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Crece entre los jóvenes británicos el culto al vampirismo

El vampirismo tiene que ver con el poder y el dominio, y la sangre es el vehículo de la energía y la inmortalidad




Por: Por Stephen Khan - The Guardian | Fuente: Boletín Informativo de la Fundación S.P.E.S.




Boletín Informativo Nº 53 - Noviembre de 2003

Traducido y reproducido por Clarín


Allan Menzies puso la sangre que le salía del cuello a su víctima en una taza pequeña, la levantó y la llevó hasta sus labios. Convencido de que estaba a punto de volverse inmortal, el asesino, de 22 años, intentaba cumplir un sueño tan loco como descabellado: convertirse en un vampiro. El escalofriante asesinato de Thomas McKendrick, llevado a cabo en un pequeño pueblo escocés, fue brutal y ritualista. Lo sacrificó para saciar su sed de sangre y su obsesión por lo oculto. Sin embargo, en Gran Bretaña, ambos deseos ya no son tan particulares ni tan aislados: el vampirismo es un culto que crece rápidamente entre los jóvenes y sus filas aumentan a pasos agigantados.

Hay una gran variedad de películas y revistas sobre vampiros y hasta negocios especializados dedicados a satisfacer los gustos de aquellos que fantasean con convertirse en Drácula. En muchas ciudades de Gran Bretaña, hay sociedades de vampiros que se reúnen semanalmente para representar escenas de sus películas favoritas. Películas como “Underworld”, con Kate Beckinsale en el papel de una vampiresa guerrera, es un éxito de taquilla. Y, en sintonía con el fenómeno, hace unos meses, el estudio de cine de terror Hammer Films volvió a producir por primera vez en los últimos treinta años.

La próxima película de la saga “Blade”, en la que Wesley Snipes lucha contra un grupo de poderosos vampiros que quieren apoderarse del mundo, se empezará a filmar en las próximas semanas. Mientras tanto, ya surgieron miles de sitios de Internet en los que los vampiristas pueden intercambiar material y chatear sobre cuestiones ocultas. La doctora Glenice Byron, de la Stirling University de Gran Bretaña, dicta el único curso de post grado de la isla en “Imaginación gótica”. Y dice: “No creo que el público general sea consciente del grado de penetración que tiene el vampirismo en nuestra cultura”.

Sin embargo, a algunos fans no les alcanza con fantasear. Menzies dijo que el personaje Akasha de la película “La reina de los condenados”, protagonizada por la cantante norteamericana Aaliyah, lo había visitado para prometerle la inmortalidad a cambio de un asesinato. Menzies escribió: “Elegí convertirme en vampiro. Viví el horror, tomé su sangre y la hice mía”. El horror de verdad es el que experimentó Sandra French, la madre de Thomas McKendrick. En diciembre, la señora se cruzó con Menzies en un supermercado. El chico, a quien creía amigo de su hijo de toda la vida, le resultó extraño, pero no imaginó lo que vendría.

Menzies se acercó a la mujer y le preguntó si sabía cómo sacar las manchas de sangre de la ropa. La escalofriante pregunta recién cobró sentido tres semanas después, cuando aparecieron los restos descuartizados de su hijo Thomas. Las pruebas forenses revelaron que había sido apuñalado 42 veces y recibido 10 martillazos en la cabeza. Antes de colocar el cuerpo de costado para extraerle la sangre, Menzies se comió parte de la cabeza de su amigo. El crimen fue rápidamente referido al de una jubilada galesa, quien, hace un año, fue asesinada de 22 puñaladas, para luego sacarle el corazón y colocarlo en una bandeja de plata junto a su cuerpo.

La semana pasada, la Justicia le negó al asesino de la anciana, Matthew Hardman, el derecho a apelar a su condena. Con apenas 17 años, el chico estaba obsesionado con los vampiros y se tomó la sangre de su víctima para “alcanzar la inmortalidad”. El psicólogo forense Ian Stephen dijo que este tipo de obsesiones puede ser difícil de detectar. “Hay muchos adolescentes que se obsesionan con esta cultura y a sus padres les resulta imposible percibir esta transformación. El tema vira de un interés normal a algo que puede volverse verdaderamente escabroso”, dijo.

“El vampirismo tiene que ver con el poder y el dominio, y la sangre es el vehículo de la energía y la inmortalidad”, agrega Stephen. Es el mismo culto el que parece estar consumiendo a los dos jóvenes de Hampshire, Gran Bretaña, que ahora enfrentan la posibilidad de ir a la cárcel después de que, la semana pasada, un tribunal los encontró culpables de acosar a un vicario religioso. Un juez acusó a Scott Bower, de 26 años, y Ben Lewis, de 25, de haber manifestado un comportamiento “indignante y atroz” para con el reverendo Chris Rowberry, su esposa y sus dos hijos.

Durante un juicio que se celebró durante una semana en la corte de Southampton, Gran Bretaña, el jurado descubrió que los jóvenes habían acosado al vicario, de 45 años, porque representaba la fe cristiana. Ambos creían ser vampiros y, periódicamente, uno tomaba la sangre del otro. También alborotaban el patio de la iglesia en horas de la madrugada, pegaban fotos obscenas en la cartelera de la parroquia y hacían llamadas telefónicas molestas. A pesar de estos episodios escalofriantes, los fanáticos de los vampiros sostienen que su “hobby” no es peor que tener peces o ser hincha de un equipo de fútbol.

“Todos los fans vampiristas que conocí se sienten atraídos por la inmortalidad. Pero, a la mayoría, sólo les gusta ver películas de vampiros y, tal vez, leer un libro sobre el tema de vez en cuando”, dijo Arlene Russo, editora de la revista “Bite Me” (“Muérdeme”). Durante el día, Paul McKie, de 32 años, trabaja como analista informático y de finanzas en una compañía inmobiliaria. Pero, de noche, cuelga el traje y se convierte en uno de los vampiros de un grupo de teatro de Glasgow, Escocia. “No creo en los vampiros, pero conozco a gente que sí cree. Para mí, todo esto es divertido. Puro escapismo,” dice.

Para Sandra French, la madre de Thomas McKendrick, en cambio, el vampirismo es un horror demasiado real del que no puede escapar. La mujer no puede zafar del dolor en el que la hundió Allan Menzies: “Nunca podré perdonarlo ni olvidar las cosas horrorosas que escuché”, dijo, refiriéndose al relato que hizo el asesino del homicidio de su hijo. “¿Por qué tuvo que llevarse a mi Thomas?”, preguntó, a gritos en la Corte. Curiosamente, Menzies no mostró ningún remordimiento. Cuando le preguntaron si le gustaría volver el reloj atrás, French dijo ‘No’. Es perverso y disfruta causándole dolor a los demás”.

© The Guardian - Traducción de Claudia Martínez

 







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