Fe, verdad, tolerancia
Por: Joseph Ratzinger | Fuente: Fe, verdad, tolerancia - El cristianismo y las religiones del mundo
Con el libro «Fe, verdad, tolerancia - El cristianismo y las religiones del mundo» («Fede, verità, tolleranza - Il cristianesimo e le religioni del mondo», editorial Cantagalli), recién publicado en italiano, el cardenal Joseph Ratzinger interviene sobre el debate teológico más candente del momento:
¿Puede una religión presentarse como verdad absoluta? ¿No es una pretensión arrogante o incluso intolerante?
Publicamos la traducción de un pasaje de la presentación que el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe hace en el libro del debate, así como las pistas que propone para afrontarlo, y que después desarrolla a lo largo de los capítulos del volumen.
En un mundo que se está haciendo cada vez más «pequeño», la cuestión del encuentro entre las religiones y las culturas se ha convertido en un tema urgente, que afecta no sólo a la teología. El problema de la compatibilidad de las culturas y de la paz entre las religiones se ha convertido también un tema político de primer orden. Pero, ante todo, son las religiones las que se tienen que preguntarse si están en paz la una con la otra y si son capaces de ofrecer su contribución a la «educación en la paz del género humano». La fe cristiana está particularmente interesada por esta problemática, pues, en virtud de su origen y naturaleza, dice conocer y anunciar al único y auténtico Dios, el único Salvador de todos los hombres. «Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos» (Hechos 4, 12), dijo Pedro a los jefes y ancianos del pueblo de Israel.
Esta pretensión de absolutez, ¿puede mantenerse todavía hoy? ¿Cómo se relaciona con la búsqueda de la paz entre las religiones y las culturas?
Cuando la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó en 2000 la declaración «Dominus Iesus, sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia», un grito de indignación se esparció por nuestra sociedad, e incluso entre grandes culturas no cristianas, como la de la India: es un documento de una intolerancia y de una arrogancia religiosa que ya no deberían tener espacio en el mundo de hoy, se dijo. Un católico sólo hubiera podido plantear con toda humildad la pregunta que Martin Buber presentó en una ocasión a un ateo: «¿Y si fuera verdad?».
Como se puede ver, detrás de los diferentes problemas, el auténtico problema es el de la verdad. ¿Se puede conocer la verdad? O, ¿el problema de la verdad en el ámbito de la religión y de la fe es mera y simplemente inapropiado? Pero, entonces, ¿qué significa la fe, qué significa positivamente la religión, si no puede entrar en relación con la verdad?
Poco a poco a poco, debería tratarse de entender qué es la cultura y cómo pueden relacionarse las culturas entre sí. Después, se debería tomar en consideración el fenómeno de la religión en cuanto tal, evitando basarse en una masa indistinta de «religiones». Antes de formular juicios se debería tratar de comprender a las religiones en sí mismas, en su desarrollo histórico, en sus estructuras y tipologías esenciales, en su posible solidaridad así como en su amenazadora hostilidad. Se debería plantear, además, la cuestión de fondo del hombre, de qué es, cómo puede convertirse en sí mismo o, por el contrario, perderse. Por último, sería indispensable cimentarse con el interrogante sobre si el hombre ha sido creado para la verdad y de qué manera puede, y debe, plantearse el problema de la verdad.