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Animación bíblica de la pastoral
Aparecida nos invita a pasar de una pastoral bíblica a una animación bíblica de la pastoral.


Por: Leonardo Biolatto | Fuente: Catholic.net



En las comunidades, grandes y pequeñas, no faltan aquellos miembros que son reconocidos por el resto como “expertos” en Biblia. Ejercitan una lectura frecuente de las Escrituras, las estudian, leen libros sobre interpretación bíblica y asisten a cursos, seminarios o formaciones. Cuando una comunidad reconoce a estas personas, con el tiempo termina encargándoles la tarea bíblica. Así como existe una pastoral de la salud o una pastoral social, se constituye paralelamente la pastoral bíblica. Esta área parroquial o diocesana trabaja de manera similar a las demás: se reúnen regularmente, se especializan en su campo y asisten a la parroquia o Diócesis desde sus conocimientos, a través de subsidios, talleres, aportes, etc.

El problema que suscita esta modalidad, es que el resto de la comunidad, los que no participan del área, suelen tender a depositar en unos pocos la responsabilidad para con la Palabra. Así como, inconcientemente, se deposita en los miembros de la pastoral social, las tareas de atención a los necesitados, de la misma manera se transfiere a la pastoral bíblica el deber de leer la Escritura, reflexionarla y meditarla. Como si se tratase de una sistematización o un ahorro de recursos y energías, la mayoría concuerda en que la Biblia es cuestión de este puñado de personas. Esta transferencia no devela un error organizativo; debemos entender, amparados en la teología del Espíritu Santo, que algunos discípulos han sido llamados a servir primordialmente desde la Palabra. Pero también debemos entender que todos los discípulos misioneros están llamados a la Palabra y desde la Palabra. Como mencionamos antes, el error no es organizativo ni carismático, sino de concepto. Que haya servidores primordiales de la Palabra no significa que nos desliguemos de Ella, tanto como no podemos desligarnos de la acción social a pesar de existir la pastoral social. La responsabilidad hacia la Escritura es compartida con toda la comunidad, pero el Espíritu Santo suscita en algunos una dedicación más plena a la labor de discernimiento, estudio, reflexión, meditación y oración de la Palabra.

Aparecida se hace eco de esta necesidad de reafirmar el concepto de corresponsabilidad, y asegura sin dudar “la importancia de una pastoral bíblica, entendida como animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada o de proclamación de la Palabra” (DA 248). Entre todas las características de la conversión pastoral a la que nos invita el Documento, aparece la conversión de la pastoral bíblica, que no existe para restringirse a un grupo selecto, sino para ser base de cualquier actividad eclesial. La catequesis ha sido, tradicionalmente, la más ligada a la pastoral bíblica; pues bien, Aparecida quiere que las demás áreas se liguen también a ella, y más que eso, que se fundamenten en la Palabra. La animación bíblica de la pastoral es quitarle a la Escritura el elitismo para ponerla en los cimientos de todos los discípulos misioneros, y así, cimiento de la Iglesia. Para esta conversión, será preciso convertir la pastoral bíblica, convertir las demás áreas y convertir a los miembros de la comunidad.

a) Convertir la pastoral bíblica

Los actuales miembros de esta área, a la luz de Aparecida, tendrán que reinterpretar sus acciones y sus planes de acción. Aquella centralización de la Palabra que pudiesen haber obtenido con el tiempo, exige descentralizarse, y expandirse desde ellos mismos, desde su solicitud para con los demás hermanos, y la entrega no egoísta de su carisma. De una apertura sincera del área bíblica, en parroquias y Diócesis, se alcanzará la difusión plena de la Palabra.
Podríamos explicitarlo como una propagación del área bíblica a través de las demás áreas, cimentándolas, apoyándolas, ofreciéndoles la posibilidad de tomar protagonismo, de animarse a la Biblia. La animación bíblica es, justamente, lograr que los demás tomen dinamismo respecto a la Palabra: que la lean a diario, que se dejen interpelar, que encuentren el sentido para sus vidas, que descubran el mensaje comunitario y personal, que puedan actualizar el Evangelio sintiendo la Buena Noticia presente y real en el ahora. Animar es dar vida, y en la animación bíblica, dar Vida a través de la Palabra.

b) Convertir las demás áreas

Más allá de los esfuerzos del área bíblica, las demás áreas de la pastoral deberán convertir su actitud de alejamiento de la Palabra, descubriendo que la Biblia tiene injerencias concretas, efectivas y positivas en sus actividades. Además de ser animadas, las áreas tienen que animarse, perdiendo el miedo infundado a las Escrituras, preocupándose por acceder a los textos, a su interpretación y a la manera más adecuada de presentación en sus ámbitos de evangelización. No es necesario desacralizar la Biblia, pero sí quitarle el halo de intocable que le hemos dado, como libro difícil, ininteligible, inalcanzable. El proceso de conversión de las áreas consiste en acercarse a la Palabra, gradualmente, pero con pasos firmes, haciendo lectio divina en el comienzo de las reuniones, preparando encuentros realmente centrados en un pasaje o realizando las evaluaciones de las actividades basados en una lectura bíblica.

c) Convertir a los miembros de la comunidad

La conversión personal respecto a la Biblia es fundamental, tanto para el alimento personal del discípulo misionero, como para la evangelización. Los miembros de la comunidad, en la misma línea anterior, sin desacralizar, deben perder el miedo a la Escritura y acercarse a ella para la lectura cotidiana. Aparecida nos llama a animar nuestras vidas con la Palabra, a encontrar en los textos bíblicos la historia del Pueblo de Dios, la historia de la salvación, que nos involucra directamente con nuestras historias personales. El mensaje actual de la Escritura está, paradójicamente, en la eternidad de la Palabra, y no podemos dejar de valernos de ello para el acontecer cotidiano.
El discipulado transcurre escuchando al Maestro. ¿Y dónde escucharlo? La Biblia es un lugar privilegiado para oírlo. Dice el Documento: “Encontramos a Jesús en la Sagrada Escritura, leída en la Iglesia” (DA 247). Será este encuentro vivencial el que nos impulse a la misión, como también afirma el Documento: “Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios” (DA 247).



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