Mohamed Ahmed Abdallah: un ser único
Por: Revista Cristiandad | Fuente: Cristiandad.org

Para muchos de sus discípulos, el Mahdi de Sudán es un caso único. Ningún aspirante ha alcanzado jamás semejante punto de la "realidad pseudo-mesiánica".
Ahmed Abdallah es indiscutiblemente un ser único, que ha dejado en la historia musulmana una huella viva y que todavía hoy cuenta con numerosos adeptos.
La saga del mesías comienza en 1843, en la localidad sudanesa de Dongola. Desde su nacimiento, Mohamed parece predestinado. No sólo lleva el nombre del ´Profeta´, sino que, además, su padre se llama Abdallah. Y la tradición islámica afirma que el Madhi llevará el nombre del ´Profeta´, y que el padre del Madhi llevará el nombre del padre del ´Profeta´, Abdallah.
La genealogía del chiquillo es, pues, considerada milagrosa. El niño manifiesta desde su más tierna infancia una inteligencia poco común. A los doce años ya se sabe el Corán de memoria.
Su padre muere prematuramente y Mohamed queda a cargo de sus dos hermanos, que ven en él a un "superdotado" y un ser excepcional. En consecuencia, deciden enviarlo a Jartum para que curse largos estudios. Los finaliza a los veinticinco años... y se retira a la pequeña isla de Aba, situada en el Alto Nilo. Durante quince años, vive la existencia solitaria de un anacoreta. A su alrededor se forma un círculo. Ya es objeto de admiración. Algunos establecen un paralelismo entre los quince años de retiro de Mohamed y los quince años de meditación que el ´Profeta´ pasó en su época cerca del monte Hira.
Mahoma había esperado hasta la edad de cuarenta años para difundir su ´misión profética´. Nuestro héroe también espera que se aproxime la cuarentena para declarar, en 1881, que es el Mahdi esperado y el reflejo vivo del ´Profeta´. Esta proclamación causa el efecto de una bomba. Es preciso decir que, desde hace algún tiempo, el culto a Mohamed Ahmed Abdallah inquieta a las autoridades. En cuanto se produce la proclamación, un contingente de soldados intenta apoderarse de él, y acaba destrozado por un ejército de derviches giradores. Porque en la isla de Aba, Mohamed se encuentra constantemente rodeado por una tropa de derviches que giran y giran sin cesar sobre sí mismos.
En mayo de 1882, un ejército colonial dirigido por el gobernador alemán Ziegler es aplastado también por cincuenta mil adeptos.
Mientras tanto, el Mahdi envía mensajeros por todo Sudán y el rumor se extiende como un reguero de pólvora. Él ha llegao y va a liquidar a los occidentales. En enero de 1883, las fuerzas mahdistas se apoderan de El Obeid, capital de la región de Kordofán. En esa época, Sudán está bajo dominio británico. Sin embargo, las tropas inglesas no quieren intervenir en lo que todavía les parece un asunto interior de poca importancia. Oficialmente, Sudán depende de la administración egipcia. Por eso los ingleses inducen a su hombre de paja, Tewkif, que dirige Egipto, a organizar una expedición. Es un fracaso total. En noviembre de 1883, el ejército egipcio está totalmente aniquilado, mientras que Sudán se sume en el caos. Los ingleses evacuan el país, si bien permanecen en Jartum y Suakim.
Paralelamente, la corona británica envía al escenario de los acontecimientos a un antiguo gobernador de Sudán, el general Gordon. Éste se convertirá para los musulmanes en el enemigo personal del Mahdi y la encarnación del ´Anticristo´, del Dajjal.
En cuanto llega a El Cairo, Gordon es nombrado gobernador general. Con el poder que le otorgan sus nuevas funciones, se instala en Jartum y decreta que la ciudad no debe caer de ningún modo en manos del mesías. Aquello sienta fatal. La mayoría de las tribus se unen a Mohamed Ahmed Abdallah y en marzo de 1884 Gordon se encuentra rodeado en Jartum. Entonces comienza el asedio, que finalizará el 26 de enero de 1885. Los refuerzos ingleses no pueden llegar a tiempo. Jartum cae y Gordon es atravesado por una espada. A continuación su cabeza es paseada por la ciudad y depositada a los pies del Mahdi. Durante varios días. el cuerpo es golpeado y acribillado a golpes de lanza. El palacio del gobernador es saqueado, y las mujeres, violadas.
Nuestro hombre se establece frente a Jartum, en la otra orilla del Nilo, en la ciudad ´santa´ de Omdurmán. El Mahdi no tarda en imponerse como un cruel dictador. Tras haber nombrado cuatro califas para que le ayuden, empieza a reprimir salvajemente a las tribus que todavía dudan de su carácter mesiánico. Le dará tiempo a establecer un sinfín de impuestos y a acuñar monedas, antes de sucumbir repentinamente en junio de 1885. De pronto, las fuerzas mesiánicas se encuentran sin mesías.
Ciertamente, el califa Abdallah, que ha tomado las riendas, proseguirá la construcción de un régimen puramente islámico. Pero el desmembramiento ha comenzado. Abdallah logrará mantener cierta unidad durante algún tiempo e incluso invadirá Etiopía. Es más: en 1898 le envía a la reina Victoria un telegrama para intimarla a abrazar el mahdismo. Siguiendo esta política, reanuda la guerra contra el Egipto de Tewkif.
Sin embargo, el ejército ha perdido su fanatismo, y las tropas egipcias lo derrotan. Es entonces cuando Inglaterra decide liquidar el régimen mahdista. En abril de 1898, veinticinco mil ingleses dirigidos por el general Kitchener se enfrentan a sesenta mil mahdistas ante Omdurmán. Tras dos horas y media de furiosa lucha cuerpo a cuerpo, el ejército mesiánico debe declararse vencido. Para señalar su triunfo, Kitchener decide entonces bombardear Omdurmán, apuntando muy especialmente hacia la magnífica tumba del Mahdi.
No obstante, uno de los jefes mahdistas, Osman Digna, ha podido replegarse hacia el sur. La batalla final tendrá lugar, pues, no lejos de las colinas de Karari. Veintisiete mil adeptos del mesías perecen en el combate. La victoria inglesa es total.
Un último y simbólico gesto: Kitchener ordena que el cadáver del Mahdi sea extraído del mausoleo y arrojado al Nilo. En 1899, los últimos jefes mesiánicos son detenidos. La revolución mahdista ha acabado. Con todo, el culto a Mohamed Ahmed Abdallah se encuentra lejos de extinguirse. Su mausoleo de Omdurmán sigue siendo un lugar de peregrinaje. Existen numerosos mahdistas no sólo en Sudán, sino también en toda África e incluso en Estados Unidos, a través de la organización nacionalista negra de los Ansarullah, que continúa viendo en él... a un mesías.

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