Se acabó la Cuaresma
Por: P. Eduardo Martínez Abad | Fuente: Catholic.net

Todos tenemos mucho que barrer, que limpiar. A todos, incluso a los santos, -pues eso confiesan en sus escritos-, nos duelen nuestras infidelidades a Dios, al prójimo y a nosotros mismos, y sentimos dolor, miedo o temor de Dios por la condenación eterna en la que hemos incurrido. Eso que nos lo explicaron, lo del dolor de atrición.
Otros llegan a dolerse por un amor grande al mismo Dios ofendido, y que nos enseñaron a llamar a esa actitud, dolor de contrición: "... que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero, no esperará, lo mismo que te quiero, te quisiera."
En nosotros se despiertan, al ponernos frente a nuestro pasado oscuro, de modo especial durante el tiempo de Cuaresma, se despiertan, repito, sentimientos de culpabilidad en mayor o menor grado y de un vago y ambiguo pesar, sintiendo disgusto de cosas pasadas.
Y en parte o en mucho, nuestra ignorancia de los contenidos cristianos, de su doctrina, del Evangelio sobre todo, produce en algunos, reacciones y actitudes un poco masoquistas, es decir, sintiendo un raro y oscuro placer de esas sensaciones de dolor, arrepentimiento, disgusto...
Pero qué pocos hay con ese convencimiento de la nueva vida que Jesucristo nos ha ganado para que la vivamos aquí y ahora ¡YA! ¿No recordáis las palabras de Jesús, cuando en la sinagoga acabó de leer un texto del profeta Isaías? (61, 1-2): “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oir". Después de la barrera de la muerte, la viviremos EN PLENITUD.
La Cuaresma es sólo mediación, es sólo puente. No nos quedemos en el puente, que es sólo paso para llegar a la otra orilla.
No produzcamos un desconcierto de valores, dando unas dimensiones desproporcionadas a la cuaresma, echando el resto de nuestros esfuerzos, de nuestros trabajos, de nuestras ilusiones ensoñadoras y agotado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, demos por finalizado el proyecto truncado del misterio de la Resurrección del Hijo de Dios de entre los muertos. Todo se acabó. ¡Adiós misterio de la Resurrección!
Los siete domingos que siguen al de la RESURRECCIÓN generalmente se viven como domingos cualesquiera.
La Liturgia de la Iglesia no es un conjunto de ritos, sino una realidad que busca y promueve la relación íntima y mística del ser humano con Dios y de Dios con el mismo ser humano.
Pues esa Liturgia, que es medio privilegiado para nuestra formación cristiana, la auténtica, nos declara en sus Normas Universales para el Año Litúrgico (NUAL):
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- Los DOMINGOS de este tiempo de PASCUA de RESURRECCIÓN, han de ser considerados y llamados “domingos de Pascua”
- Tienen precedencia sobre cualquier fiesta del Señor y de cualquier solemnidad
- Las solemnidades que coinciden con estos 7 domingos han de trasladarse al lunes siguiente
- Las celebraciones en honor de la Santísima Virgen o de los santos, que caen entre semana, no pueden ser trasladadas a estos domingos
Supongo os dais cuenta de la importancia que tiene la Pascua de Resurrección para la Iglesia, para nuestra Madre del espíritu, porque esta Resurrección de Cristo es el centro, y la cumbre de toda la vida cristiana, de toda la vida de la Iglesia y que se celebra y que Jesucristo lo actualiza en la celebración de la Eucaristía, nos dice el Concilio Vaticano II. Es el camino auténtico cristiano de la santidad hasta los desposorios con Dios.
Y mi triste experiencia, en tres continentes, es que esta etapa, este tiempo de PASCUA de RESURRECCIÓN no se acerca en nada al esfuerzo e interés que pone el pueblo cristiano, en todo el mundo, durante las cuatro semanas de cuaresma con la Semana Santa como colofón, que abre la puerta con la Vigilia Pascual a este tiempo de Resurrección, pero que no pasamos de la puerta.
Estos sentimientos e ideas que os trasmito, afortunadamente no son dogma de fe. Hay y habrá muchas cosas que matizar y hasta que suprimir. Vosotros lo podéis hacer con entera libertad. Y no olvidéis que yo parto de las muchas cosas buenas que hacemos los cristianos durante la cuaresma, aun con nuestras exageraciones y a pesar de que estemos descentrados, por el papel preeminente que damos a la cuaresma con respecto a la Pascua de Resurrección. No me lo recordéis, ni lo recordéis, que todos lo sabemos.
Ahora, después de esta tercera y última entrega, bueno será, que vosotros digáis lo que falta, lo que se puede añadir. Lo que debemos suprimir, porque quizás yo me he pasado de la raya. Pero que siempre esté razonado y buscando el bien de todos, el mío el primero, si estoy en un error craso. Clarito, ¿verdad? Pues adelante. Ahora es vuestro turno, intentando buscar, repito, el bien de Todos.
Saludo fraternal,
Eduardo MART-ABAD, escolapio.
Charlas anteriores:
1. La trampa de la Cuaresma
2. Muerte, ¿dónde está tu victoria?
Imagen: PDDM International website