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Lectio Divina

Lectio Divina. Jueves Santo
Oración con el Evangelio. Ciclo B.


Por: P. Martín Irure | Fuente: Catholic.net



Jn 13, 1-15


1. INVOCA

 

 

  • Prepárate para entrar en diálogo con el Señor en este día tan especial.
  • Deja a un lado tus ocupaciones y todo lo que te pueda distraer. Pues, lo más importante es estar con el Señor.
  • El Evangelio te va a dar un mensaje muy hermoso, por medio de Jesús, que lo dice todo con sus gestos y con sus palabras.
  • Ábrete a la inspiración del Espíritu, que desea iluminar y fortalecer tu amor por el Padre y el Hijo.
  • Invócale: Veni, Sancte Spiritus.


    2. LEE LA PALABRA DE DIOS Jn 13, 1-15 (Qué dice la Palabra de Dios)

    Contexto litúrgico

     
  • Celebra la Liturgia en la tarde del Jueves Santo estos misterios: la Eucaristía, el sacerdocio, la fraternidad con el mandamiento del amor.

    Contexto bíblico
     
  • El Evangelio que proclama la Liturgia en esta celebración está tomado de los capítulos (13-17) que dedica el autor del cuarto Evangelio a relatar lo que sucedió en la Última Cena.
  • Hoy escuchamos el relato del lavatorio de los pies a los discípulos por parte de Jesús. Es un gesto de amor y de servicio.

    Texto

    1. La víspera de la fiesta de Pascua (v. 1)

     
  • La Pascua era la gran fiesta de los judíos. Celebraban la salida de la esclavitud de Egipto. Cada familia desarrollaba todo un ceremonial para recordar aquella hazaña tan importante en la historia de Israel. El sacrificio y comida del cordero, de hierbas amargas y pan sin fermentar, alternando con el recitado de salmos, constituía lo central de la cena conmemorativa.
  • Jesús quiere renovar y dar el sentido pleno a la acción liberadora de la Pascua antigua. Él mismo se entrega al sacrificio voluntariamente y por amor, como cordero inocente. Jesús va a emprender el éxodo y la Pascua definitiva, que concederá la liberación de la esclavitud del pecado a todos aquellos que crean en Él.
  • Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1, 29). Éste es el Pan que da la vida (Jn 6, 48).
  • Todo es debido a un arranque, total y profundo, de su gran amor al Padre y a los humanos. Él, que había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el final (hasta el exceso) (v. 1).
  • En vez de narrar la institución de la Eucaristía, el evangelio de Juan resalta la motivación íntima de Jesús: el amor que le lleva a la entrega generosa de su propia vida. Juan relata el misterio de la Eucaristía en el capítulo 6, 51-59, donde Jesús se presenta y se ofrece como el Pan vivo bajado del cielo… para la vida del mundo.
  • Lava los pies a sus discípulos. Así da a entender que su vida es un servicio constante para el bien de los suyos, a quienes acoge, purifica y sirve.
  • Cristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Así que celebremos fiesta, no con levadura vieja, la de la maldad y perversidad, sino con los panes pascuales de la sinceridad y la verdad (1 Cor, 5, 7-8).


    2. Les he dado ejemplo (v. 15)
     
  • Toda la vida de Jesús es un testimonio claro y vivo para orientar nuestra vida según tal modelo. En el testamento que nos deja Jesús, la víspera de su pasión y muerte, que el cuarto evangelio nos describe, se van entrelazando sus gestos de servicio, respeto y amor: el lavatorio de los pies, el mandamiento del amor, la Eucaristía y el sacerdocio. Estas tres acciones constituyen el memorial vivo y permanente de Jesús para la Iglesia y para toda la humanidad.
  • El primero es la Eucaristía, nueva y eterna Pascua, Pan y vino en sus manos, memorial de su entrega por amor, ofrenda de su sacrificio y banquete de comunión.
  • Otro don es: la institución del sacerdocio: encomendar a personas que en su nombre realice y actualicen estos misterios: los sacerdotes. Aquella noche Jesús constituyó sacerdotes a los apóstoles, los capacitó para hacer presente el misterio de su Pascua, liberación del pecado y donación de la vida. El sacerdote es un hombre eucarístico, al servicio del memorial y al servicio, como Jesús, del pueblo cristiano.
  • El tercer don es el mandamiento del amor. Tan nuevo que lo estrenó Jesús. Tan original que lo hizo típicamente suyo. Les doy un mandamiento nuevo: Ámense los unos a los otros. Como yo los he amado, así también ámense los unos a los otros (Jn 13, 34). Es el día de la comunidad, de la fraternidad.
  • Éste será el distintivo y señal de sus discípulos. Por el amor que se tengan los unos a los otros reconocerán todos que son discípulos míos (Jn 13, 35).
  • Un amor que viene de la Eucaristía, que actualiza la entrega viva de Jesús por amor. Sin la Eucaristía no seriamos capaces de amar. Por la gracia de la entrega de Jesús, ya estamos capacitados para amarnos mutuamente.


    3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
     
  • Los gestos y palabras de Jesús contienen una carga enorme de: amor, servicio, entrega, fraternidad. Todo lo hace llevado de su amor. La pasión y la muerte son consecuencia de la actitud de Jesús, que nos amó hasta el extremo (v. 13, 1).
  • De nosotros tiene que brotar un inmenso agradecimiento a lo que hizo y sigue haciendo nuestro Hermano Jesús. Él es el nuevo Hombre-Dios, que lo da todo para nuestro bien y felicidad. La radicalidad de su amor le lleva a la entrega completa de todo Él.
  • En la Eucaristía, le comulgamos. Es decir, hacemos nuestra su entrega total. Para comulgar con el mismo Jesús, que vive necesitado en los hermanos. ¡Movidos por su amor!


    4. ORA
     
  • Queremos, Jesús, estar contigo en la entrega de tu vida. No queremos repetir la deserción y el abandono de tus discípulos y, menos, la traición de Judas. Tú nos has de contagiar ese fuego de tu inmenso amor, para que entendamos la vida de cada día como una prolongación del Amor del Padre, que nos viene de Ti y por Ti. ¡Gracias, Jesús!
  • Jesús, Tú renuevas y llevas a la perfección la Pascua, el gran paso de nuestra esclavitud a la libertad. Queremos ser libres contigo. No esclavos del pecado.


    5. CONTEMPLA
     
  • A Jesús que se entrega con toda decisión a la pasión y a la muerte para que seas su hermano.
  • A los discípulos, con sus reacciones y resistencias, debilidades y buenos deseos.
  • A los hermanos, para que estrechemos lazos sinceros de amor en la comunidad.
  • A ti mismo, tan necesitado de la fortaleza y constancia que Jesús te ofrece.


    6. ACTÚA
     
  • Renueva tus sentimientos de fraternidad con tu familia, con tu comunidad cristiana, con los demás extraños.
  • Felicita a los hermanos de tu comunidad cristiana, a los sacerdotes que están a tu servicio.
  • Recuerda con frecuencia el mandamiento del amor: Un mandamiento nuevo nos dio el Señor: que nos amemos todos como Él nos amó.


     
  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Martín Irure


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