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¿Iglesia Santa y pecadora?
Hoy en día circulan acusaciones contra la Esposa de Cristo tan graves y calumniosas, que todo hijo fiel debe reaccionar y reparar


Por: cristiandad.org |



Con demasiada frecuencia vemos que se opina con graves aseveraciones en materias que, o bien no se comprenden o, lo que es peor, se comprenden mal. Esto es así en tanto que no hablamos de las oportunidades en que los enemigos de la verdad deforman intencionalmente las cosas hasta lograr convencernos de lo contrario. Ya el aparataje de propaganda nacional-socialista predicaba: "miente, miente, que algo queda"

Como maestro por excelencia de la gran mentira, Adolf Hitler escribió en su el tratado político Mein Kampf, "la magnitud de una mentira siempre contiene un cierto factor de credibilidad, y es así como las grandes masas de gente muy en el fondo de sus corazones tienden a ser corrompidas, más que con maldad consciente e intencionada. Por lo tanto, en vista de la simplicidad primitiva de sus mentes, ellos caen más fácilmente víctimas de una mentira grande que de una pequeña, aunque ellos mismos mienten en pequeñas cosas, pero tendrían vergüenza de decir mentiras que fuesen demasiado grandes. Tamaña falsedad nunca entrará en sus cabezas, y ellos no serán capaces de creer en la posibilidad de que otros tengan tal monstruoso descaro e infame tergiversación."

En los últimos tiempos se ha puesto como que "de moda" blasfemar contra la santa Iglesia con una interpretación errónea y abusiva.

Se trata de la idea y aseveración sobre una Iglesia "santa y pecadora"

¿Qué es esto? Esta acusación es gravísima. La Iglesia es Santa, santísima. Pecadora, ¡no! Como católicos fieles al Magisterio y al Santo padre, protestamos contra esta acusación hecha sin distinciones. Afirmar esto así, es calumnioso y herético.

La Santa Iglesia se constituye sobre una parte humana y una divina. Resulta una herejía grave acusar así nada más, sin distinciones ni salvedades. Esto va directamente contra lo que afirmamos en el Credo: "Credo in Unam, Sanctam Catholicam et Apostolicam Ecclesiam". Es de fe creer esto, que la Iglesia es Una, Santa Católica y Apostólica. Son sus notas fundamentales que la hacen única y verdadera. Negar esto es ir contra lo más sustancial de la fe católica.

La Santa Iglesia, en cuanto tal, no es ni puede ser pecadora. Pecadores somos los hombres que de Ella formamos parte.

Cierta falta de formación en la feligresía, ciertos giros culturales hacen pensar a la mayor parte del mundo que la Iglesia se confunde con el clero. La Iglesia no es el clero. El clero es parte de la Iglesia, la parte más importante porque es a nuestros amados pastores a quienes cabe la augusta y grave tarea de gobernar la Iglesia, enseñar y administrar los santos sacramentos.

Pero el clero no es por si mismo, sólo, la Iglesia. La Iglesia es una sociedad divina y humana. Divina en cuanto Su cabeza es el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Humana porque Su cuerpo está hecho de hombres. Estos hombres estás afectados por el pecado original y pueden pecar, pero la Iglesia en cuanto tal es y siempre será santa.

El Divino Redentor prometió que las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella, esto es, que Ella nunca, jamás, enseñará mentira o pecado.

Es muy fácil atribuirle pecados a la Esposa de Cristo. No hablamos de las mentiras sobre Galileo, la Inquisición, las Cruzadas o la Evangelización americana. Harto espacio hemos dedicado y seguiremos dedicando a destruir esas leyendas negras que aún afectan a la conciencia de muchos fieles, pese al énfasis de los historiadores revisionistas modernos. No hablamos tampoco de casos citados ad nauseam como Alejandro Vi y otros papas pecadores, porque aunque fuesen jefes de la Iglesia, ellos no eran la Iglesia. La infalibilidad no se confunde con impecabilidad papal. ya hemos hablado de eso suficientemente.

La Iglesia es santa y no pecadora. Pecadores son sus miembros. No se puede acusar a la Iglesia en si misma, sin hacer distinciones, como pecadora.

Todo hijo amante y fiel a sus padres sabe defenderlos de calumnias y falsas acusaciones. Si somos hijos fieles, amantes de Cristo y de Su Esposa, fieles al Santo Padre y a todo el Magisterio, sabremos salir oportunamente, en cada oportunidad que se nos presente, a defender Su honra como hijos amorosos. En esto se verá nuestro amor, ésta es nuestra prueba de amor.

Mientras tanto, y en reparación, se asoman a nuestros labios palabras llenas de fe y certeza, las mismas que la tradición nos dice compusieron los mismos Apóstoles y que nos unen a ellos y a toda la Iglesia por el místico lazo de la Comunión de los Santos: creo en Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia...

 

 

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