Fraternidad de Cristo Redentor
Por: www.redentoristas.es.fm | Fuente: Catholic.net
Permitidme que hagamos un poco de historia, porque «hacer memoria» desde una actitud agradecida y orante es dar gracias a Dios. Y, hoy, sentimos necesidad de darle gracias por esta expresión de la vida contemplativa que encontramos «aquí» y «ahora».
Los que, desde hace ya años, pasamos por este monasterio sabemos cuánto hemos recibido, aunque tantas veces nos digan y repitan las hermanas: No tenemos nada, no podemos ofrecer nada...
Es ésta una ocasión maravillosa para dar gracias a Dios por esta Comunidad, por la Orden, mejor dicho, por la Familia Redentorista, que pone también al alcance de los seglares este don de la contemplación, de la vida contemplativa.
Recordemos el título de la anterior exposición: «Contemplación y experiencia cristiana de Dios». Sintetizando se nos decía: «La fidelidad a la Palabra confiere a la vida una categoría contemplativa que la convierte en presencia y en testimonio».
Quiere eso decir que la vida contemplativa no se ha encerrado aquí, ni en ningún monasterio. La vida contemplativa la llevamos todos los bautizados dentro de nosotros mismos. Lo que tenemos que hacer es sentir la urgencia de ser contemplativos, «ser», donde estemos. Quizá es aquí donde se enraíza la realidad de la Fraternidad de Cristo Redentor.
También en este momento me gusta que recordemos esa frase de Helder Cámara que ya en otras ocasiones hemos comentado: «Me gusta -decía él- repetir muchas veces que, si soñamos solos, nos limitamos al sueño. Cuando soñamos en grupo, alcanzarnos inmediatamente la realidad».
Esta es la impresión que creo tenemos todos los que comenzamos a vivir esta experiencia de la Fraternidad desde su puesta en marcha a finales de 1987. En el Adviento de 1987. Fue el momento en que se comenzó a hablar, mejor dicho, a compartir el sueño. Un sueño que el Padre nos había puesto muy dentro; un sueño en el que era Él quien marcaba el ritmo e iba mostrando el camino con un signo tras otro, para evidenciar cuál era el Proyecto. Un sueño, que, como todo sueño compartido, rasgaba los límites y abría el horizonte ensanchando la «Tienda del Encuentro». Era, es este sueño compartido, la realidad que hoy llamamos Fraternidad de Cristo Redentor.
En el punto de encuentro -en la Tienda- coincidieron:
1. La posibilidad que ofrecen las Constituciones renovadas de la Orden, presentadas y aprobadas en 1985, y que respondían a la llamada de la Iglesia para actualizar las normas y constituciones de la vida religiosa según las orientaciones del concilio Vaticano II y del nuevo Código de Derecho Canónico de 1983.
En el nº 12 de las Constituciones leemos: «Asimismo, cada monasterio puede prever ciertas formas concretas de participación o de agregación para laicos que quieran vivir la espiritualidad de la Orden».
2. El deseo, expresado de modos diversos por seglares, que habíamos pedido participar del carisma y misión de la Orden, desde nuestra situación laical, asumiendo, como estilo de vida, los rasgos propios que definen la espiritualidad redentorista y tomando corno referencia esta comunidad orante-contemplativa para responder a la llamada a la contemplación que, como don, Dios nos dejó injertado en el Bautismo.
En aquel año de 1987 no se nos presentó la Fraternidad en ninguna hoja de papel. Se nos dijo: «Vivid». Y empezamos a marchar. Se iba «haciendo camino al andar».
No es momento de hacer estadística, pero sí podemos comprobar que el número de personas que entonces se inscribieron era mayor que en la actualidad. Esto es algo normal en las cosas que comienzan. Luego, al ir profundizando en la identidad como miembro de la Fraternidad, uno descubre que sí, o que no, y se van decantando las posturas.
Ahora me atrevo a afirmarlo, y no sólo en nombre mío sino también por lo compartido con otros miembros, que «hemos ido creciendo hacia dentro». Y eso es lo importante. Quizá era así el Proyecto de Dios. Era su ritmo, no el nuestro.
Más adelante, se comienza a elaborar esta «hoja informativa» que nos ayuda a concretar.
¿Quiénes somos?
La Fraternidad de Cristo Redentor reúne a seglares que desean seguir a Jesús y vivir sus compromisos bautismales desde una dimensión de Fe-Oración.
Se saben llamados a participar de la espiritualidad redentorista y asumen la dimensión contemplativa como una forma de ser y hacer presente en el mundo a Cristo Redentor.
Volvamos al año 1987. En octubre, se acababa de celebrar el Sínodo sobre los laicos: «La vocación y misión del laico en la Iglesia y en el mundo». La llamada de este Sínodo sembró también una gran inquietud.
A raíz del Sínodo, el Papa Juan Pablo II ofreció a la Iglesia la Exhortación Apostólica «Sobre los laicos». En ella se insiste específicamente en la necesidad de la formación -para la misión- de los grupos de laicos y de las asociaciones. Porque el laico tiene que saberse realizador y llamado a realizar la misión de la Iglesia. No es sólo el que va a celebrar la Eucaristía, o el que ayuda... El Laico es el que se mete, hasta el fondo, y en el fondo está esa llamada a la contemplación.
Vivir desde la dimensión contemplativa, ésa es nuestra misión.
¿Cómo vivimos?
La meta del miembro de la Fraternidad es dejarse transformar por Jesús, de tal modo, que pueda llegar a decir con el apóstol Pablo: "Vivo yo, pero no soy yo; es Cristo quien vive en mí" (Gal 2, 20).
Para ello se esfuerza en vivir plenamente el EVANGELIO en todas las dimensiones de la vida.
La espiritualidad de la Fraternidad se expresa en una comunión con todo el MISTERIO DE CRISTO.
Para progresar en el amor, tendrá en cuenta que Jesús instituyó la Eucaristía como sacramento de caridad y signo de unidad. Alimentado frecuentemente por la PALABRA y comulgando el CUERPO DE CRISTO recibe luz y fuerza para hacer de su vida un sacrificio de alabanza para gloria del Padre, hasta llegar a ser EUCARISTÍA VIVA para la Iglesia y para el mundo.
Vivirá su dimensión orante en espíritu ECLESIAL. En unión con MARÍA, a ejemplo de los apóstoles, que en torno a ella esperaban la venida del Espíritu en Pentecostés.
El miembro de la Fraternidad, que siente este aldabonazo por dentro, se dice: Y esto, que es mi vocación bautismal, lo voy a vivir enraizado en el carisma y en la espiritualidad redentorista, porque abre las puertas para que iluminemos nuestro ser de bautizados con los rasgos que definen su espiritualidad y el estilo de su vida redentorista.
¿Cuál es nuestra misión?
Unimos nuestra oración a Jesucristo Redentor para que sea Él quien ORE en nosotros, participando en su redención, en favor de todos, especialmente de los más necesitados.
Procuramos hacer de nuestros hogares y de los lugares donde el Espíritu nos abra una puerta, cenáculos de oración.
Cada miembro de la Fraternidad quiere ser un testigo visible e irradiante, una MEMORIA VIVA de Cristo, por quien el Padre realizó su designio salvador.
¿Qué medios se nos ofrecen?
Se intenta cuidar el aspecto relacionado con la formación
- para la misión,
- la participación en la oración semanal compartida,
- Taller de oración, mensual,
- la oración litúrgica,
- Encuentros de formación mensual,
- otros encuentros de formación más específicos sobre aspectos concretos de la espiritualidad y el carisma redentorista.
¿Qué nos ofrece la Comunidad?
- Un lugar de oración y de silencio.
- Un Boletín, también mensual, que nos pone en comunicación y sirve como medio de formación para los miembros de la Fraternidad que viven fuera de Madrid.
- Una Biblioteca de libros de espiritualidad que se pueden llevar a casa.
Después de estos años de «marcha», por fin durante el curso 1994-95, se pensó en elaborar un «Marco Estatutario» para presentar la Fraternidad al Arzobispado de Madrid como «Asociación de laicos de la Orden del Santísimo Redentor».
No fue esto un mero trámite. Cuando recibimos la noticia de la aprobación por parte del Arzobispado... nos causó una profunda impresión por lo que significa de compromiso ante la necesidad de dar una respuesta responsable a esa confianza de la Iglesia.
Para terminar, insistimos en el aspecto de la formación. Todas hemos sentido la necesidad de buscar una mayor formación para responder e ir creciendo en el compromiso consciente y preparado para vivir la dimensión contemplativa en un enmarque distinto al de las hermanas, porque es en el mundo, en las tareas familiares, profesionales...
Y alguno se estará preguntando ¿y cómo es posible? Y... ¿cómo respondió Jesús? «Venid y lo veréis». En estas palabras se enraizó nuestro gesto de confianza ante la invitación: «Vivid».
Lo que está en el fondo de la cuestión es que podemos ser contemplativos, que somos contemplativos porque el Espíritu quiere que lo seamos y porque el Padre, el día de nuestro bautismo, nos llamó «hijos» y nos dijo: ¡Vivid la experiencia de ser hijos de Dios!
Monasterio de Cristo Redentor
Comunidad Contemplativa Redentorista
C/. Madre Celeste, 1-A
28044 Madrid
TELÉFONO: 91.508.68.00
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