Gilbert Bourdin: un dios bastante extravagante
Por: Revista Cristiandad | Fuente: Cristiandad.org

Si, por casualidad, un turista despistado se adentra en la magnífica y salvaje región de Castellane, en la alta Provenza, corre el riesgo de ir a parar al más extraño de los campamentos atrincherados. Imaginen un pueblo onírico y variopinto, entre Disneylandia y Shamballa, con falsos aires de mercadillo. Ese improbable lugar se llama Mandarom. Se trata de una "ciudad santa", habitada por unas cuarenta personas, discípulos feroces y obstinados del mesías cosmoplanetario llamado unas veces Hamsah Manarah y otras Hamsananda. Como escribió en 1991 un periodista de Libération, François Devinat, "esta nueva "ciudad santa" seguramente haría las delicias de un Umberto Eco, con sus monjes y monjas murmurando mantras al pie de las estatuas monumentales, sus intrigas mediúmnicas, su alfabeto esotérico y su nuevo mesías cosmoplanetario, víctima de la ceguera de los hombres".
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En muchos aspectos, el mesías de Castellane parece una caricatura. Cuando se digna aparecer en público, va envuelto en ropajes de lamé destelleante, tocado con una enorme tiara de kitsch y calzado con delicados escarpines blancos. En cuanto a sus discípulos, se contentan con exhibir curiosas diademas consteladas de diminutos espejos.
La ciudad de Mandarom es en sí misma un lugar único. Se accede a ella pagando veinticinco francos. Se encuentra dominada por una gigantesca estatua de Gilbert Bourdin, vestido con su larga túnica de gloria, sosteniendo un cetro de varios metros de largo y dándole curiosamente la espalda al valle sobre el que está situada. Durante un paseo con guía, se puede admirar a un "Cristo cósmico" armado con una espada llameante e incluso a una "Virgen María" que lleva en las manos... una pistola láser.
La doctrina del mesías es, efectivamente, un extraño cóctel de esoterismo, milenarismo y... ciencia ficción. Gilbert Bourdin se presenta como un mesías guerrero. Por lo demás, ha publicado una obra enormemente confusa, Je suis le Messie attendu, en la que describe a lo largo de unas ochocientas páginas sus combates psíquicos con los demonios procedentes del espacio. Gracias a ella, uno se entera, por ejemplo, de que en 1987 Hamsah Manarah libró una terrible batalla cósmica contra las tropas maléficas del ángel Metatrón: "El 6 de noviembre de 1987 perseguí a Metatrón, el demonio, hasta los hielos del polo norte y de Groenlandia, lo cual permitió la exterminación de unos doscientos cuarenta millones de Potencias angélicas demoníacas y la explosión de cuarenta fortalezas". Mil novecientos ochenta y ocho fue otro año de guerra. Bourdin lo resume así: "He depurado el judaísmo y la cábala de todos los ángeles rebeldes y de todas las agrégoras de magia negra que los habían impregnado".
En junio de 1991 recibió a la prensa y explicó a un público más que escéptico que es la reencarnación de Jesucristo y de Napoleón, antes de añadir: "Un día liquidé a diez mil millones de lemúridos y diez mil millones de atlantes para no envenenar la situación [...]. Tras haber derribado el muro de Berlín, evité una tercera guerra mundial".
Y los discípulos musitaron: "Oooom...".
La doctrina de Bourdin no es otra que el omismo. Se trata de una referencia directa al mantra "om", que supuestamente expulsa a los demonios para purificar el universo. Este aparente carnaval está muy bien organizado. La organización de los Caballeros del Loto de Oro defiende con rigor las tesis mesiánicas de Bourdin. Presente en la mayoría de los departamentos franceses, se estima que cuenta con alrededor de mil miembros.
La historia de Mandarom, sin embargo, se inició en la más estricta indigencia.
Gilbert Bourdin, nacido en La Martinica hace sesenta años, afirma haber vivido mucho tiempo como eremita en la gruta del Vauclause. Tras haber reunido a unos cuantos partidarios, se instala cerca de Castellane en el transcurso de los años setenta. En esa época, el grupo vive en una tienda de campaña. Poco a poco, construirá su ciudad santa.
Gilbert Bourdin reivindica un pasado sobrenatural. Según él, ha realizado las iniciaciones más misteriosas: es a la vez maestro de gnosis, hinduismo, budismo y sufismo; también ha conocido la francmasonería, el martinismo y a los templarios; incluso afirma haber cursado estudios de derecho y haberse presentado a la ENA (Escuela Nacional de Administración francesa).
A lo largo de los años, y gracias a la indiferencia de la municipalidad de Castellane, ha podido edificar su reino mesiánico. Pero un nuevo demonio le acecha: el ridículo. El miércoles 7 de octubre de 1992, un hombre de treinta y cinco años armado con un rifle de calibre 22, coge como rehenes a tres adeptos al culto. Se presenta como un "integrista musulmán" y conmima al mesías a que se presente ante él para someterse al "bautismo de fuego". En otros términos, ¡el hombre quiere dispararle a Bourdin para comprobar si realmente es el mesías! Este tipo de escándalo quizás constituye el precio del éxito. Porque la "ciudad" de Mandarom es en la actualidad una atracción turística regional y un nuevo elemento del folclore provenzal.
Mientras tanto, Gilbert Bourdin prosigue imperturbablemente su "guerra santa", cósmica e invisible.

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