Lidia (Hch 16,14) y reciba la Palabra del Señor testimoniada por el discípulo misionero.
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