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La brujería se extiende por Europa
Las practicas de santería, ouija, brujería y espiritismo cotizan hoy al alza en los países de occidente


Por: José A. Méndez | Fuente: La Razón



Finales del siglo XVI, principios del XVII

Las hogueras europeas se multiplican para «ajusticiar» a brujas, taumaturgos y hechiceros.


Finales del siglo XX, principios del XXI

Los sucesores de aquellos brujos hacen su agosto económico entre Europa y América. Y es que las practicas de santería, ouija, brujería y espiritismo, lejos de estar perseguidas cotizan hoy al alza en los países de occidente. De hecho, cada vez son más los expertos que alertan del auge este tipo de prácticas en países como Holanda, Inglaterra o España.

Tanto es así que incluso dos tribunales holandeses han dictaminado recientemente que los costes de un «curso de brujería» pueden ofrecer desgravaciones fiscales a quienes lo reciben, e incluso recibir subvenciones. Y no son baratas estas lecciones para aprendices de brujo. Según recoge la agencia Zenit, uno de estos talleres de fin de semana cuesta casi 170 euros. En la «Granja de Brujas» de Margarita Rongen, situada en la frontera con Alemania, un «master» en nigromancia cuesta casi 2.200 euros. Algo que no ha espantado al centenar de alumnos que se han matriculado en los últimos años, ansiosos por realizar rituales prohibidos.


Feministas y curanderos

También en Inglaterra está de moda el paganismo. En la prisión de Kingston se ha consentido la presencia de un sacerdote pagano para dar consejos a tres presos. Y en el resto de centros penitenciarios británicos, se permite a todos los reclusos miembros de estos grupos, que posean una vestimenta sin capucha, incienso y joyas de simbología religiosa.

En todo caso, la brujería y el ocultismo están, sobre todo, fuera de las cárceles. Si en 1999 se estimaba la presencia de unos 200.000 paganos en EE UU, ahora se baraja la cifra de 800.000. Aunque por su tendencia al anonimato es casi imposible saber el número exacto, los últimos estudios confirman un gran aumento de las ciencias ocultas. ¿Y quién acude a ellas? Como señala la escritora y periodista Catherine Sanders en «El encanto de la ouija», el perfil de estos neopaganos es el de una mujer joven, feminista, ecologista radical y con aprecio por el boato de las ceremonias rituales. La mujer como «cuna de la vida», defender la naturaleza por estar llena de pequeños «diosecillos» y el morbo por lo prohibido son, según Sanders, estandartes de los aficionados a la brujería. Eso sí, no hay un canon único para estos imitadores de Harry Potter.


Magia negra

Junto a paganos y espiritistas, son los santeros africanos quienes se benefician del ocultismo europeo. Llegados con la inmigración, los «chamanes» florecen en París, Ámsterdam o Madrid. Ingieren sustancias alucinógenas, sacrifican animales y, por un módico precio, curan dolencias, males de ojo o arremeten contra los enemigos del cliente. Abultadas sumas que suelen ir a las arcas de mafias organizadas. En Madrid es fácil encontrar pasquines con publicidad de «chamanes» como el «Maestro Karan» o el «Profesor Darame». Utilizan idénticos textos, formatos, colores y promesas, pero remiten a personas, direcciones y teléfonos distintos. Alquilan pisos por unos días y emplazan a los clientes a pagar por adelantado. Luego abandonan el país. Prácticas ocultistas que ocultan realidades oscuras.







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